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Dejad que los niños vengan al Queen’s

El jefe de la mafia de los burdeles de Lugo criaba a su hija en un club y el juzgado investiga si tramitaba la acogida del bebé de una prostituta muerta

José Manuel García Adán entra a un juicio sobre trata en marzo de 2012 en Pontevedra.
José Manuel García Adán entra a un juicio sobre trata en marzo de 2012 en Pontevedra.CARLOS PUGA

“¡A trabajar, putas!”, iba gritándoles a las empleadas de su padre la pequeña A. mientras paseaba a sus anchas por las salas color salmón del Queen's. La niña de los ojos del principal imputado de la Operación Carioca, José Manuel García Adán, dejó tras la gran, definitiva, redada, bicicletas y juguetes en la trastienda del negocio, el cuartel general de esa mafia de proxenetas y agentes del orden que fue desarticulada a finales de 2009 y que se convirtió en la puerta que llevó a todas las grandes operaciones judiciales que han estallado en Lugo desde entonces. En el sumario abundan los testimonios de víctimas de trata que trabajaban a las órdenes de Adán y que, muchas veces consumidas de amor y veneración por él, relatan a la juez Pilar de Lara el cariño que sentía el supuesto cabecilla de la trama por los niños.

Es el mismo hombre que aparece en otros párrafos de la inacabable instrucción descrito como un ser extremadamente violento, “sobre todo cuando estaba colocado”, que despachaba a sus trabajadoras pastillas abortivas y que además contaba con un amigo ginecólogo que le echaba una mano cuando se trataba de zanjar a tiempo un embarazo incómodo para algún prestigioso cliente. Aunque la chica desease dar a luz ese niño.

Este arzuano de fatal infancia (su padre terminó matando con saña a su madre) no solo traía en palmitas a su querida A., protagonista entre otros episodios de un bautizo que reunió a la flor y nata del hampa y que dio lugar a unas fotos incluidas como prueba (de la amistad entre proxenetas, policías y guardias civiles) en la instrucción. Además, Adán, supuestamente rodeado de amantes pero entonces casado con Bibiana López, que más tarde lo denunció por malos tratos, se había desvivido por otro crío.

El pequeño, alegre y sociable B., nacido en noviembre de 2001 en el hospital de Lugo probablemente como fruto de la tormentosa relación de dos jóvenes colombianos, quedó bajo la custodia de José Manuel García Adán a principios de agosto de 2003, durante el velatorio de su madre.

La joven había emigrado a España —según declaró en un informe que remitió a la Xunta desde Bucaramanga la abuela materna del niño— siguiendo los pasos de un compatriota, camarero en un club de alterne de Ordes, y acabó trabajando de prostituta. Cuando el bebé vino al mundo, la chica escogió como padrinos al propio dueño del Queen's y a una tía del supuesto padre colombiano de la criatura, también residente en Lugo. Sin embargo, antes de que el posible progenitor reconociese a B. como su hijo, la madre falleció en Lalín en un accidente de tráfico. Durante las exequias, según diversos testimonios recogidos en el sumario Carioca, la madrina dejó al cuidado de Adán, el padrino, a ese menor que todavía no había cumplido dos años.

“Adán tenía locura por ese niño”, contó a la magistrada una empleada del chulo. “De vez en cuando” lo llevaba al Queen's y el crío, inscrito como de padre desconocido en el Registro Civil, lo llamaba siempre “papá o papi”. El proxeneta tanto lo quería, sigue describiendo en su declaración la testigo, que “lo mandó a un colegio interno” tras morir la madre.

La juez de la Carioca trasladó todo lo que había investigado al ‘caso Bebé’

Lo cierto es que no fue Adán quien tomó tal decisión, sino la delegación de Menores de la Xunta en Lugo. Alertada por un juzgado de Lalín, donde había tenido lugar el siniestro mortal, la en aquel entonces Consellería de Familia declaró el desamparo del pequeño y lo internó en el Hogar Madre Encarnación, la misma residencia de monjas de Lugo que vivió un registro de documentación en 2011, como consecuencia de la llamada Operación Bebé.

Casi simultáneamente, una abogada de la Xunta hizo valer en el juzgado los derechos del niño sobre la posiblemente importante indemnización del accidente de la madre. Y casi a la vez, también, el supuesto padre biológico del bebé advirtió a la Xunta de que, días antes del siniestro, había acordado al fin con la madre reconocer a B. como su hijo. Enseguida se sometió a una prueba genética y presentó una demanda en el juzgado para determinar la filiación extramatrimonial. Lo único que pedía era que la Administración accediese a realizar una analítica al niño para contrastar los resultados. También que le dejasen visitar al bebé en la residencia de las monjas. Después de varios meses de insistencia, de idas y venidas por los empinados derroteros judiciales, no consiguió ninguno de sus objetivos y además descubrió que con una diligencia insospechada Menores había puesto fin a la tutela de B. y lo había mandado a Colombia con su abuela materna, que también lo reclamaba.

Para adoptar esta medida, la consellería se basaba, según se desprende de la investigación que llegó a hacer De Lara y que luego trasladó a la instructora del caso Bebé, en unos cuantos informes remitidos por organismos colombianos. En ellos se decía que la madre de la prostituta fallecida tenía una casa de cuatro habitaciones, con luz, gas y agua corriente, y unos ingresos de 800.000 dólares que le reportaba una tienda instalada en uno de los cuartos del propio domicilio. Con el niño allá, las posibilidades de efectuar esa prueba de paternidad que reclamaba en los juzgados y en la Xunta el supuesto progenitor se diluían en el océano.

Pero toda esta historia no irrumpió de lleno en la instrucción de la Operación Carioca, madre de la Pokémon, la Manga y la Bebé, al tiempo que tía carnal de la Campeón, hasta que un buen día llegó al juzgado de Instrucción 1 de Lugo una carta anónima dirigida a la magistrada. En ella, un hombre que prefería no identificarse por su propia seguridad, daba datos muy concretos acerca de un supuesto “certificado de idoneidad” firmado por un médico de la ciudad a favor de Adán y su mujer, y de la tramitación en otro juzgado de Lugo, en el año 2003, de un “expediente de filiación” por parte del matrimonio con relación al niño huérfano que todo el mundo reclamaba. El informante anónimo hacía referencia a la Operación Bebé, que intenta desentrañar si ha habido irregularidades en la tramitación de expedientes de adopción por parte de funcionarios de Menores entre 2001 y 2011, antes de aportar muchos detalles. Los remitía, no obstante, a la investigadora de la trama de los burdeles porque el caso atañía a Adán, un personaje clave que actualmente agota el tiempo de su prisión preventiva sin que termine de llegar la hora del juicio.

De estos trámites que emprendió el temido proxeneta para llevarse al pequeño B. a casa, en el sumario Carioca no hay demasiadas huellas. En la documentación obtenida de la Xunta a requerimiento de la juez no se cita que Adán solicitase quedarse con el niño. El juzgado logró, no obstante, recabar cierta información de manera paralela en los registros que se hicieron en los burdeles del imputado. Está, por ejemplo, un certificado de correos fechado el 31 de octubre de 2003. Se trata de una carta de Menores: se convoca a Adán y a su señora a una entrevista que aparece definida bajo el epígrafe de “citación acollemento”. En aquellas fechas B. ya no iba por el Queen's y llevaba un par de meses con las monjas. En un informe sobre la evolución del pequeño que firma la directora de Madre Encarnación, se cuenta la de veces que ha ido “el padrino” a visitarlo. La religiosa comenta que el hombre parece buena persona y se preocupa por el niño.

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