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Un ingente trabajo para engarzar la cadena humana

La ANC reúne 30.000 voluntarios en todo el proceso en Cataluña 800 fotógrafos tratan de formar una ‘gigafoto’

Rebeca Carranco
Un grupo de voluntarios en La Rambla, Barcelona.
Un grupo de voluntarios en La Rambla, Barcelona.ALBERT GARCIA

Intentan primero con una especie de rotulador de color negro. Jordi Papell dibuja el número 735 sobre el cartel, en el rectángulo en blanco para indicar el tramo. Pero con el agua el número se desdibuja, y la tinta resbala por el cartón. La lluvia que empezó ayer de madrugada en Barcelona preocupa enormemente a los voluntarios de la Via Catalana. El grupo en cuestión, atareado con el 735, lo forman los voluntarios de Ciutat Vella, en Barcelona. A las nueve de la mañana se han citado en la clásica fuente de Canaletes, en La Rambla, donde se celebran los triunfos del Barça. Son nueve personas para rotular y colgar ocho carteles. Pero la lluvia está complicando lo que tenía que ser una tarea fácil y rápida.

“¿Aguanta o qué?”, pregunta otro Jordi, que ve a su compañero dibujando. “ Con el agua se puede ir. Vayamos al quiosco y preguntemos si venden algo”, propone un tercer voluntario.

Y así, mojados, empiezan su colaboración en una jornada que pretende ser histórica para el futuro de Cataluña. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) logró movilizar ayer a más de 5.000 voluntarios —30.000 en todo el proceso— por todo el territorio. Su función era básica: lograr que todo el mundo se colocase debidamente en la cadena humana para que no hubiese huecos vacíos en los 788 tramos de la Via Catalana. Ciutat Vella se responsabilizó de los tramos 734 y 735.

La mayoría de los voluntarios de ese distrito forman parte de la ANC, a excepción de Astrid González, de 37 años. “Conozco del colegio a Anna”, cuenta. Anna Ferri es la coordinadora del grupo, y ambas llevan a sus hijas a la misma escuela. Astrid tiene una de las misiones más complicadas durante la cadena. Deberá tomar las fotografías, explica, mientras el resto del grupo ha corrido al Ateneu Barcelonès, donde, resguardados de la lluvia, consiguen dibujar los números en los carteles, sin que el agua los haga desaparecer. En total, 800 fotógrafos —uno como mínimo por tramo— deben tomar imágenes de los participantes en la cadena humana. “Incluso nos dieron un curso a todos”, cuenta Astrid.

Tiene que colocarse a unos siete metros de distancia, en los casos en los que la calle lo permita, y tomar cerca de 400 imágenes en su tramo. “Entre hoy \[por ayer\] y mañana \[por hoy\] debemos enviarlo”, continúa la mujer. Luego desde ANC montarán el gran cuadro de la Via Catalana, lo que se ha bautizado como la gigafoto de los cerca de 480 kilómetros que tenía previsto ocupar.

A las diez de la mañana, una hora después de la hora en la que habían quedado, el grupo logra colgar el primer cartel. Su máxima preocupación es que la gente no se quede en casa por la lluvia. El acto es la demostración de una mastodóntica labor de organización. Solo en Ciutat Vella, empezaron a reunirse en agosto. El 1 de septiembre, realizaron un primer ensayo del acto, y desde entonces, los encuentros se han ido incrementando.

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“Soy independentista desde que tengo 14 años. Y antes, en aquella época, no era tan fácil ser independentista”, explica Oriol Perera, de 52 años. Es uno de los nueve voluntarios. Cree en la independencia, espera que llegue y está convencido de que el actual Gobierno es una “fábrica de independentistas”. “Rajoy e Intereconomía no hacen más que sumar independentistas”, razona, mientras mira al cielo, con la lluvia que no cesa.

En media hora más, ya han terminado con la colocación de los carteles. Su siguiente cita es a las tres de la tarde, de nuevo en Canaletes. Ahora sí la foto de familia es más grande. Unas 35 personas se reúnen en un semicírculo para que Astrid les inmortalice. A ella le ha tocado lo de tomar fotos porque le gusta. “Dicen que las hago muy bien”, cuenta. Aunque se trata únicamente de una afición.

El batallón se reparte en dos grupos. Han dividido su tramo en 23 partes. En las dos bocas de metro —de Liceu y de Catalunya— hay dos personas. En el resto, una por cada tramo. Van todos pertrechados con un chaleco verde, donde se puede leer “Organización” y reparten trípticos a las personas que caminan por La Rambla sobre la ANC, animando a la gente asociarse. “Bona Via!”, se despiden. Ahora llega el momento de asesorar a la gente. “Nos hemos apuntado a última hora. ¿Os va bien que nos quedemos aquí?”, pregunta a una de las voluntarias una pareja. “Por supuesto”, les dice. La respuesta se repite a la pregunta, que es la más común. “Ha habido un mal entendido con eso, la gente puede sumarse a la Via aunque no esté inscrita en este tramo”, cuenta Jordi Lleras, uno de los coordinadores.

A las cuatro de la tarde la cadena ya va tomando forma. A las 17.14, La Rambla está completa. A esa hora, los voluntarios hacen sonar una especie de sirena. La Via empieza.

La cadena de humanos aplaude, grita y pide por la independencia. Entre plaza de Catalunya, y la calle de Ferran, no cabe un alfiler. Los voluntarios han tenido que formar en algunos casos filas dobles y triples. Pero todo ha ido bien. Sin sobresaltos. La misión ahora es que todos aguanten, mientras Astrid toma las imágenes. No siempre se puede. A las 17.40 ya hay quien se sienta, agotado. A las 17.50 empiezan los primeros abandonos. Pero los voluntarios siguen al pie del cañón, hasta las seis de la tarde, cuando hacen sonar de nuevo la alarma. Ahora ya sí, la Via se ha acabado y ellos han cumplido, con creces.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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