Calistenia de discoteca
Pierre Rigal es de estos funámbulos de la modernidad planetaria que le vende la nevera al esquimal una y otra vez
No: el asunto (de haberlo) no va de lo que el título sugiere. Se trata simplemente de un proceso, en clave obtusa, del acto erector de la figura humana pero sin proponer absolutamente nada coherente o sostenible. En este caso chocamos por segunda vez con esta piedra (francesa) que ya estuvo en el Festival de Otoño con un ejercicio de grupo circense que tampoco era danza, lo miraras por donde lo miraras. Y si de calificar Érectionse tratara, como circo, es banal o peor que eso, vacío. La idea del hombre-animal frente al hombre-social determinado por un dibujo externo no pasa de un propósito, un teorema que no se abre a su justificación animada.
Pierre Rigal es de estos funámbulos de la modernidad planetaria que le vende la nevera al esquimal una y otra vez con tal éxito mercantil, que algo de ufano hay ya al mostrar su camelo, un orgullo comerciante. Lo que hace Rigal no es baile en lo absoluto sino una pobre y desangelada calistenia de discoteca que discurre en dos partes. La primera, totalmente improductiva, basada en trasnochados y mil veces vistos juegos de luz y un trabajo pseudoacrobático de suelo que no dice nada ni desarrolla.
La segunda sección, que quiere inútilmente intelectualizar el producto (es decir, decorar la nevera ya vendida) trata de epatar a los burgueses, a un público despistado que fue allí a otra cosa. Si en la primera sección juega al gato y el ratón con los planos de luz, en la segunda se deja manchar de una muy trajinada cuadrícula focal (reproduce, a escala, la de la escenografía de Glass Pieces de Jerome Robbins y Ronald Bates) y el vídeo en directo soba su propia figura.
También es preceptivo que cuando se usa luz estroboscópica o flashes continuados de alta intensidad, se advierta con claridad en el programa de mano y al público. No es una cuestión de choque estético, sino de salud; si estos destellos son peligrosos para algunas personas, también lo es y no tan figuradamente este aburrido solo gestual que pretende imponer como danza contemporánea una práctica a la moda, muy contaminada con otros géneros de exhibición corporal.
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