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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Luces de bohemia o el esperpento de Russafa

"Habría que preguntarse por los estudios de seguridad que tienen estas fallas para realizar estos monstruos lumínicos"

“Cualquier día pasará una desgracia”. La advertencia de una anciana russafera de toda la vida, a su paso por el tinglado de luces de la calle de Sueca, seguro que pasará totalmente inadvertida. Que será una queja que barrerá la pólvora. Dijo la frase mientras miraba los cables tendidos en el suelo, la altura de la construcción, el ir y venir de carretillas, de empleados sin arneses, sin vallas de seguridad, niños, perros y todo ser viviente sorteando obstáculos como si viviéramos casi en un país tercermundista. Sin ninguna ley.

Porque habría que preguntarse por los estudios de seguridad que tienen estas fallas para realizar estos monstruos lumínicos. Este año, además, van a construir una especie de pasadizo para poder ver la cosa por dentro. Se supone que la comisión fallera habrá encargado todo tipo de informes sobre peso, equilibrio..., porque, además, este año la cosa sobrepasa con mucho la altura de las fincas, la evacuación en caso de posibles accidentes, de incendio. En fin, todas y cada una de las normativas aplicables. Se supone que revisarán rigurosamente, con datos en la mano, el estado de algunos edificios que tienen que soportar los anclajes porque mientras que la cosa crece tras año, los edificios van en retirada.

No hablemos del atropello moral que supone para los vecinos la llegada de los camiones con las luces, invadiéndolo todo, esparciendo sus bombillas por todo el barrio, a mitad de febrero. Sí, un mes casi sin poder andar a nuestras anchas por nuestras aceras que, aunque más rotas que arregladas, pagamos con nuestros impuestos, ¡no hablemos ya de aparcar! Pero, apagado el movimiento natural y vecinal que surgió hace unos años contra estas tropelías, hay que seguir denunciando lo irreal de estas situaciones en pleno siglo XXI. Es un esperpento más propio de otras épocas donde los caciques tenían el poder.

Pero, por más que nos intenten vender el espejismo de la democracia, la realidad nos recuerda que nada ha cambiado tanto y que sigue siendo una minoría la que decide. Esos caciques de antaño se visten de saraguey y toman la calle sin que los ciudadanos de a pie podamos hacer nada. ¿Medidas de seguridad? ¡¡¡¡, pero si estamos en fallas!!!!, aseguran sin sonrojarse.

Mientras, muchos ciudadanos nos preguntamos qué podemos hacer para no tener que irnos de nuestro barrio todo el mes fallero, porque en este barrio son 30 días de atropello, resignados a dejar nuestras casas para que estos vándalos tomen las calles. Pero sí se puede y, sobre todo, se debe hacer algo. Creemos que si denunciáramos ante la Fiscalía estos abusos, igual evitábamos un caso como el Madrid Arena. Ya se ha visto que el interés de unos pocos puede resultar muy grave para el conjunto de ciudadanos. Y que mientras los concejales miraban para otro lado y no trabajaban por lo que les pagamos, es decir, en hacer cumplir las leyes, la tragedia vino de golpe. Gracias a una denuncia se evitó, en su día, que permaneciera en la calle un enorme depósito de combustible que la falla había instalado para alimentar las luces, obviando cualquier medida de seguridad. Gracias a la denuncia, la Fiscalía ordenó retirarlo de manera urgente.

El despropósito de los depósitos no se repitió, pero sí todo lo demás. Parece claro que en este país mientras no haya algún muerto no pasa nada. A veces, ni por esas.

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Mientras, si se estima la vida…, en Russafa, en Fallas, camine con precaución…

Laura Huse, Amparo Hernández y diez firmas más de vecinos del barrio valenciano de Russafa

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