Aragón requiere al MNAC la entrega de murales románicos del siglo XIII
Las pinturas fueron rescatadas tras el incendio del Monasterio de Sijena en la guerra
Nuevo capítulo de desencuentro entre el gobierno de Aragón y la Generalitat con el arte como detonante. El gobierno aragonés anunció ayer que requerirá al Museu Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) la entrega de las pinturas murales de la Sala Capitular del Real Monasterio de Sigena (Huesca). Consideran que los bienes “pertenecen clarísimamente” a la congregación de la Orden de San Juan de Jerusalén. Así lo explicó Roberto Bermúdez de Castro, consejero de Presidencia y Justicia y portavoz del Ejecutivo aragonés. Añadió que los murales —unas pinturas del siglo XIII consideradas obras maestras del románico europeo— están en depósito en el museo catalán “sin ningún título jurídico” de propiedad. El gobierno aragonés puntualizó que plantearán la cuestión a los tribunales si es necesario.
El motivo del litigio en esta ocasión son unas pinturas que también han tenido una vida azarosa con el estallido de la Guerra Civil. Un incendio en agosto de 1936 destruyó gran parte del Monasterio de Santa Maria de Sigena y con él buena parte de las joyas del románico que atesoraba: “Se perdieron gran parte de las pinturas murales que decoraban el recinto y se alteraron para siempre los colores de los fragmentos que sobrevivieron”, detalla el libro El Romànic a les col·leccions del MNAC. Lo que quedó fue rescatado en una “operación de salvamento” que organizó Josep Gudiol, historiador del arte y arquitecto y en aquel momento oficial de la república. Acompañado de un equipo de especialistas arrancaron las pinturas de los arcos y llegaron a Barcelona: “las pinturas se trasladaron con mucho cuidado a la casa Amatller donde se había improvisado un taller de restauración”, explica el propio Gudiol en sus memorias que recogen su activa labor de salvamento de patrimonio artístico dañado durante la guerra civil.
Los murales están considerados obras maestras del románico europeo
Las pinturas fueron restauradas bajo la dirección del propio Gudiol, con fondos que aportó el Ayuntamiento de Barcelona, y los murales quedaron depositados en 1940 en el MNAC. La restauración se pudo llevar a cabo gracias a la existencia de fotografías anteriores al incendio. En 1960, los murales se exhibieron por primera vez en el MNAC. Allí siguen en los arcos de una de sus salas.
Fuentes del museo precisaron que no habían recibido ninguna petición o comunicación del gobierno de Aragón. “Los murales son una de las grandes obras maestras de la colección”, subrayaron. Y quisieron dejar claro que a lo largo de estos años “un tratamiento de máxima prioridad al mismo nivel que las pinturas de Sant Climent de Taüll”.
No quisieron comentar nada a propósito de uno de los argumentos del gobierno de Aragón: que ni el MNAC ni la Generalitat tienen ningún título de propiedad de las pinturas que fueron depositadas. El requerimiento se produce después de que la Orden de San Juan de Jerusalén, propietaria del monasterio de Sigena, cediera al Gobierno de Aragón los derechos para reclamar la devolución de las piezas de arte. Para el gobierno aragonés, su demanda resulta tan justa como la que formuló la Generalitat para recuperar los papeles de Salamanca: “cada uno debe tener los bienes que son suyos”, en expresión del consejero aragonés Bermúdez de Castro.
Ferran Mascarell, consejero de Cultura, dijo desconocer los “términos que plantean” y que tras estudiarlos tendrán respuesta jurídica y política. Sí afirmó que espera que el gobierno aragonés reconozca el “hecho indudable del trabajo de restauración y valorización que han hecho profesionales catalanes desde 1940, cuando los murales estuvieron a punto de desaparecer”.
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