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Un equipo difícil

El Deportivo es ahora mismo un jeroglífico en busca de solución, una entidad instalada en la provisionalidad

sanchofoto

“Somos un equipo difícil”, dejó claro Fernando Vázquez después de que el Deportivo superara al Mallorca y regresara a la segunda plaza de la clasificación, la que le había arrebatado el Lugo horas antes con su triunfo en Ponferrada. El técnico se refería sin duda a aspectos futbolísticos, los que destila un colectivo al que es difícil hincarle el diente sobre el campo. Pero la sentencia puede extrapolarse, sin mayor equivocación, más allá del tapiz verde. El Deportivo es ahora mismo un jeroglífico en busca de solución, una entidad instalada en la provisionalidad de quien aguarda una junta de acreedores que trace una ruta que se intuye procelosa, un club alojado en el limbo fomentado por un consejo de administración cuyo presidente marca unos tiempos que no acaban de satisfacer a la prole de candidatos que aspiran a sucederle y que comienzan a suscitar el interés de la masa de seguidores. Se expande el rumor y la incerteza porque se reclama una junta extraordinaria de accionistas que ponga en liza a los aspirantes a presidir la entidad y nada se sabe sobre la respuesta a esa petición al margen de que se filtre que hay incorrecciones en la solicitud o el propio Lendoiro no ponga fecha a la resolución de esta demanda más allá de un críptico “lo está estudiando la asesoría jurídica”. La indefinición comienza a azuzar de manera peligrosa el delgado telón de la confrontación. De ahí que la encomiable respuesta deportiva del equipo sea un bálsamo en doble dirección.

Tras la victoria ante el Mallorca, Lendoiro dejó dos nuevos mensajes que encierran una contradicción. En el primero aludió a la capacidad del Deportivo para someter a un rival que dispone del doble de presupuesto para confeccionar su plantilla. Afirmación tan cierta y atinada en el elogio como encontrada respecto a la que acostumbra a exponer el mandatario blanquiazul cuando su equipo compite ante oponentes que manejan menos salario. Entonces, por ejemplo ante economías modestas como el Mirandés, Alcorcón o Murcia, Lendoiro no sólo no valoró que el rival partía en similar desventaja a la superada ayer contra el Mallorca sino que lamentó las limitaciones para disponer de más presupuesto. Siempre se puede ir a más, también a menos. Y si de algo no puede quejarse el Deportivo en esta macarrónica Segunda División es de potencial económico. En su segundo mensaje dominical, el dirigente futbolístico quiso ilustrar sobre “cuestiones básicas de la profesión de periodista”. No le ha gustado a Lendoiro algún tratamiento informativo sobre un altercado producido el pasado viernes en una calle vecina al estadio de Riazor entre uno de sus allegados y el presidente de la federación de peñas deportivistas, un enganchón que refleja la crispación existente en torno a un club en la encrucijada y que no acaba de orientar su futuro. Lendoiro alerta, con tino, sobre la necesidad de modular y contrastar las informaciones para que no se prendan mechas peligrosas. Y apunta a la responsabilidad del periodismo para no exponer la integridad física de las personas. “Todos salimos a la calle”, recuerda el presidente. También lo hacen los profesionales de los medios, que ayer accedieron al estadio entre una fuerte protección policial por si los ánimos se alteraban en una manifestación que congregó a una treintena de aficionados para quejarse ante la puerta de prensa por el tratamiento de algunas informaciones sobre el club.

Lo esencial es no olvidar que jamás hay suficientes motivos para que expresar una opinión o una idea sea motivo de agresión física. Exponerlas con claridad ayuda a rebajar la tensión. Así lo hizo Constantino Fernández durante la puesta de largo de su propuesta para optar a la presidencia del Deportivo. A veces conviene verbalizar lo que parece más obvio. El empresario coruñés acertó en las formas de tal manera que su intervención, dura en el contenido hacia la gestión de Lendoiro y con varias cargas de profundidad y de superficie, no ha contribuido a cargar más el ambiente. El aguardado Tino arrojó luz sobre lugares comunes que desde algunos foros se empezaban a negar porque comenzaba a cundir la idea de que el Deportivo podría firmar un convenio sin contar con la Agencia Tributaria, su principal acreedor, justo quien motivó la entrada en concurso de acreedores y el estrangulamiento económico del club por los embargos derivados de los reiterados impagos. Y engarzó esa obligación con lo que considera el “reto relacional”. Lo hizo desde la fuerza de quien ha invertido dinero para patrocinios en el Deportivo durante los últimos años, tiempo en el que no se ha distinguido por ser un club amable, no sólo con los medios y no digamos con bastantes instituciones sino incluso en la relación con sus aficionados. Fernández empleó el símil del boxeador que se siente contra las cuerdas. “Al dinero le gusta la transparencia y no quiere bulla”, ilustró Fernández, que dirige una compañía que factura 40 millones de euros al año.

Hay una marca detrás. El Deportivo es grande porque un grupo de trabajo, con Lendoiro al comando, consiguió convertirlo en un club triunfador e internacional, un club querido que todavía despierta simpatías por una epopeya que ni siquiera la mayoría del futboleros minusvaloran aún intuyendo el precio que hay que pagar los próximos años. Pero sigue siendo un club difícil.

 

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