Un polígono poliédrico
El comisionado creado para la normalización del área sur de Sevilla cumple 10 años sin erradicar el tráfico de drogas
En el Polígono Sur de Sevilla lo malo resta fácil y lo bueno suma difícil. El tráfico de drogas, la impunidad inherente a una parte de su territorio y dos muertes de menores por disparos en estos últimos cinco años se suman a la trayectoria histórica de tratamiento desigual a sus habitantes, una combinación que tiñe de negro el tesón en el trabajo diario de vecinos, asociaciones, instituciones y técnicos. Su esfuerzo ha conseguido que los cerca de 50.000 residentes estimados —solo hay censados 35.000— en los seis barrios que conforman el polígono, popularmente llamado las Tres Mil Viviendas, conozcan tanto sus derechos como sus obligaciones.
Con fecha del 24 de octubre de 2003, se aprobó en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) la creación del Comisionado para el Polígono Sur, en el que Ayuntamiento, Junta y Gobierno central confluirían en un equipo para agilizar la interlocución entre Administraciones “que permita la mejor solución a los problemas de marginalidad social, seguridad, empleo, asuntos sociales y vivienda, entre otros [...]”, según se lee en el decreto. Casi el mismo día, 10 años después, la psicóloga María del Mar González asume el cargo de comisionada en Sevilla. Como ella declara, tiene muchos retos por delante.
Se enfrenta a 145 hectáreas arrinconadas contra el muro que flanquea a una vía férrea, unas naves industriales y una carretera sin accesos ni salidas; a cerca de 15.000 personas sin censar; a más de 2.000 viviendas sin titularidad regularizada —que suponen un 28% de las 7.537 viviendas de cinco de los barrios, según datos de 2011— y a una población tradicionalmente estigmatizada por la ciudad, castigada por las Administraciones y, por ende, ajena a los servicios públicos.
El tráfico de drogas sobrevive asentado entre algunas calles aisladas desde los años setenta. Ningún político, de ningún color, ni las fuerzas del orden han erradicado lo que la portavoz de la plataforma vecinal Nosotros También Somos Sevilla, Rosario García, denomina como “lo gordo”. “Hasta que lo gordo no se erradique, todo lo bueno que se haga aquí estará eclipsado. Y en parte es normal, eso existe y hay que eliminarlo, pero parece que no interesa”, reivindica desde hace 30 años.
Balance del Plan Integral (2006-2011)
- Urbanismo y convivencia vecinal:
-2.530 viviendas rehabilitadas y 100 nuevas.
-Oficinas de Correos, de Policía Autonómica, del Comisionado, de Vivienda.
-Centro de Salud de Letanías, Guardería en Martínez Montañés, Centro de Servicios Sociales Comunitarios.
-Parque de Guadaira.
-Polideportivo de la Paz.
-Sedes para asociaciones.
- Inserción sociolaboral y promoción de la iniciativa económica:
-Centro de Orientación y Dinamización con 2.500 usuarios al año y talleres.
-Centro de acceso público a Internet.
-Centro de Empresas y Emprendimiento.
-Centro permanente de formación y empleo.
- Intervención socioeducativa y familiar:
-Programa de absentismo.
-Plan de formación de docentes.
-Trabajo con familias.
- Salud comunitaria:
-Centro de Acogida y Encuentro para personas con adiciones.
-Campañas de salubridad.
-Plan de salud.
-Unidades de Gestión Clínica y de mejora.
La pregunta es concreta: ¿Por qué no se ha resuelto el narcotráfico en este tiempo? La respuesta no está tan clara. “Es un cáncer que sufre el barrio como víctima pero que tiene su origen en otras zonas de la ciudad, en gente que nunca será detenida, como los consumidores. ¿Cómo se extirparía? Lo fácil sería más policía y más cárcel, pero no solo se resuelve así, hay que introducir legislación y además una acción transformadora liderada por la política urbana. Todos los sevillanos somos responsables de esta situación”, reflexiona el investigador Francisco José Torres, cuya tesis doctoral ganó el premio Focus Abengoa en 2010 de temas sobre Sevilla. Se titula El análisis territorial aplicado al estudio de zonas urbanas marginadas. El caso del Polígono Sur en Sevilla.
Torres plantea que es una cuestión muy difícil y complicada. “En este tiempo no ha habido una asimilación por parte de los poderes públicos de la verdadera complejidad del tema, si de verdad quiere resolverse esta situación tiene que abordarse como un problema de ciudad, no de barrio”, considera.
