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Un baño con pestillo

Una rascacielos, el recuerdo de un atentado anarquista, la vía de un tren o la casa de los espejos retrovisores. El escritor traza una ruta un poco surrealista por la capital

Pablo León
Juan Soto lee la prensa en la embajada de Noruega.
Juan Soto lee la prensa en la embajada de Noruega.Carlos Rosillo

1. Billares de Juan Guarner. Abierto desde los años 60, entre la anacrónica decoración aparece una fotografía de Guarner, que fue campeón del mundo de billar, recibiendo una mención de Franco. En ocasiones, una horda de coreanos lo llena y apuesta dinerales al póquer. Juan Ruiz Guarner es muy amable, pero se pone serio si alguien se apoya en las mesas de billar. “Se desequilibran”, dice, igual que les pasa a algunas personas. Tiene un toque clandestino; para encontrarlo hay que recorrer los aledaños de Gran Vía y buscar un portal con un timbre donde pone pool.

2. Arrebato. Es mi librería favorita. Siempre encuentro ejemplares de Stephen King, un escritor que me fascina. Posee una colección de poesía que compite con el Parnaso. Pepe, el dueño, organiza, una vez al año, un festival poético y siempre está enterado del panorama en verso de la capital. Cuando entro, siempre pregunto por mi amiga Ajo Micropoetisa. Lo hago aunque venga directo de su casa, que está muy cerca. (Calle Palma, 21).

3. La vía de Villaverde Alto. La zona que rodea a las vías del Cercanías a la altura de Villaverde Alto es espeluznante. Cuando iba a la Universidad Carlos III en tren, me ensimismaba con esa zona franca, llena de fábricas ruinosas, grafitis y hormigón. Un lugar perfecto para rodar una película postapocalíptica.

4. Cervecería La Mayor. No existe caña mejor tirada que la que encuentras allí, y para colmo hay un retrato del poeta Juan Carlos Suñén colgado en una pared. Está en plena calle Mayor, frente a la plaza donde el anarquista Mateo Morral tiró una bomba envuelta en flores desde una terraza. Por debajo pasaba la carroza real con Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Era el día de su boda. El tendido eléctrico desvió el artefacto y los reyes salieron ilesos. (Calle Mayor, 77).

5. Edificio España. Este cíclope, de 25 plantas, me fascina. Su fachada neobarroca, obra del arquitecto Julián Otamendi, es impresionante. Fundado en 1953, lleva abandonado varios años. Algún día, cuando sea un escritor suficientemente brillante, quiero escribir una novela sobre ese edificio. (Plaza de España, 5).

Bohemia en Puerta del Ángel

Juan Soto Ivars (Águilas, 1985) adora la cara noctámbula de Madrid. Originario de Murcia, ha pasado varias épocas en la metropoli. Primero, en Puerta del Ángel como "pobre estudiante de provincias"; después, por Malasaña, como escritor en busca de inspiración. Acaba de publicar Ajedrez para un detective novato, una novela satírica con la que ha ganado el Premio Ateneo de Sevilla 2013.

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6. La Casa de los Espejos Retrovisores. Como reivindico la memoria, me gusta que exista en Madrid una tienda especializada en espejos retrovisores. Cada vez que paso por ahí me pongo a curiosear en su increíble colección. (Ronda de Toledo, 2).

7. Mesón La Esquina de Eusebio. En Puerta del Ángel, donde pasé años muy felices viviendo con Alejandro García Ingrisano primero y luego con el escritor Manuel Astur, abre sus puertas este bar que salva de la inanición a los estudiantes pobres de provincias. Lo regenta una portuguesa con bigote, muy vivaracha, muy simpática y que pone en la barra bandejas de canapés. En las paredes hay cabezas de jabalí y obuses de la guerra. Quizá por todo ello aparece en mi novela Siberia. (Calle de Caramuel, 16).

8. Pepe Botella. En este café he leído, he escrito, he pensado, he bebido y hasta he follado. Cuando recalo en la ciudad es mi oficina en funciones. Todo el mundo sabe que para quedar conmigo hay que ir a este precioso bar; el único donde no me fastidia pagar un imperio por un café. Además, los cuartos de baño tienen pestillo. (Calle San Andrés, 12).

9. Embajada de Noruega. Esta pequeña oficina, un piso en Serrano, es funcional, desprovista de simbología y trabaja para expandir la cultura nórdica. Un ejemplo que España debería seguir. Las embajadas ayudan económicamente para traducir a los escritores noruegos. Me llevó por primera vez Kirsti Baggethun, traductora que me introdujo a Knut Hamsun; mi escritor favorito. (Serrano, 26).

10. El Ángel Estrellado. Dicen que Madrid es la única ciudad del mundo con una escultura del diablo, pero es mentira; Madrid es la única ciudad del mundo con dos esculturas del diablo. A la altura del Mercado de San Miguel, si uno mira arriba y a la derecha, en una azotea se encontrará el segundo Ángel Caído. El del Retiro, aunque sufre amarrado a la serpiente, tiene suerte. El de Mayor está estrellándose de cabeza después de que Dios lo haya largado del Reino de los Cielos. (Esquina Calle Mayor y Calle de los Milaneses).

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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