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La galleguidad cotiza a la baja

Los economistas defienden las ventajas de la entrada de capital extranjero. “Lo importante es mantener las sedes”, destacan

El astillero Barreras en Vigo
El astillero Barreras en Vigo LALO R. VILLAR

Barreras será mexicana, el Banco Gallego acaba de ser comprado por el Sabadell catalán y el Etcheverría por el venezolano Banesco. La “galleguidad” de empresas simbólicas llena la boca de los políticos: la oposición lamente su pérdida, la Xunta garantiza su continuidad. Pero esa “galleguidad” no cotiza al alza entre los economistas patrios, que ven más pros que contras en unas operaciones que consideran puntuales. Los expertos consultados prefieren una visión de conjunto de una economía gallega a la que llega poca Inversión Extranjera Directa (IED), apenas el 1% de España, pese a que produce más del 5% del PIB estatal.

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El economista Xan López Facal, que en su juventud trabajó en Barreras, pone el ejemplo del desembarco de Pemex en el astillero con una cantidad “anecdótica” de diez millones de euros, “una miseria que no supone nada en el total de inversión extranjera”. “Que entre en Barreras, aunque sea tomando la mayoría del capital, es bueno, porque abre mercados para el astillero”, dice, matizando que “más grave” es “que se transfiera tecnología a México”. López Facal prefiere quedarse con “lo útil del capital extranjero, aunque la posición de Galicia a veces es muy defensiva” y “falta política industrial”.

Similar visión tiene Santiago Lago, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo, para quien los recientes titulares no pueden obviar que “Galicia no es un foco de interés en el extranjero ni juega a serlo”. Lago y López Facal coinciden en que al tiempo que se destaca la “venta” de Barreras por diez millones se obvia que la cementera portuguesa Cimpor “acaba de capitalizar Corporación Noroeste, con sede en Vigo, con cerca de 300 millones”.

No siempre la entrada de capital foráneo en Galicia tiene final feliz. En 2010 la distribuidora francesa de electrodomésticos Darty se hizo con San Luis. Tres años después, acaba de anunciar su salida de España y envía al paro a sus 150 trabajadores gallegos. Otro ejemplo —aunque este directamente relacionado— con el desplome del ladrillo sería la venta de la inmobiliaria Fadesa a la madrileña Martinsa en 2006, que acabó en concurso de acreedores.“No hay nadie que meta dinero y esfuerzo en una empresa para hundirla”, justifica López Facal, quien añade que “no es lo mismo que el capital extranjero compre y luego cierre una empresa de distribución como Darty o una constructora como Fadesa, que tienen fundamentalmente empleados y son fáciles de desmantelar, que Alcoa o Citroën quieran cerrar sus fábricas”. A esa idea se apunta el economista y empresario Enrique Sáez Ponte, presidente del grupo ferretero coruñés Torres&Sáez, director general de Banco Pastor de 2000 a 2003 y miembro del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (Igadi). Para él, con la venta de Fadesa el empresario Manuel Jove logró fondos que volvió a invertir en Galicia. “Si hubiese seguido en Fadesa, hoy estaría en concurso, pero vendió y siguió invirtiendo aquí, como hizo el propietario de San Luis”, ejemplifica, para destacar que aunque el capital no tenga patria, los empresarios “viven donde viven, y se nota”. Una de esas inversiones de Jove fue en la textil Caramelo, ahora también en crisis y en busca de nuevos socios.

Capital foráneo

2006

Martinsa (Madrid) compra Fadesa.

2008

El fondo Citi (EEUU) compra Audasa.

Gas Natural (Barcelona) compra Unión Fenosa, en la que se había diluido la gallega Fenosa en 1982.

2010

El fondo CVC Capital Partners (Luxemburgo) compra R.

Darty (Francia) compra San Luis.

2011

Banco Popular (Madrid) compra Banco Pastor.

Citic Group (China) compra Gándara Censa.

2012

Banesco (Venezuela) compra Banco Etcheverría.

2013

Pemex (México) compra Barreras.

Banco Sabadell (Sabadell) compra Banco Gallego.

Novagalicia Banco, Pescanova y Caramelo necesitan capital...

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Citroën es el ejemplo recurrente para defender la entrada de capital foráneo. “A su alrededor se crearon empresas auxiliares que hoy son de lo mejor que tiene Galicia y que están saliendo al extranjero por su cuenta sin depender ya de Citroën”, dice López Facal. Y Lago abunda en el ejemplo para diferenciar entre “deslocalización y desgalleguización”. “Si Calvo monta una planta en Brasil, por ejemplo, no es porque no quiera contratar más gallegos, a lo mejor es la única forma de entrar en ese mercado, pero lo importante es que mantenga aquí su mayor valor añadido, su sede, como hace Inditex”. Por eso los consultados coinciden en valorar mejor el capital extranjero que el madrileño. “No me importa que Nestlé compre Pescanova porque no se la va a llevar a Suiza; lo que quiero es que la gestione bien y siga funcionando y dejando aquí el valor añadido”, pone como ejemplo Sáez Ponte, quien destaca que “a los británicos no les importa que les compren empresas si entra capital, me preocupan bastante más los puestos de trabajo”.

Tanto Sáez Ponte como López Facal ponen el ejemplo de la entrada del Citic Group chino en 2011 en la calderería Gándara Censa de O Porriño. López Facal destaca que “el grupo chino la puso a andar, incorporó tecnología y le abrió mercados”. Y Sáez extiende ese ejemplo al futuro incierto de Novagalicia Banco: “Mejor que entre un chino y deje aquí los servicios centrales y el valor añadido y no que se vaya a Madrid”. Venancio Salcines, presidente de la Escuela de Finanzas, reconoce la “pérdida de galleguidad evidente” de algunas firmas, pero señala que “los grandes empresarios gallegos que se están gestando en esta crisis todavía no tienen el tamaño suficiente como para ser visibles para la ciudadanía”, y cita a “un Antonio Agrasar con Plexus o a un Carlos Saavedra con Trison Acústica, empresas que facturan entre 20 y 30 millones y que están creciendo”. Otras empresas “perdieron su galleguidad el día que empezaron a despedir plantilla, a no pagar a acreedores o no prestar a sus clientes”, dice Salcines, para quien “lo que está por venir las hace menos gallegas pero más útiles para Galicia”.

Lo más grave a juicio de los economistas es que tras la necesidad de capital foráneo está, entre otros factores, la pérdida de capacidad financiera propia. Lago pone como ejemplo la toma de control de R en 2010 por el fondo de inversión CVC de Luxemburgo, o de Audasa y su grupo Itinere en 2008 por el estadounidense Citi, operaciones relacionadas con la salida de esas firmas de las entonces cajas o del Pastor. Galicia pierde el control de algunas empresas consideradas “gallegas”. Pero la historia, y los economistas, recuerdan que las familias fundadoras de Barreras en el siglo XIX o del Pastor en el XVIII eran catalanas, o que el impulsor del Etchevarría llegó a Betanzos desde Francia.

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