Un punto clave ha sido la muerte por disparos de una menor el pasado agosto en la barriada Martínez Montañés, la más conflictiva. “Desde el accidente, se ha intensificado la presencia policial, se han concentrado las acciones y se han agilizado todos los trámites judiciales para que la policía pueda acceder a los puntos negros que ya teníamos elaborados”, explica Montserrat Rosa, directora técnica del Comisionado del Polígono Sur. “Se ha sufrido la dejación de la Administración durante muchas décadas y eso es un lastre muy complicado de solucionar. Pero en los últimos años ha ido disminuyendo el tráfico, aquí hay ya muy pocas familias que vivan de la venta de drogas”, asegura Rosa.
“Lo que hay es un supermercado de la droga, está concentrado y sirve para que el resto de la sociedad estemos tranquilos”, resume Juan Blanco, director de la Residencia Universitaria Flora Tristán, que también cumple este año su décimo aniversario en la zona. En esa línea, Rosario García define al Polígono Sur como el trastero de Sevilla. “Aquí está concentrado lo gordo, quitarlo supondría que se pudiera dispersar el mercado por Los Remedios o Triana… y eso no conviene tanto. Esto es el trastero donde se guarda el escobón, el recogedor, lo que no se quiere que se vea en la casa”, ilustra.
Pero contra esta oscuridad intencionada en la barriada Martínez Montañés, también conocida como Las Vegas, están las decenas de actividades que los vecinos, instituciones y Administraciones incluidas organizan constantemente para que se les conozca. La Residencia Universitaria Flora Tristán, que cuenta con 220 alumnos por curso y depende de la Universidad Pablo de Olavide, es ejemplo de una apuesta que ha funcionado con éxito. “En estos años ha sido fundamental la reconquista del territorio, las calles ya no están tapiadas para el consumo de drogas, ahora ves tiendas, bares con terrazas abarrotadas de personas tomando tapitas al sol y macetas en las ventanas”, declara con entusiasmo su director. “También es destacable el trabajo con la comunidad, ya funcionan perfectamente iniciativas vecinales como las de la limpieza de las escaleras, donde los residentes de los bloques se turnan por semanas para limpiarlas, y lo cumplen. Ahora hay que conseguir que las personas no se vayan del barrio cuando consiguen mejorar su situación, sino que se queden. Si no, nunca se progresará”, resume. “Y por supuesto, hay que destacar la necesidad de apertura del barrio a Sevilla. Que la gente venga aquí, por ejemplo instalando recursos públicos necesarios para toda la ciudad. O como vamos a hacer estos días, trayendo espectáculos del Mes de Danza”, cuenta.
Son escenas, ideas y trabajos de transformación social, que llevan tiempo, y también dan resultados. “El Polígono Sur no tiene solo una cara, es un poliedro de muchas caras y algunas son muy luminosas. Hay prácticas educativas muy innovadoras e incluso premiadas”, ha declarado esta semana María del Mar González durante su primera actividad en la calle, en la que los nuevos profesores de los centros educativos, un 12%, y becarios de la residencia Flora Tristán salían de las aulas para acercarse al entorno en el que van a trabajar durante el año. Una de las acciones consistió en escribir sensaciones positivas en el muro del Instituto Domínguez Ortiz. La nueva comisionada escribió con pintura la palabra esperanza. “Realmente la tengo. Tengo esperanza en el barrio. Hay mucha gente que trabaja muy bien aquí y a lo que aspiramos como comisionado es a desaparecer, que no hagamos falta”, declaró con firmeza.
Dos años después de la creación del Comisionado, en 2005, se aprobó en Consejo de Gobierno el Plan Integral para el Polígono Sur, basado en cuatro ejes de actuación integrada: urbanismo y convivencia vecinal; inserción sociolaboral y promoción de la iniciativa económica; intervención socioeducativa y familiar y salud comunitaria.
En esta década de comisionado y ocho años de proceso del plan, las acciones han estado dirigidas hasta junio de este 2013 por Jesús Maeztu, que actualmente ocupa el cargo de defensor del Pueblo Andaluz. “Él ha puesto buena voluntad, pero hace falta la voluntad de las Administraciones y eso no ha funcionado siempre, él tenía que coordinar y tirar para adelante, así posiblemente habríamos tenido mejores resultados en estos 10 años”, considera García que se ha reunido esta semana con la nueva comisionada, cuyo nombramiento se ha postergado durante cinco meses, tiempo que el plan integral ha quedado descabezado.
María del Mar González, que asegura mantener buenas relaciones con las Administraciones, aún está estos días conociendo las calles y estudiando con detenimiento una realidad que arrastra más de 50 años de dejación política, donde los sistemas educativos, de salud y de salubridad y gran parte de los servicios públicos como transporte, limpieza o correos no se han desarrollado en décadas con normalidad y aún se ejecutan con intermitencia.
