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¡Por Tutatis, 123.000 Astérix!

El guerrero galo regresa con ‘Astérix y los pictos’ por primera vez sin el trazo de su creador Uderzo pero manteniendo el favor de los fans

Carles Geli
El dibujante Didier Conrad (pegado a Astérix) y, a su lado, el guionista Jean-Yves Ferri.
El dibujante Didier Conrad (pegado a Astérix) y, a su lado, el guionista Jean-Yves Ferri.ESTEFANIA BEDMAR

Como para no creer en la predestinación y los caprichos de los dioses, ¡por Tutatis!: ambos nacieron en 1959, el mismo año que Astérix lo hacía en la revista Pilote con las planchas iniciales de Astérix el galo. Los dos, como buenos franceses, lo leyeron también por vez primera a la misma tierna edad, ocho años. Y, claro, recuerdan perfectamente cuándo y dónde. “Lo pillé en casa de unos amigos; era Astérix gladiador”, dice Jean-Yves Ferri; por su parte, Didier Conrad estaba enfermo en cama, “por eso me lo regaló mi madre y quizá por ello empecé por el primero, Astérix el galo”. El destino tenía que completar su juego haciendo que ambos se dedicaran al mundo del cómic, y, claro, tenían que ser ellos los que crearan, 46 años después de esa lectura iniciática, Astérix y los pictos (Salvat), la 35ª aventura del irreductible galo y sus amigos pero la primera sin el trazo ya de Albert Uderzo ni, claro, de René Goscinny, fallecido en 1977. No está yendo mal: a sus 100 días en la calle se han adquirido ya en España 124.000 ejemplares, de los cuales 15 .000 en catalán, lengua en la que encabeza el ranquin de ventas de libro infantil.

Hacía falta coraje, en cualquier caso, para tomar el relevo de un mito del cómic, traducido a 107 lenguas y dialectos, del que se han difundido ya más de 350 millones de ejemplares en el mundo y cuya última aparición fue hace cuatro años con El libro de oro, que realizó Uderzo en solitario, como venía haciendo desde La gran zanja (1980). No les hacía falta pócima a los expertos y fans para buscar las tan irritantes como inevitables comparaciones con los álbumes primigenios. “Primero piensas que no es una buena idea, pero era un reto y si no lo aceptas pasas ya a la historia como el que rechazó el poder trabajar un personaje como Astérix”, fija Ferri (coautor de la serie El retorno a la tierra con Manu Larcenet), cuya idea de guión compró en una prueba ciega de escritores el mismísimo Uderzo. “Uno crece muy rápido en su estilo los primeros 15 o 20 años, pero a veces arribas a un llano en tu trayectoria y un desafío así comporta siempre un salto de calidad”, dice por su parte Conrad, experto en reencarnar héroes de cómic, como ha demostrado con Kid Lucky, la serie sobre la infancia del Lucky Luke de Morris. Conrad accedió al honor de dibujar a los aldeanos galos tras el rehúse, después de dos años de trabajo, del mismísimo ayudante de Uderzo que entintaba los personajes y de superar en una prueba a una decena de colegas más.

Pocas diferencias notarán los que no sean asterixófilos de pro: están Astérix y Obélix e Ideafix como gotas de agua, y los piratas bien hundidos y las burlas a los bardos o los juegos de palabras (“he intentado ser muy fiel a la gramática de Groscinny”, remarca Ferri), si bien los fans franceses consideran que hay expresiones faciales de Astérix que no se corresponden y, sobre todo, que la historieta es demasiado prudente e infantiloide, sin acabar de arrancar. “En esta primera entrega se trataba de dar continuidad a las aventuras de Astérix; se había de ser muy coherente, contenerse y no dar saltos bruscos con lo que han sido los personajes hasta ahora; somos valientes pero no suicidas: no habría habido nueva entrega si lo hubiéramos hecho a nuestro modo; quienes critican según qué cosas no entienden el proceso”, responden al alimón.

