El acusado de matar a tres vecinos en Castellar no recuerda dos homicidos
José Francisco Panells reconoce el apuñalamiento de dos víctimas La fiscalía pide 45 años de prisión e indemnizaciones que suman 659.000 euros
José Francisco Panells, de 35 años, ha reconocido este lunes, el primer día de su juicio, haber apuñalado a dos personas y forcejeado con otra. Es lo que este hombre, acusado de haber matado a tres vecinos y de haberlo intentado con otros dos en la pedanía valenciana de Castellar, ha afirmado recordar de la noche del 28 de octubre de 2011. Panells, que se enfrenta a una posible condena de 45 años de prisión y a indemnizaciones que suman 659.524 euros, ha declarado en la vista que se celebró en la Audiencia de Valencia que no recuerda haber acabado con la vida de un niño de 13 años ni con la de una vecina de 77 años.
Panells residía en la puerta seis de la finca ubicada en la calle de Poetisa Leonor Perales y Escalante. Según el escrito del fiscal, a las nueve de la tarde del día del suceso cogió un cuchillo de cocina, se lo escondió en el bolsillo y entró en la puerta número cinco, donde había dejado a su hija recién nacida con Dolores, su vecina. Una vez dentro de esta vivienda, le clavó el cuchillo tres veces en la espalda. La mujer, que salvó la vida, escapó hacia la vivienda de la puerta siete. Su marido no tuvo la misma suerte. Acudió al lugar alertado por los gritos y el procesado le clavó hasta 20 veces el cuchillo, lo que le provocó la muerte. Extrañado por los ruidos que oía en su casa, el hijo de 13 años de esta pareja salió de su habitación y también murió acuchillado.
Solo recuerdo haber apuñalado a dos personas y forcejeado con otra. Ojalá me acordara de todo, para esclarecerlo. Pero no me acuerdo
Seguidamente, el procesado acudió al domicilio donde se había refugiado Dolores y comenzó a dar golpes fuertes en la puerta para intentar entrar. La vecina del número ocho, una viuda de 77 años, salió alarmada por el ruido y recibió una cuchillada en la región mamaria izquierda, lo que también le causó la muerte. El vecino de la puerta 13, también alertado por el ruido, acudió al rellano de la planta segunda. Cuando se iba a asomar por la puerta abierta, de la casa de Dolores, Panells intentó clavarle el cuchillo en la espalda. Ambos forcejearon y cayeron por la escalera entre el segundo y el primer piso. Alertadas las fuerzas policiales, el acusado fue detenido. “Soy malo. Mátenme”, dijo ya en la cárcel, según recuerda un policía.
“Solo recuerdo haber apuñalado a dos personas (Dolores y su marido) y forcejeado con otra. Ojalá me acordara de todo, para esclarecerlo. Pero no me acuerdo”, ha manifestado el acusado a lo largo de la media hora que duró su testimonio. Tampoco sabe los motivos de lo ocurrido, pero ha reconocido que ese día había tomado “un gramo de coca y ocho o nueve botellines de cerveza” después de regresar del trabajo. Y, llorando en varias ocasiones, ha pedido perdón a las víctimas, con quienes “nunca había tenido ningún problema”. “Todo era perfecto, tenía trabajo, coche, casa, mujer y una preciosa hija”. La defensa pide su absolución alegando enajenación.
Tenía la obsesión de matar, parecía que todo le daba igual. Ni gritaba ni nada
Para Dolores, Panells “estaba normal” cuando entró en su vivienda para recoger la hija. Ha explicado que cuando iba hacia la puerta y el acusado le seguía, notó un golpe en la espalda. En un primer momento, “como era Halloween, pensaba que era broma”.
El otro vecino que sobrevivió al ataque tampoco tuvo la impresión de que el acusado hubiera bebido. “Tenía la obsesión de matar, parecía que todo le daba igual. Ni gritaba ni nada”.
Para la acusación particular, “por un gramo de cocaína y unos quintos no matas a tres personas en ataques sucesivos”. “Una persona en estado catatónico no esconde el arma del crimen ni ataca selectivamente”, ha destacado, haciendo referencia al hecho de que no hizo daño a su hija. La acusación reclama para Panells 90 años de cárcel, 20 por cada uno de los tres asesinatos y 15 por cada uno de los intentos.
El Ministerio Fiscal ha concluido que el procesado “tenía afectadas de un modo importante, pero sin anularlas, las facultades intelectivas y volitivas por una alteración momentánea de su estado psíquico”, debido al consumo de alcohol y cocaína. Pide, además de los 45 años de cárcel y las indemnizaciones a las familias, la prohibición de volver a Castellar durante 10 años una vez cumplida la condena.
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