Carcajadas en Hacienda

En la Hacienda de Bizkaia se escuchan disimuladamente las carcajadas que en sus niveles altos ha provocado el sobreseimiento del procedimiento abierto por la filtración interesada de las irregularidades tributarias de Melchor Gil, cuñado de Patxi López, lehendakari cuando el caso fue desvelado.

No se descarta que idénticos ecos ufanos se compartan en plena Gran Vía de Bilbao. Al comunicar su fallo, la justicia evidencia que es imposible localizar al motorista que apareció grabado en una cámara de seguridad mientras entregaba en un periódico los documentos que Hacienda dispone de Melchor Gil.

Más aún, la juez encargada del caso se estrella impotente contra un muro cuando trata de buscar entre los ordenadores inteligentes de Hacienda quién es ese funcionario privilegiado capaz de sacar una copia del expediente de Gil sin dejar huella alguna cuando desde el caso Zubizarreta se dispuso de un programa que impide la piratería.

Hacienda celebra que se siente posiblemente intocable. Que la responsabilidad es de otros, si la hubiera claro. Vaya, que se atenga a las consecuencias el motorista o el de la imprenta que hizo las voluminosas copias para airear los trapos sucios del socialista Gil.