Ontañón, el fotógrafo de personas
Valid Foto expone en Barcelona una selección de sus imágenes de los años 50 y 60
Familia andaluza es una fotografía realizada en 1966 por Paco Ontañón (Barcelona, 1930-Madrid, 2008) en la que al menos 15 personas, apretujadas y enmarcadas en el quicio de una puerta, miran a los ojos del espectador, componiendo una imagen claustrofóbica. Es una de las fotografías icónicas del fotógrafo que, desde 1988, puede verse en el Museo Centro Nacional Reina Sofía de Madrid —que conserva una docena de sus obras— en la misma sala en la que se exponen fotografías de los años cincuenta y sesenta y esculturas tan conocidas como Hombre y Mujer, de Antonio López. Es también una de las 57 fotografías de la exposición Francisco Ontañón. Lo social y lo humano que la galería barcelonesa Valid Foto le dedica hasta finales de mes.
Perfeccionista y metódico, disparaba cientos de fotos para luego seleccionar tres, y siempre pensaba que su mejor fotografía era la que no había hecho. Sin embargo, Ontañón fue fotógrafo por casualidad: siendo un empleado de banca, tras llevar unos recibos a un laboratorio fotográfico. Amigo de otros fotógrafos como Ramón Masats, Oriol Maspons, Joan Colom, Ricard Terré, Xavier Miserachs y Josep Maria Casademont, en 1959 se trasladó a Madrid para incorporarse en la recién creada Europa Press, donde acabó sentando las bases del fotoperiodismo que luego se hizo en España.
En la exposición, formada por copias de autor de los años ochenta, se pueden ver algunas de sus fotos, en blanco y negro, más emblemáticas y conocidas —además de Familia andaluza— como Niño con pistola (1959), en la que el fotografiado, mitad pícaro, mitad inocente, como una especie de Lazarillo moderno, apunta al espectador con una pistola de plástico, o Matrimonio en Mobilette (1954), en el que la familia de padre, madre y bebé, más equipaje, viajan en una endeble moto, en una imagen que nos parece imposible repetir en la actualidad.
Las fotografías —puro neorrealismo italiano— han estado seleccionadas por los comisarios Fernando Peracho y Ángel Albarrán, captan la difícil lucha de supervivencia de aquellos años y reflejan la realidad sin tapujos, sea en el interior de las casas o en calle.
Es el caso de Se acen portes, realizada en una calle de Barcelona en 1955, en la que el espectador desea subirse a ese camión y compartir con el niño y el perro el trayecto. También hay imágenes de sus múltiples viajes —fue fotógrafo de plantilla de EL PAÍS—. Es el caso de la glamurosa Modelo en Roma (1960), o la serie realizada en una calle de Nueva York en la que una persona disfrazada de árbol de Navidad anuncia una joyería. También se exponen actividades lúdicas, al menos de entrada, como una atestada playa donde los bañistas parecen no poder parar quietos pese a los problemas de espacio. Combates de boxeo, como la serie de nueve imágenes de Fred Galiana en 1961 en las que hace un seguimiento desde su concentración previa a la pérdida del título, o corridas de toros como una en la que lidiaba un joven Jaime Ostos. Impagable son las imágenes de bodas en las que fija su objetivo en los personajes más desconcertantes, como una novia hombruna o la suegra con cara de pocos amigos de Boda en Salamanca (1959).
Parecería que la obra de Ontañón tendría que ser reconocida y expuesta. Pero no es así. La exposición de Barcelona es la tercera individual, tras la del Palau Robert de 2006 —“Esta profesión satisface mi curiosidad por la vida y el deseo de explicar la vida de los más débiles”—, escribió Ontañón para la exposición. En la galería Artesonado de La Granja de San Ildefonso de Segovia, se pudo ver la segunda: Más que niños, en 2012, las dos comisariadas por la especialista Laura Terré.
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