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La calle se convierte en escenario en Barcelona en el Día Mundial del Teatro

La jornada, didáctica y reivindicativa, muestra las distintas facetas del arte escénico

Lluís Pasqual lee el manifiesto de la asociación de actores y directores.
Lluís Pasqual lee el manifiesto de la asociación de actores y directores. CARLES RIBAS

Los actos programados ayer en Barcelona para celebrar el Día Mundial del Teatro habrán servido o no para acercar las artes escénicas a la ciudadanía, objetivo principal de la jornada, pero sí que valieron como muestra de todas las apariencias que el teatro puede adoptar. Un pequeño escenario situado en la plaza Universitat fue acogiendo a partir de las seis de la tarde pequeños sketches de espectáculos actualmente en la cartelera barcelonesa y, aunque estos fueron finalmente menos de los que estaban previstos, los asistentes —unos 300 entre profesionales del sector, espectadores y curiosos— pudieron acercarse al teatro de puro entretenimiento con los chistes de Reugenio, actualmente en el Club Capitol; al teatro musical con el fragmento de Cuentos cruentos y el de The Wild Party del Teatre Gaudí, y al teatro infantil con Hansel i Gretel del Teatre Regina. El teatro de calle quedó representado por los componentes de la Brigada Urbana de Humor, unos tipos con cascos y chalecos naranjas que se metían con y entre el público. Y el carácter, si no improvisado, sí un poco de andar por casa del conjunto, lo acercó al teatro amateur.

José Luis Gómez, director del Teatro de La Abadía y miembro de la Real Academia de la Lengua, habló precisamente de la definición y función del teatro en la conferencia que pronunció en el Teatre Romea, una interesante master-class sobre "las cosas y el oficio del teatro" tras un preámbulo que empezó con un fragmento de Kaspar de Peter Handke y que le llevó a evocar su relación con la capital catalana. "El traje del teatro está cosido con muchos hilos", leyó, y tirando de ellos fue definiendo el papel de cada uno de los artífices que intervienen en este gran "juego que busca la supervivencia y la salud común".

Dejó muy claro Gómez que, a diferencia de lo que opinan algunos, para quienes el teatro es diversión, entretenimiento y distracción, es decir, que aparta al espectador de sí mismo, "el teatro nos enfrenta con nosotros mismos y más que respuestas ofrece un torrente de preguntas que nos ayudan en la búsqueda del sentir".

Definió el papel del actor como una "figura troncal, el eje del hecho teatral"; habló del autor, quien "tamiza la lluvia de palabras que llenan su mente" para que la obra “tenga consistencia"; del director escénico, "esa figura ya imprescindible para bien o para mal" y que debiera ser "el mejor lector posible de la obra del autor". Habló de la representación, "ese presente fugaz y elusivo que es el campo de maniobras del actor en su trabajo"; de la importancia de la atención que el actor ha de poner en lo que hace, una "atención dual que atiende a su interior y a su exterior" porque "un buen actor nunca olvida que está actuando".

La jornada mostró también la faceta reivindicativa del teatro con el manifiesto de la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña (AADPC) que leyó el director del Teatre Lliure Luís Pasqual en la plaza Universitat primero y en el escenario del Romea después y en el que instaba a los ciudadanos a defender sus derechos y a decir “¡basta!”; con otro manifiesto, el internacional, escrito por Dario Fo y leído por Carme Elías, muy satírico; y con una recogida de firmas para pedir al Gobierno que vuelva a reducir el IVA al 4%.

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