Las baldosas de la discordia
Los vecinos del Poblenou boicotean las obras de reforma de su rambla
Reemplazar las baldosas de la rambla del Poblenou, ordenar las terrazas, mejorar la pendiente de las rotondas y llevar el paseo hasta el mar... Este es, a grandes rasgos, el proyecto que el distrito de Sant Martí, encabezado por el regidor Eduard Freixedes (CiU), tiene para la singular calle barcelonesa. De hecho, desde noviembre del año pasado el asfalto negro ya reemplaza a las losas de granito en algunas partes de la parte central de la calle. Ayer era el turno para las glorietas pero, in extremis, los vecinos boicotearon el inicio de las obras. Y ahora piden una consulta ciudadana para decidir el futuro de la rambla.
La reforma era una de las reivindicaciones históricas del barrio. El mayor deseo es llevarla hasta el mar, pero se trata de la fase más costosa. Freixedas, por lo pronto, decidió iniciar con las mejoras de la parte superior. El cambio de las baldosas al asfalto —similar al que hay en la rambla de Catalunya, por ejemplo— se justifica porque su mantenimiento es más barato y es más seguro para ancianos y personas con movilidad reducida.
El Ayuntamiento creó una comisión de seguimiento para analizar con vecinos, las entidades y los comerciantes el futuro de la reforma. “Se trata de un órgano donde te informan, no donde decides”, explica Francesc Xavier Pegenaute, de la asociación de vecinos del Poblenou. El líder vecinal cree que una intervención así necesitaba de una consulta ciudadana y alega que no se les informó de las obras en las rotondas. Una treintena de vecinos se reunió ayer a las 8 de la mañana para impedir que los trabajadores comenzaran su labor en la glorieta que cruza con la calle de Llul.
Por lo pronto, el Consistorio ha parado las obras hasta que los vecinos se pongan de acuerdo. Freixedes se reunió con los descontentos ayer. “Las máquinas están listas”, asegura una portavoz. La intención de las entidades, sin embargo, es dejarlo todo como está hasta dentro de una semana, cuando se reúne la comisión.
La visión de la rambla asfaltada levanta pasiones en el Poblenou. “Es muy feo, nos vamos a quemar en el verano”, apunta Maria Canga, una vecina de 72 años. “Nos dimos cuenta tarde de lo que se había decidido, es una pena”, se queja Josep Sánchez, otro residente de la zona.
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