La nueva comisionada asume el cargo ilusionada, se pasea por las calles y da la mano a los vecinos, que la reciben con buena predisposición. “Voy a dialogar mucho, con las Administraciones y la ciudadanía, hay que vencer los problemas de comunicación, la mediación es lo que nos toca”, declaró esta semana. Su ilusión recuerda a la de Jesús Maeztu hace 10 años. “Cada Administración toca un instrumento y yo voy a dirigir la orquesta y a cuidar de que exista una única partitura para que la toquemos todos y suene afinadamente. Es una tarea difícil pero ilusionante”, dijo Maeztu en octubre de 2003. Lo único que pidió es tiempo. Solicitó en ese momento 10 años para regenerar el barrio más desfavorecido de la ciudad. Ese tiempo acaba de pasar con él al frente. Y ha salido del puesto estimando que se ha resuelto el 50% del plan.
“Lógicamente vemos que se trabaja en ello, que hay muchas personas implicadas en que esto salga adelante, aunque queda mucho por hacer. Y no dudo de que lo conseguiremos, de que terminaré paseando tranquila por mi barrio”, prevé García, que comparte el sentimiento de esperanza con la comisionada y que se muestra decidida a colaborar para que se cumpla el plan integral, ese texto que para la portavoz y las 17 entidades a las que representa su plataforma es el punto de partida y el punto final del bienestar en el Polígono Sur.
“Se tienen que remangar queriendo de verdad que esto cambie. O cambian, o seguiremos con los mismos problemas y el resto de la ciudad dirá que aquí se gasta sin ver resultados”, valora García. En enero de 2008, el concejal de Urbanismo, Emilio Carrillo (PSOE), declaró en sesión plenaria que desde 2003 hasta 2007 se habían invertido 26 millones de euros en regeneración urbana. Posteriormente se, entre otras partidas, se aprobaron 17,7 millones de euros del Plan Urban, que constan de un 70% de financiación europea y un 30% municipal. “Lo que está claro es que las subvenciones no nos van a callar”, añade García, que reconoce también objetivos cumplidos: “Se ha trabajado en lo humano y en lo urbano, se ha abierto un centro de servicios sociales, una escuela de empresas, se han rehabilitado pisos y también se ha mejorado en el absentismo escolar, aunque no tanto en el fracaso en la escuela”.
Aun sin tener datos del censo del polígono para calcular las necesidades de sus habitantes, según cifras ofrecidas por Educación “este curso están el 100% de los niños escolarizados”. En estos últimos años, se han ido arrastrando tasas de absentismo escolar que en 2006 se situaban cerca del 60%, y que el año pasado quedaron en un 17%. “La escuela aquí es un lugar seguro”, consideró esta semana la comisionada. Dijo esas palabras frente al muro de un instituto y detalló que en el polígono se implantan “prácticas educativas innovadoras que trascienden los muros de los colegios”, como en la que participaba. Y son muros, precisamente, uno de esos retos a los que se enfrentará. Derribar ladrillos es más que un hecho simbólico en la zona. Sería abrir el fondo de saco urbanístico en el que residen 50.000 personas y despejar el gueto en el que se comercia con drogas.
Como declara: “Hay decisiones más caras que otras”, pero tiene esperanza, y cuenta con avances de color verde que pueden impulsar su ánimo. Uno es la puesta en marcha del Parque Guadaira, que rompería la frontera de la carretera, y otro los 3.860 metros de carril bici de color verde que ya conectan con el centro. Para que Sevilla sea Polígono Sur y viceversa. Para que todo sume y reste por igual.
El cuarto trastero
Desde que en 1950 el Instituto Nacional de la Vivienda adjudicase 1.500 casas a familias trabajadoras en el Polígono Sur, la zona se concibió para ir resolviendo problemas de alojamiento en Sevilla. En 1964 se trasladaron personas procedentes de los derribos de chozas de otras áreas. En 1965 se construyen 1.008 viviendas más y en los setenta y ochenta continúan las edificaciones. Allí son desplazados los residentes de áreas chabolistas de la ciudad y población gitana, que supone cerca de un 15% de los habitantes del Polígono Sur. Durante estas cinco décadas, las Administraciones abandonan la prestación de servicios públicos en la zona. Para el investigador Francisco José Torres el problema se debe también a la actuación del Ayuntamiento en 2004 (PSOE), cuando dio a 44 familias del barrio chabolista de Los Bermejales 42.000 euros en mano a cada una para que se fueran de allí. El Ayuntamiento les hizo firmar un documento para que no se instalasen en las Tres Mil Viviendas, pero lo hicieron. "Y no ha dimitido nadie por esa acción política, por la que se abrió una comisión", reclama Torres.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.