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Imprudencias que no se pagan

Interior solo ha impuesto dos veces desde 2009 la tasa que cobra los rescates a montañeros La ambigüedad de la norma dificulta su aplicación

Rescate a un montañero en Caldes de Boí, en 2010.
Rescate a un montañero en Caldes de Boí, en 2010.Herminia Sirvent

Las imprudencias no siempre se pagan. La amenaza de la Generalitat de hacer pasar por caja a quienes requieran un rescate por su comportamiento imprudente en la montaña no ha surtido efecto. En lo que va de año, los bomberos han realizado un total de 559 rescates en el medio natural, 86 más que durante el mismo período de 2012. Unas operaciones que pueden salir muy caras si se tiene en cuenta que su coste puede alcanzar hasta 3.000 euros la hora. De todos los servicios realizados este año, el Departamento de Interior solo estudia tres casos susceptibles de ser cobrados, uno de ellos por tener que rescatar al perro de un escalador que se quedó atrapado en una pared y no podía subir ni bajar.

Los datos no son muy diferentes si se tiene en cuenta toda la serie histórica, que arranca en 2009 cuando Cataluña fue la primera comunidad en aprobar una normativa contra las imprudencias en la montaña. Desde entonces, con el tripartito aún en el poder, la tasa solo ha sido aplicada en dos ocasiones, ambos por rescates realizados en marzo de 2011.

En lo que va de año, los bomberos han realizado un total de 559 rescates en el medio natural, 86 más que durante el mismo período de 2012

Los dos se ajustaban al supuesto legal de “hacer una actividad en zonas señaladas como peligrosas”. En uno de ellos, el operativo se movilizó porque un esquiador quedó sepultado en la estación de esquí de Masella por un alud que alcanzó a otras tres personas cuando esquiaba fuera de pistas. En el rescate intervinieron 35 bomberos, 10 vehículos y 2 helicópteros, por lo que el importe de la factura ascendió a más de 18.000 euros. La sanción está recurrida, aunque el infractor ha tenido que depositar una fianza. Quienes sí han abonado el coste del servicio —680 euros— han sido los cuatro jóvenes que tuvieron que ser evacuados cuando el vehículo en el que viajaban quedó atrapado en el agua cuando intentaban cruzar el río Murga por un acceso prohibido para eludir un control de alcoholemia. En este caso actuaron 9 bomberos y 5 vehículos.

Sebastià Massagué, jefe de los Grupos Operativos Especiales de los Bomberos de la Generalitat, destaca que “el objetivo de la tasa no es recaudatorio”, sino hacer reflexionar entre los practicantes de actividades en la montaña para que “actúen con sentido común”, planifiquen las rutas, estén atentos a los partes meteorológicos y adapten “la actividad a sus condiciones físicas y técnicas”.

De todos los servicios realizados este año, el Departamento de Interior solo estudia tres casos susceptibles de ser cobrados

Massagué explica que, aunque cada vez hay más gente que va a la montaña, muchos servicios, sobre todo los relacionados con la búsqueda de personas extraviadas, se podrían evitar si se tuviera más formación y conocimiento del medio. Muchas veces este tipo de servicios son solicitados por terceras personas —como familiares preocupados porque el excursionista no ha regresado al atardecer— y estos casos no están contemplados en la norma. Esta indica que deberán pagar el servicio prestado por los bomberos las personas que deban ser rescatadas en lugares señalizados como peligrosos, las que no lleven el equipo adecuado para la práctica de una actividad y las que soliciten el servicio sin motivos justificados.

“Es difícil delimitar los supuestos de conductas negligentes”, admite Massagué para justificar el escaso número de rescates que se pasan al cobro. Una hora de helicóptero cuesta 2.300 euros, 30 euros la de un bombero y 45 euros la de un vehículo. “Nosotros, como técnicos, pedimos que se revise el redactado de la normativa para que aclare determinadas ambigüedades”, concluye el responsable de los Bomberos de la Generalitat.

Jordi Merino, presidente de la Federación Excursionista de Catalunya, admite que el aumento del número de rescates se debe a que cada vez hay más personas que realizan actividades en la montaña sin tener la suficiente preparación y conocimiento del medio.

La entidad excursionista, con 38.000 federados, está en contra del cobro de una tasa a quien actúe con negligencia y es partidario de impulsar cursos de formación en todas las modalidades que se practican en la montaña.

“Subir al Pedraforca con sandalias es una imprudencia que puede acabar con un esguince y la salida de un helicóptero”, señala Merino, para quien la formación es esencial para reducir el número de accidentes: “A más formación, más seguridad, aunque el riesgo cero en la montaña no existe incluso teniendo formación técnica”, recuerda…

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