Cien millones por cada décima

La Generalitat Valenciana vive de prestado porque no llega a final de año. Desde que reventó la burbuja inmobiliaria y se asentó la crisis económica, la recaudación fiscal ha caído tanto que la Administración autonómica no recibe ingresos suficientes. El Consell ha descubierto estos últimos años que la sociedad valenciana no es tan rica como parecía. Al menos, no tan rica como para afrontar el presupuesto de su Gobierno y aportar dinero a la financiación de las comunidades autónomas. Y todas las miradas se han dirigido a ese sistema.

La Comunidad Valenciana tiene “una renta per cápita inferior a la media, una balanza fiscal negativa y recibe una financiación inferior a la media”, destaca el borrador de un informe que la comisión de economía del Alto Consejo Consultivo en I+D+i entregó este marte al presidente Alberto Fabra. Es algo que ya constató el comité de expertos nombrados por las Cortes Valencianas, al denunciar que no se puede ser contribuyente neto cuando la renta es inferior a la media, pero Fabra optó por retrasar la asunción práctica de sus conclusiones y recurrió también a los economistas de los premios Jaime I.

El desequilibrio produce déficit y endeudamiento. Los mecanismos de rescate del Gobierno de Mariano Rajoy, el Plan de Pago a Proveedores y el Fondo de Liquidez Autonómico, han servido al Consell para capear el temporal. Pero esas aportaciones son préstamos que hay que devolver y han hecho crecer el servicio de la deuda a 1.200 millones de euros (el 1,2% del PIB aproximadamente).

La valenciana, con un 3,5%, fue la comunidad con peor déficit el año pasado

El propio presidente recordó esa cifra el viernes, al hacer balance de sus dos años en el cargo. Fabra vino a decir que, si el Gobierno, como ocurrió en junio, sitúa el límite de déficit en el 1,3% del PIB (el objetivo inicial era del 0,7%) todo se irá en intereses y no habrá margen real para la Generalitat. Cada décima de déficit son 100 millones de euros, recordó el jefe del Consell, que destacó el esfuerzo de ahorro realizado por el Ejecutivo valenciano, pese a lo cual, con un 3,5%, obtuvo el peor dato de déficit el año pasado, dos puntos por encima del límite.

“Si no hubiera financiación asimétrica, no estaríamos pidiendo déficit asimétrico”, alegó Fabra, que habló de conseguir que el objetivo se sitúe en el 1,7% o el 1,8% para las comunidades que vienen de una situación peor. El presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, va más lejos, y ha dicho no estar dispuesto a elaborar unos presupuestos si el déficit no puede acercarse al 2%.

Mientras tanto, otras comunidades, como Extremadura, gobernada por José Antonio Monago, del PP, se muestran radicalmente contrarias al “déficit asimétrico” o a la carta. Ya hubo en mayo un serio desencuentro entre los barones territoriales del PP sobre el asunto y hace unos días Rajoy intentó suavizar la postura de Monago, mientras este martes mismo Mas, desde Cataluña, y el popular Ignacio González, desde la Comunidad de Madrid, calentaban con posturas discrepantes el ambiente de cara al Consejo de Política Fiscal y Financiera que presidirá este miércoles el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

En la reunión, donde se alineará junto a sus colegas de Cataluña o Murcia, el consejero de Hacienda y Administración Pública, Juan Carlos Moragues, tendrá muy en cuenta que cada décima de déficit arañada serán 100 millones que podrá rebajar a un recorte de gastos que, aun así, rondará los 1.500 millones.