La gestión del viejo edificio de la Once correrá a cargo de los vecinos
Las entidades cívicas y sociales dejan claro que, pese a la cesión, se reservan “el derecho a criticar” al poder municipal
A más tardar a principios de 2015 abrirá sus puertas el antiguo edificio de la Once, en Calabria con Gran Via, reconvertido en un gran centro de equipamientos para el Eixample y de servicios municipales. Así lo anunciaron ayer el alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CiU), y el regidor del distrito del Eixample Gerard Ardanuy. Las actividades que se realicen en la finca, de 6.733 metros cuadrados, serán de gestionadas por los mismos vecinos.
El edificio fue comprado en el mandato anterior por 17 millones de euros. Su adquisición fue una de las condiciones que Esquerra Republicana impuso al bipartito de izquierdas para aprobar los Presupuestos. Desde 2007 permanecía tapiado. CiU llevaba en su programa electoral la puesta en marcha del centro. Tanto los vecinos presentes ayer en la comparecencia de Trias como Ardanuy se felicitaron por el proceso participativo para definir los usos del edificio.
Trias explicó que los trabajos para adecuarlo, que se terminarán a finales de 2014 si no hay contratiempos, costarán diez millones de euros. El alcalde explicó que el edificio también albergará las sedes de Barcelona Serveis Municipals (BSM) y la Dirección de Atención al Ciudadano (el 60% del espacio). El traslado de estas dos dependencias le generará al Consistorio un ahorro de 1,5 millones de euros anuales en arrendamientos.
La administración cívica ya se realiza en otros 19 equipamientos de la ciudad, como por ejemplo la Casa Orlandai. Según las normas de regulación de la participación ciudadana, este sistema comporta la obligación de destinar al equipamiento la totalidad de los beneficios que se puedan producir. Trias alabó el modelo por considerar que hace a los ciudadanos más responsables de lo público. “Es de sentido común hacerlo así”, dijo. El alcalde aclaró que aún se tiene que encontrar una fórmula para incentivar este tipo de administraciones, que “deben ser superiores a un mandato”.
“Desde abajo”
Pep Sala, representante vecinal en la reunión, aseguró que la gestión vecinal tiene sus riesgos, pues se hace a través de voluntarios. Sin embargo, agradeció que con la puesta en marcha del centro se pone punto final a una carencia de espacios que sufría el barrio de Sant Antoni.
El 40% del edificio corresponde a equipamientos de barrio. Allí habrá un teatro auditorio,aulas, espacios polivalentes, zonas de archivo y almacenes. Los usos de estas zonas “deben definirse desde abajo”, explicó Sala. “Habrá momentos en que seamos críticos con el poder”, advirtió el líder vecinal. El edificio también lo ocupará el Centro de Formación de adultos Pere Calders y el Centro de Normalización Lingüística.
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