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SITUACIÓN ECONÓMICA

A los comedores sociales, ya sin vergüenza

Se suceden las prestaciones sociales de colectivos y particulares ante los efectos de la crisis

Uno de los comedores sociales que funcionan en Vitoria.
Uno de los comedores sociales que funcionan en Vitoria.david aguilar (efe)

Cada vez son más los ciudadanos vascos con problemas económicos que aparcan la vergüenza que sentían por pedir ayuda y recurren a los comedores sociales para alimentarse junto a personas necesitadas de más de 30 nacionalidades.

Aunque no hay datos oficiales en el País Vasco sobre el número exacto de personas, autóctonos o extranjeros, que acuden a comedores gestionados por particulares, organizaciones sociales y ayuntamientos, varias asociaciones que se dedican a esta labor humanitaria han confirmado a Efe que está aumentando el número de vascos que necesitan alimentos básicos y ropa.

A los ciudadanos locales les sigue dando vergüenza pedir ayuda, pero se nota que muchos de ellos "ya la han perdido" debido a sus acuciantes necesidades económicas, según han explicado a Efe gestores y voluntarios de los comedores sociales de Vitoria.

También José Antonio Lizarralde, responsable del Aterpe de San Sebastián, un albergue que ofrece alojamiento y comida, confirma que "cada vez se ve más gente joven y una mayor proporción de autóctonos ya que antes muchos eran inmigrantes".

En las tres capitales vascas hay establecimientos de ayuda voluntaria

Es el caso de una madre de Vitoria y su hija que, con la única ayuda de 426 euros, tiene que hacer frente a un alquiler de más de 300 euros más gastos, de ahí que haya tenido que dejar a un lado su pudor y acuda a este servicio de comida gratuito para salir adelante.

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No obstante, en Euskadi la mayoría de los usuarios que acuden diariamente a estos locales son originarios de Marruecos y de América Latina aunque, por ejemplo, en el comedor de Desamparados de Vitoria, ha aumentado mucho el número de ciudadanos paquistaníes.

Este comedor social, el único subvencionado por el Ayuntamiento de Vitoria, sirve unas 600 comidas y cenas diarias, pero para poder comer en él es preciso pagar cuatro euros o tener una tarjeta que ofrece el consistorio a los que demuestren que están empadronados y que no disponen de recursos económicos.

Sin embargo, los requisitos exigidos por el consistorio vitoriano hacen que algunos indigentes, como un marroquí que vive en una chabola a punto de ser derribada y que tiene problemas con el alcohol, no coma la mitad de los días de la semana al negarle la tarjeta pública.

Por ello recurre a comedores gratuitos y sin ningún tipo de exigencia como el de la Catedral de Santa María, que da 123 almuerzos todos los lunes a quien lo necesite. Se financia a través de donativos, de productos de tiendas como carnicerías y pescaderías de la ciudad, del Banco de Alimentos y de los voluntarios.

Otro comedor de iniciativa privada es el de "Jesús", ubicado en la zona universitaria de Vitoria, que da unas 60 comidas todos los miércoles y viernes, y se subvenciona a través de donativos particulares y del Banco de Alimentos.

En este lugar, en el que también ofrecen ropa, se sienten como "una pequeña gran familia", según su responsable, ya que todos son voluntarios y son los propios comensales los que se ofrecen a hacer la comida, servirla y recogerla.

En la capital alavesa también destaca la labor altruista de un particular en el barrio de Puente Alto que ofrece albergue, comidas y cenas a unas 40 personas, muchas de ellas con problemas de alcohol y drogas, a las que se veta la entrada en otros centros.

En Gipuzkoa también se constata que cada vez más autóctonos necesitan ayuda para cubrir sus necesidades básicas y acuden al Banco de Alimentos del territorio, que pasó de atender a 17.500 personas en 2011 a 20.700 en 2012, un periodo en el que los kilos de productos distribuidos aumentó de 282.000 a 329.000.

En el Aterpe de San Sebastián, gestionado por Cáritas, se constata un incremento el número de entradas, aunque por el momento no se ha producido una "avalancha". "Todavía las familias tienen un efecto de contención" y son capaces de ayudar a sus allegados en apuros, pero esta situación puede cambiar si la coyuntura económica y, sobre todo el paro, sigue aumentando, advierte Lizarralde.

Los tres comedores sociales de Bilbao -Apostólicas de Cáritas, Francisanos de Iralabarri y Conde de Aresti- sirven a unas 300 personas 566 comidas al día -358 almuerzos y 208 cenas-, el mismo número desde hace años, ya que están prácticamente llenos todos los días.

Además, el albergue municipal de Elejabarri ofrece cada día unos cien desayunos, almuerzos y cenas a personas sin hogar que se alojan en el establecimiento. Esta atención sí se ha ampliado ante la fuerte demanda.

Las comidas las paga el área de Acción Social del Ayuntamiento, que ha aumentado en los últimos años la subvención a los comedores sociales -hace cuatro años era de 475.000 y este año 680.000 euros-. Los usuarios deben tener entre 18 y 65 años y unos ingresos por debajo de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI).

Además, el Ayuntamiento de Bilbao también palía otra necesidad que ha registrado igualmente un fuerte incremento en los últimos años, la de las familias que pueden cocinar en su casa pero que no tienen dinero. En estos caso el consistorio destina 80.000 euros al Banco de Alimentos, que les facilita la comida.

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