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opinión

Fuerte malestar empresarial

Contundente reacción del presidente de la patronal vizcaína contra Urkullu y ELA y LAB

La clase empresarial vasca está muy enfadada por el trato que se le dispensa. Y quieren que se sepa. Ha bastado una comparecencia pública del presidente de la patronal vizcaína Cebek, Iñaki Garcinuño, para calibrar, precisamente en el arranque del otoño, el grado de desasosiego que les atenaza. Quizá para comprender su angustia sirva el dato de que identificaron su aislamiento con los momentos ya superados de la extorsión. Se sienten solos ante la sociedad en el momento más delicado de su estabilidad económica. Másr aún, se enervan al sentirse señalados con el dedo en la plaza pública como culpables de que haya decaído la ultraactividad de los convenios a partir del 7 de julio.

Al explotar su indignación, los empresarios han elevado el tiro hasta el propio lehendakari, Iñigo Urkullu, a quien le reprochan abiertamente que les condujera al abismo de un acuerdo imposible. Al decirlo, la patronal se cobra una deuda pendiente pero, de paso, tensa al máximo sus relaciones con el Gobierno vasco en una travesía especialmente comprometida para la recuperación económica y, sobre todo, para el devenir de las relaciones laborales.

Garcinuño, en presencia del presidente de Confebask, Miguel Ángel Lujua, no se ha mordido la lengua tampoco con los sindicatos, especialmente con ELA, y LAB. En este contexto de facturas pendientes cuesta imaginarse, desde luego, una rápida escena de mano tendida en la búsqueda de acuerdos más allá de los formalismos y del ritual buenista. No obstante, el consejero Aburto está intentando rebajar la tensión porque es consciente del riesgo de conflictividad cada día más elevado. Pero no le acompaña la situación. Por si no hubiera suficientes motivos para el malestar empresarial, PNV y PSE-EE alumbran ahora una nueva reforma fiscal que les alarma, aunque bien es cierto que no se conoce todavía una regulación tributaria que sea bien recibida por la patronal.

Con demasiados convenios  aún pendientes que alarman a miles y miles de trabajadores, asistiendo a este cruce de dardos impensable en Euskadi entre patronal y un Gobierno nacionalista, y mientras los sindicatos mayoritarios exhiben las diferencias con los empresarios desde tacticismos nada coincidentes, sería balsámico dar un pequeño margen a la cordura del diálogo. Al menos, intentarlo.

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