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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Preguntas, preguntas...

Algo les empuja, primero despacio, quizás para alargar ese momento de incertidumbre e inicio en espiral del miedo.

¿Dónde está el límite? Una buena pregunta que varía en estos extraños tiempos como las mareas o la luna, que hoy nos mira llena y a la que mañana alguien dará un mordisco. Así siento yo el éter, tenso, arisco y en posición defensiva. 

Como hemos visto en tantas películas, una pareja se encuentra tranquilamente en su coche, hablando, construyendo sueños, de esos que pintan sonrisas en las caras, y de repente llega por detrás un golpe seco, terrible. Algo les empuja, primero despacio, quizás para alargar ese momento de incertidumbre e inicio en espiral del miedo.

Pronto la fuerza que intenta moverlos se quita la máscara y se transforma en algo violento, inhumano, vacío de todo sentimiento salvo el de ejecutar con una mueca aséptica, falta de vida, repleta de avaricia. Como pareja normal que son nuestros amigos, habían estacionado en el lugar más bello, acorde con sus posibilidades, sin molestar a nadie salvo al que todo lo quiere, que sigue ahí, tratando de llevar el coche hasta el vacío, lanzándolo al abismo. Un gigantesco por qué corre por las mentes de los agredidos. Gritando secamente tratan de escapar, sin entender.

Esta secuencia, quién sabe si de serie Z, podría ser ficción y lo triste es que no lo es. Por supuesto que metafóricamente intenta describir las sensaciones o las actitudes de unos pocos que están intentando tirarnos al barranco, pero a lo que de verdad me gustaría que contestaras es a la primera pregunta, pues yo solo encuentro dos salidas que parecen una y media.

La segunda opción sería mucho peor en muchos sentidos y terriblemente esperanzadora en otros

Si aguantamos los latigazos y los arreos más allá de 900 días con sus noches, puede que ahí iniciemos algunos cambios, con un nuevo conductor que no sea un mentiroso acomplejado, egoísta e insensible, fruto de la promoción del más inepto. Al mismo tiempo habrá otros que intentarán llenar de cerveza la carretera para que desistamos de nuestra nueva ruta.

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La segunda opción, infinitamente mucho peor en muchísimos sentidos, más dura para todos los pasajeros, será cruel, caótica en muchas fases, y terriblemente esperanzadora en otras, muy desconcertante y terrorífica en su inicio. Puede que viejas fotos donde el Ejército transitaba nuestros caminos en cantidad recobren vida y regresen en alta definición.

Para llamar a esta segunda opción voy a utilizar una palabra que parece que está prohibida en las tertulias baratas que pululan por nuestra parrilla: revolución. Algo que empezó siendo el susurro de unos pocos y ya se ha transformado en quejido de muchos, de seguir esta ruta se transformaría en un alarido popular. Como el inicio de una gran ola, imparable. Los valientes también tienen un límite, como decía aquel personaje de una película. Pregúntate tú, ahora...

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