El Partido X se presenta en sociedad
Sin cargos ni locales ni cuotas, la formación nace de los restos del 15-M y trabaja en la red
Sala Conservas, Raval. Presentación del Partido X. En este momento, hay 13 salas así en 13 ciudades de España, donde se reúnen personas a la espera de la retransmisión, vía streaming, de un acto centralizado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El Partido X, por cierto, no es un partido. O, al menos, carece de cotizaciones, sectoriales, cargos y locales. Trabaja, mayormente, en red, donde se vincula la labor de unas 200 personas. En red se ha creado, y ha realizado su programa, con el mismo sistema con el que trabajan los desarrolladores de código abierto, que evita, dicen, discusiones en espiral.
El programa —aún incipiente; poseen un plan regeneración democrática y un programa económico, de emergencia, contra la crisis— está en la red (partidox.org).
El interés del acto es ver el paso a analógico de toda esa dinámica virtual. Ver su iconografía, su vocabulario y, ya puestos, sus rostros. Sobre los rostros: algunos son de personas vinculadas al primerísimo 15-M que, no obstante, cuando se habla con ellos, tienden a rechazar beneficiarse de esa etiqueta.
Esta relación —sólida y discreta— con el 15-M, confiere también interés al asunto. El 15-M —es decir, una revolución cultural absoluta que ha desautorizado los marcos de los últimos 35 años, una crítica a la representatividad y a la corrupción, un punto de vista radical de la democracia, y una meditación sobre la deuda—, ha creado hasta hoy dos estructuras diferentes, con programas y con continuidad: la PAH y el Partido X, que sería la posibilidad electoral más cercana al 15-M, y la génesis de ese posible vuelco electoral que se ha producido en Italia y que se intuye por aquí abajo.
Programa: regeneración democrática y plan de emergencia contra la crisis
Se inicia el streaming. De manera coral se va hilvanando el discurso de presentación hasta llegar al punto de su programa Democracia y punto. Es una propuesta de centralidad —la cosa esa del 99%—, a partir del marco de una democracia ampliada, en lo que es una mezcla de democracia directa y participativa. Gira en torno a cuatro ejes. Transparencia en la gestión pública, utilización ¿suiza? del referéndum vinculante, participación de la ciudadanía, vía tecnologica, en el poder Legislativo y el Ejecutivo, y voto permanente —explicación rápida: un diputado supone X votos, pongamos, 7.000; se propone que en las votaciones importantes del Congreso participe la ciudadanía en régimen de igualdad, de manera que cada X, pongamos, 7.000 votos, igualen el voto de un diputado—.
El programa económico habla de democracia económica, propone un Núremberg financiero, y apunta una solución regional para el Sur de Europa, atrapada por la deuda —junto con la corrupción, el hecho que determina las políticas de esa euroregión—, para que pueda renegociarla.
La última intervención es de Jaime Miquel, analista electoral, que evalúa la trayectoria electoral española, da por muerto los consensos de los 70 y el bipartidismo —“los datos del PP y PSOE ya los he visto, son los de UCD”—, entierra el modelo de la transición y pronostica gran futuro a las listas que “defiendan a las personas del sistema”. Otorga cinco eurodiputados al Partido X y pronostica un mínimo de 3'5 millones de votos en unas elecciones generales en 2014. El acto, un ejercicio de vocabulario contenido, adquirió, en su final, un cariz más rupturista, con alocuciones como “hay que echarlos”. No hubo ninguna referencia a la Monarquía o al derecho de decidir.
El acto fue seguido por 8.000 personas a través de la red —cifra propia de grandes eventos—, y fue reflejado por la prensa internacional —New York Times, Le Monde—. El dinero para el acto fue recaudado, vía crowfounding, en 48 horas. Desde enero, el Partido X crece a razón de 300 personas por semana. Indicios de que el Partido X, aún por dibujar, nace con cierto juego de piernas, y voluntad de cambiar la agenda.
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