“Astérix es atemporal

Eso no quiere decir que no haya rastro de ellos mismos en este álbum. “Primero hice el dibujo a mi estilo, completamente libre; luego fui a las ilustraciones de Uderzo para ir conjuntándolo todo y al final se lo pasaba a él, que me daba indicaciones, nunca órdenes, a través de internet porque yo estaba en EEUU”, apunta Conrad, al que le hubiera gustado tener clasificadas todas las caras y gestos de los personajes y contar con “algunas notas secretas” de Uderzo porque, dice, los trazos de Astérix u Obélix “no tienen receta, están llenos de detalles y no están tan codificados; por eso me costó mucho menos adaptarme al pequeño Lucky Luke de Morris porque éste sí tiene códigos”.

La otra gran tortura de Conrad ha sido la composición gráfica: “Uderzo lo pone todo en una viñeta como si el que va a leerla fuera la primera vez que se enfrenta a un cómic, siempre lo quiere decir todo en un cuadro”, expone mientras recuerda que ha llegado a invertir de media una veintena de horas por plancha, con el record de 42 para cerrar una de las últimas páginas. No por fetichismo sino para conseguir las mismas texturas y efectos ha llegado a adoptar los mismos pinceles que utiliza el padre gráfico de Astérix, “unos Winsor & Newton de la serie 7, los número cero y uno”, puntualiza con orgullo.

Algo que ha sorprendido a los guardianes de las esencias de los guerreros galos es que Obélix rechace llevar consigo a su inseparable perro Ideafix en su viaje a Escocia para ayudar a los pictos en su lucha contra los romanos. “Introducir a Ideafix implicaba contar otra historia dentro de la historia y sobrepasar las 44 páginas pautadas”, argumenta el guionista Ferri, que justifica la excursión a esa zona porque “por un lado es de las pocas a las que Astérix puede viajar y que quedaban libres y por otro porque tiene también todas las características sociales genuinas que permiten bromear amablemente como siempre hicieron Uderzo y Goscinny”. Y por eso los galos se cruzan con el muro de Adriano, el monstruo del lago Ness, las faldas escocesas, los tatuajes (pictos) o el lanzamiento de troncos, ratificando así, como manda una ley no escrita de estos personajes, que vayan alternando una aventura en la Galia y otra en el extranjero, tradición que se mantendrá.

La ausencia parcial de Ideafix responde también a que es, paradójicamente, uno de los personajes que más le ha costado de dibujar a Conrad, si bien el más complicado de todos ha sido Obélix. “Ha cambiado mucho de referencias y proporciones desde 1959, casi álbum a álbum”, cree Conrad, que también encaja que algunos fans hayan visto a toda la tribu gala en general más delgada. “Podría ser un reflejo de lo que me ha pasado a mí, que por las prisas en hacer todo el álbum en sólo seis meses para recuperar el tiempo perdido he adelgazado 18 kilos”. Sea por un motivo u otro, el Obélix de la portada ha sido realizado por el ya jubilado a sus 86 años Uderzo, lo que explica su firma en la cubierta.

El espíritu original se mantendrá siempre, cameos incluidos (en la obra el rostro del malo evoca al actor Vincent Cassel: “Queríamos poner al escocés Sean Connery, pero ya aparece en La odisea de Astérix”), pero Ferri y Conrad recuerdan que “Uderzo ha escogido a autores y no a copistas”, por lo que con el tiempo irán introduciendo su personalidad y haciendo que los temas sociopolíticos de actualidad vayan aflorando en las tramas. “Es lógico que sea así, el cómic actual lo demanda y en realidad ya hemos empezado: en Astérix y los pictos el papel de las mujeres es más relevante, pero tenemos que ir con mucho cuidado porque Astérix, como icono transversal, no puede tomar partido”, apunta Ferri, que recuerda en voz baja que en la lucha que en esta 35ª historieta mantienen dos clanes de pictos hay quien ha visto una escenificación de la posible independencia de Escocia que “nosotros nunca nos planteamos”.

Llegados a ese punto, ¿quién tomó la mejor opción: Hergé prohibiendo que las aventuras de su Tintín prosiguieran tras su muerte o Uderzo permitiendo continuar la serie? “Hergé hizo bien porque Tintín, por su opción estética y por sus propias aventuras, ambientadas en pleno siglo XX, entre los años 30 y 60, es muy de su tiempo, es muy contemporáneo; Astérix, como personaje e incluso por su estilo gráfico, es más atemporal, más vivo y, en ese sentido, más moderno que Tintín”, opina Conrad de un personaje al que se le rindió cumplido cameo en Astérix legionario. De clásico a clásico.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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