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OPINIÓN

Azkuna afila el dardo

El alcalde de Bilbao envía por carta un repaso crítico de la situación económica y política

Iñaki Azkuna está en forma; al menos, intelectualmente. Le ha valido la primera oportunidad para manifestarse una vez recibido el alta hospitalaria y proyectar, con un reconocido acento intelectual, una intencionada visión crítica de la actual situación económica, política y social en Euskadi y en España que refleja la plena vigencia del denominado estilo Azkuna.

Con el lícito pretexto de rememorar el origen de Osakidetza hace ahora 30 años desde la atalaya de su responsabilidad directa entonces en el proyecto, el alcalde, por medio de una extensa carta que sirvió de presentación a la conferencia del consejero vasco de Salud, Jon Darpón, tomó la temperatura al día a día con el lápiz quizá más afilado que de costumbre.

Azkuna volvió a situarse en la placidez del verso libre para lanzar el dardo a quienes entiende que no son responsables del delicado momento que se vive. Fue desde esa posición desde la que no dudó, por ejemplo, en criticar la convocatoria de una huelga "que no es general" para el 30-M, advirtiendo, además, del pernicioso resultado de haber permitido una sumisión a las exigencias sindicales.

En su tono exigente, el mismo con el que deploró la irresponsabilidad de algunos medios de comunicación abducidos últimamente por los sucesos y las tertulias estrafalarias, Azkuna mantuvo invariable la tesis de su política de adecuación económica. Lo justificó por encima de soportar la acusación de neoliberal, convencido como está de su compromiso con la garantía del servicio público y sin olvidarse de criticar a Europa por no proponer alternativas a sus políticas

En la exposición del descargo, expresado por Ibone Bengoetxea con una soltura que acercó todavía más la intensidad del mensaje, el alcalde de Bilbao, crítico con la corrupción, no se olvidó de nadie. Para ello, tejió un artículo en el que acercó pasajes históricos con realidades presentes, enjugados con puntuales borbotones enciclopédicos a los que acostumbra. Fue en ese contexto en el que desarrolló la teoría de que "España es un país cainita", donde se han perdido demasiadas fuerzas "en echarnos las culpas los unos a los otros".

En esa visión de Estado, Azkuna recuperó el acento integrador apelando a un gran pacto interpartidario porque reconoce que la mayoría gubernamental es insuficiente. Pero la línea argumental del aviso también le sirvió para su traslación a Euskadi. Fue entonces cuando aludió a la desunión, favorecida, añadió, por las luchas fratricidas. Vaya, que nadie se pudo sentir indiferente. Azkuna sigue presente.

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