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Una mirada interior a la guerra incruenta del tomate

El fotógrafo Pablo Argente recoge en un libro imágenes de todo el ritual de la Tomatina

Una de las imágenes publicadas en el libro 'Días de rojo'.
Una de las imágenes publicadas en el libro 'Días de rojo'. Pablo Argente

El fotoperiodista Pablo Argente fue uno de los primeros en captar, hace casi diez años, las imágenes de la Tomatina de Buñol desde esos camiones atestados que proporcionan munición a los participantes en la popular en incruenta batalla del tomate que se celebra cada año a final de agosto. "Me he criado allí y soy una persona que conoce la fiesta desde dentro", explica este profesional de 36 años que no recuerda bien cuándo hizo la primera foto de la fiesta, pero si  conserva una instantánea o de si mismo en medio de la celebración de la mano de su padre. 

Por eso Dias de rojo, el libro autoeditado que este lunes ha presentado en la Librería Railowsky, tiene el valor adicional de reflejar la Tomatina "desde dentro de la misma fiesta, como en plan cámara subjetiva", señala el autor, que ya en 2009 cubrió el acontecimiento desde esos mismos camiones para la agencia France Press. Argente ha seleccionado varias decenas de fotos entre las muchas que, durante varios años ha registrado recogiendo "los momentos más importantes" de la fiesta que se celebrará este miércoles, el último de agosto.

Más allá de las características imágenes de la gran sopa roja con tropezones humanos en plena diversión que han dado la vuelta al mundo, "en el libro cubrimos", explica Pablo Argente, " todo el proceso desde que se carga el camión en la cooperativa hasta que la limpieza final, horas después" con la pericia propia de quien ha vivido ya cerca de 30 tomatinas. El libro también incluye un ensayo en el que el autor trata de explicar, entre otras cosas, las razones por las que miles de personas de todo el mundo se reúne para celebrar un acto que escapa a toda lógica. Para Argente, la Tomatina es especial, pero la respuesta de la gente "responde a una necesidad vital, de desconectar, en línea con otras fiestas populares que se celebran en un espacio público, tienen un fuerte componente lúdico e incluyen la posibilidad de lanzarse cosas".

Cuando las imágenes  de los "días de rojo"se difunden por el mundo, "hay mucha gente que lo ve y se dice: yo he de ir allí" y finalmente consigue desplazarse a Buñol para participar de lo que Argente califica de "catarsis" colectiva que anualmente convoca esta población valenciana. 

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