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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La mandolina como espectáculo

El estadounidense Chris Thile actuó en el 45 Voll-Dam Festival Internacional de Jazz

El mandolinista estadounidense Chris Thile.
El mandolinista estadounidense Chris Thile. LICEO

Hay solistas que están llamados a reescribir la historia del instrumento que tocan y uno de ellos es el mandolinista estadounidense Chris Thile. Los aficionados al bluegrass lo conocen como integrante del grupo californiano Nickel Creek y del quinteto The Punch Brothers, habituales de escenarios como el mítico Carnegie Hall de Nueva York. Pero quien no le ha visto tocar en solitario no puede ni imaginarse lo que se puede llegar a hacer en un escenario tocando un instrumento tan aparentemente frágil como la mandolina: no pueden hacerlo porque, sencillamente, lo que hace Thile es convertir la mandolina en un asombroso espectáculo sonoro. Lo pudimos comprobar en su debut en España en solitario, en una memorable velada del 45 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona que tuvo lugar en la sala de mejor acústica de Barcelona, el auditorio del Conservatorio Superior de Música del Liceo.

De un músico acostumbrado a romper moldes podemos esperarlo todo y ese todo incluye la proeza de tocar con mandolina las Sonatas y Partitas de Johann Sebastian Bach, monumento sagrado de la historia de la música al que acaba de dedicar su último disco. No es sólo cuestión de destreza técnica y digitación virtuosa: lo que convierte su adaptación bachiana en algo único es la calidad musical, al margen de cualquier etiqueta. Su recital, tras una reveladora clase magistral, ha sido un soplo de aire fresco, una revelación, un antídoto contra la rutina.

CHRIS THILE, MANDOLINA

45 Voll-Dam Festival Internacional de Jazz

Conservatorio del Liceo

Barcelona 12 de noviembre

Thile es un ciclón musical, pura energía física que explota en ritmos y matices expresivos sorprendentes, desde la máxima delicadeza –el tiempo parece detenerse en sus prodigiosos pianísimos- hasta la fuerza rítmica arrolladora de unas cuerdas que llevan en su ADN las esencias de la musica popular. Porque Thile logra que resuenen en las piezas bachianas el espiritu de las danzas que el genial compositor alemán elevó a los altares. Y es capaz de mantener la atención del público durante una hora y media, sin descanso, sin más recursos que su voz, su virtuosismo y su fantasía para convertir una sencilla mandolina en un volcán de emociones sonoras. Bach convive en su discurso musical con canciones propias y ajenas, desde el duo country Louvin Brothers a la cantautora Fiona Apple pasando por el mítico Bob Dylan y el folk tradicional. Quizás se le puede reprochar un excesivo histrionismo –habla demasiado y se empeña en resultar gracioso a toda costa- pero se le perdona cualquier exceso cuando convierte una mandolina en un auténtico espectá culo sonoro.

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