La ventaja de ser pionero
El Festival de Televisión se consolida centrado en los estrenos nacionales
La alfombra naranja ha pasado de ser toda una desconocida a atraer las miradas de todo el sector televisivo en tan solo cinco años. “Parecía muy obvio, pero nadie lo había hecho”, resume Joseba Fiestras, director del evento que finalizó ayer su quinta edición, al ser preguntado por las claves de su éxito. “Es el festival de referencia por ser el único”, incide el crítico de televisión Alberto Rey.
“Queríamos un festival de cine, pero sin cine, con televisión, con baño de masas, con estrenos”, explica Fiestras, que ha logrado que un sector en el que existe mucha competición “agresiva” entre cadenas, todas ellas confluyan en el programa. La de la alfombra naranja es una “liturgia”, señala Rey, propia de la gran pantalla que, trasladada a la pequeña, es otra clave del éxito del festival, que cada vez enfoca más su programa a los grandes estrenos de series nacionales. La crisis ha ayudado a remarcar el FesTVal como el trampolín de los productos españoles, ya que el programa ha eliminado los estrenos de series extranjeras. Las dificultades económicas han frenado la internacionalización del evento, por la carestía de traer actores y creadores extranjeros. Rey no lo cree “tan necesario” porque una serie estadounidense eclipsaría los estrenos nacionales —un episodio de una ficción de EE UU fácilmente puede contar con el presupuesto de una temporada entera de otra española—.
La plataforma tiene
Esta plataforma para las televisiones se ha encontrado con el respaldo de las cadenas generalistas nacionales que envían a Vitoria sus estrenos, por ser al mismo tiempo un espacio promocional y un termómetro que adelanta los éxitos —en la quinta edición han convencido apuestas como la serie Galerías Velvet— y enciende las luces de alarma de los fracasos. El sector, en el que reina una feroz competencia entre cadenas, firma su particular tregua en el FesTVal, aunque las cadenas están juntas, pero no revueltas, salvo en los casos de las mesas redondas que se organizan para analizar el futuro del sector, sumido en una intensa búsqueda ante el reto de internet y las nuevas maneras de consumir los productos audiovisuales.
Fiestras apunta que la ciudad es una variable importante: “los actores lo comentan, el fenómeno fan existe, pero hay cierto respeto hacia el actor, tanto en la alfombra como cuando visitan la ciudad”. La madurez del FesTVal ha llegado rápido, algo que Rey observa en un detalle: “el festival ha adelantado un poco los tiempos de las cadenas, ya no esperan a final de mes para estrenar”.
Nacido en plena crisis, este foro televisivo mantiene una estructura mínima y un presupuesto menguante —de 250.000 euros, 10.000 menos que el año pasado, siete de cada diez aportados por el Ayuntamiento de Vitoria—. Media docena de personas trabajan durante el año contactando con las cadenas —desde la Asociación Cultural Fila Dos, la organizadora— y las decenas de personas que lo hacen posible durante una semana son jóvenes voluntarios locales.
El programa prescinde de los estrenos internacionales
Estructura minimalista —no hay ni una oficina permanente del festival— y juventud hacen que el FesTVal se amolde rápido a nuevas situaciones. Suprimió las referencias a la radio y retiró temporalmente la gala de apertura o los monólogos a pie de calle, así como la aspiración de organizar una segunda edición anual en primavera para los estrenos veraniegos. El intento de que este evento audiovisual también fuera un medio camino entre festival y mercado para las cadenas —como lo son otros foros internacionales— ha fallado con la presentación de pilotos a los que les falta quien los emita, idea que nació y murió en 2011. Rey echa en falta un espacio para las televisiones autonómicas —solo está ETB— y jornadas que muestren la situación de la industria, aunque reconoce la dificultad de esto último por la tensión entre productoras y cadenas.
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