El hombre bala por los leones
El Raluy presenta ‘Boom’, un espectáculo que recupera un clásico del circo
El circo Raluy vuelve a Barcelona por Navidad. Y lo hace para presentar Boom, un espectáculo en el que se mezcla la tradición y la vanguardia del mundo circense. Si la estética de principios del siglo pasado permanece incólume, los números se modernizan. Los domadores dejan paso a los contorsionistas; los faquires y los trapecistas son cosas del pasado, y los animales, amenazados por el Parlament, tienen ya dos patas fuera del Raluy. Los payasos siguen a lo suyo, y vuelve el hombre bala.
Con esas llega el Raluy, que desde ayer hasta el próximo 9 de febrero estará todos los días en el Moll de la Fusta. “En Boom, el Raluy apuesta por invitar a artistas internacionales de reconocido prestigio a formar parte de la familia”, explicó ayer en la presentación del espectáculo el director de la compañía, Carlos Raluy, hijo de Luis, al que rinde homenaje en este espectáculo.
Akhmed Surkhatilov es uno de los “grandes fichajes” que ha hecho la compañía. Surkhatilo, contorsionista y récord Guinness de apnea, utiliza estas habilidades para introducirse en una caja cuadrada de 50 centímetros de arista y sumergirse en un estanque de paredes transparentes. “No estará mucho rato debajo del agua”, avisa el director.
Kimberley, de 16 años, tras siete años de preparación es capaz de hacer, con sus pies, malabares con el cuerpo de Jillian, de 14
A las estrellas internacionales, como el Trío Bellísimo, tres jóvenes ucranianas que retan al equilibrio y a la flexibilidad humana, se les suma los números de prolija familia del Raluy. Espectacular es el de Kimberley, de 16 años, que tras siete años de preparación es capaz de hacer, con sus pies, malabares con el cuerpo de Jillian, de 14.
No descubre gran cosa Carlos cuando revela que Boom es una onomatopeya. Pero no solo es eso. Es también el ruido que hacía el cañón que durante varias décadas lanzó a su padre por los aires. Por ese número Luis alcanzó la fama. Fue el primer español que se atrevió a dibujar parábolas aéreas con su cuerpo. Vuelos en los que alcanzaba más de 15 metros de altura y 50 de longitud, hasta que un día en un mal aterrizaje se hizo trizas la columna vertebral. En Boom, el circo Raluy versiona este número condicionado por la limitación de espacio y el riesgo de nuevas tragedias humanas.
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