La investigación que condenó a Maeso
Publicado el estudio genético que sirvió de prueba para la sentencia del Juan Maeso El anestesista fue encontrado culpable de contagiar el virus a 275 pacientes El trabajo, elaborado por la Universitat de València, lo edita la revista 'BMC Biology'
Un estudio genético demostró que el anestesista Juan Maeso infectó a 275 de sus pacientes la hepatitis C. La investigación sirvió como prueba de peso en el proceso judicial para la condena del especialista hace seis años por el mayor contagio conocido del virus. Ahora, el grupo de científicos de la Universitat de València que elaboró el trabajo, único en su categoría por el elevado número de casos, lo ha publicado en la revista BMC Biology.
Las claves del trabajo habían permanecido ocultas hasta el momento por dos motivos. Por un lado, no se podían difundir hasta que el procedimiento judicial se diera totalmente por cerrado hasta el último recurso. Por otro, el proceso de análisis del comité de evaluación de la revista que ha publicado la investigación ha sido especialmente meticuloso. “Ha durado más de un año”, apunta el catedrático de Genética Fernando González, uno de los autores del artículo, junto a, entre otros, Andrés Moya, director científico del Centro Superior de Salud Pública de Valencia.
Los estudios epidemiológicos fueron los primeros que apuntaron hacia Maeso como el origen de la epidemia. Pero no eran suficientes. Faltaba por definir el trazo fino del contagio. Por ejemplo, el número exacto de personas infectadas por el anestesista de todos los candidatos que decían haber sido atendidos por Maeso.
Para ello, había que determinar qué virus estaban emparentados entre sí y así establecer una relación de filiación entre la fuente y los contagios. Esta es una tarea muy compleja en el caso de un virus, como el de la hepatitis C, con una gran capacidad de mutación. Para ello, los investigadores aplicaron procedimientos estadísticos -que describen en el artículo- que permitieron concluir que había 275 muestras de virus de pacientes que tenían un origen común con el de Maeso. “Como epidemiológicamente sólo había un vínculo común, que era el contacto con el anestesista, se demostró que necesariamente el origen del contagio estaba en Maeso”, apunta González. Ello, además, supuso la exclusión del proceso judicial de 47 personas cuya infección tenía un origen distinto.
Otra de las aportaciones de gran valor en el proceso fue un estudio que permitió reconstruir la evolución del virus en los pacientes y, de esta forma, aplicar este patrón de forma inversa para fijar la fecha probable del momento en el que se produjo el contagio. Si al cruzar estas fechas se solapaban con las de las intervenciones, se podía establecer una relación aún más firme entre el anestesista y la infección."La coincidencia fue de casi el 95% con los días asignados de forma independiente por la fiscalía [relativas a las operaciones]", señala Fernando González.
De esta forma, “no solo se consiguió vincular los virus de los pacientes con los de Maeso, también establecer el momento en el que se produjo el contagio”, señala el investigador.
La publicación de los detalles de la investigación "es muy importante", destaca Fernando González, por lo que representa como aval de la comunidad científica al trabajo realizado. "El escrutinio de la comunidad científica es todavía más complejo que el judicial".
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