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Estudiantes expulsados realizan tareas sociales en lugar de quedarse en casa

La Generalitat quiere extender la experiencia de Navarrés, un pueblo donde esas labores complementan la sanción

Ocho estudiantes sancionados con amonestación o expulsión del Instituto de Educación Secundaria (IES) La Canal de Navarrés han colaborado con la brigada municipal de limpieza, los empleados del polideportivo municipal y la residencia de ancianos, en tareas habituales de estos servicios y como castigo complementario de la expulsión. La finalidad de estas tareas, según Beatriz Gascó, directora general de Ordenación, Innovación y Política Lingúística de la Generalitat, que sigue de cerca el proyecto, es que no reincidan y, en última instancia, luchar contra el fracaso escolar.

La iniciativa de Navarrés, una población valenciana de 3.200 habitantes, no surgió de la Administración autonómica, sino del IES y del Ayuntamiento, que la han puesto en marcha con la colaboración de los servicios sociales municipales. "Queríamos dar soluciones para que los expulsados no se quedaran en casa sin hacer nada e invitarles a no repetir en sus conductas", explica Inmaculada Grau, concejala de Educación que, al mismo tiempo es maestra en el colegio de la localidad. "Así se dan cuenta de que no vale la pena que te expulsen", añade.

La iniciativa fue aprobada en su día por el consejo escolar del centro. Y aunque surgió de la dirección, "era un tema que teníamos hablado", recuerda Germán Huesca, presidente del Ampa  (asociación de padres y madres), "porque veíamos que los que acumulaban faltas y amonestaciones y acababan expulsados casi siempre eran los mismos, que querían eludir la clase y quedarse en casa". En resumen: "No se avanzaba". Huesca considera que "es pronto para hacer una valoración general, pero hay casos que han mejorado".

Hasta el momento, han participado en la experiencia ocho estudiantes sancionados, siempre previo acuerdo con las familias. Solamente una familia rechazó la propuesta de realizar tareas sociales, según informa la concejala. Estas tareas van desde hacer camas de la residencia de ancianos a  ayudar a las brigadas de limpieza a quitar hierba o limpiar las pistas deportivas. El sábado y el domingo próximo, por ejemplo, un alumno tendrá que estar a las nueve de la mañana en el polideportivo para participar en los trabajos habituales de estas instalaciones. El domingo, igual, hasta la una de mediodía. "El tipo de trabajo se adjudica dependiendo del perfil del alumno o alumna", explica Grau.

Se trata de alumnos de entre 12 y 15 años, hasta ahora, que "no hacen su trabajo, que es estudiar", explica a EFE Amparo Bono, la jefa de Estudios del IES que impulsó la experiencia en el centro y que fue aprobada en el consejo escolar. En el caso de alumnos amonestados, "esta iniciativa busca que hagan otro trabajo fuera del horario lectivo para no perder horas de clase". En el caso de los expulsados, no pierden el contacto e incluso pueden hacer un examen. Los trabajos suelen durar cuatro o cinco días, según los casos, explica Inmaculada Grau. Los alumnos del IES de Navarrés, que escolariza 360 estudiantes, proceden también de otras localidades próximas, como Bicorp, Chella, Bolbaite o Quesa, una población menor ésta última, por ejemplo, desde donde esta semana se desplaza todos los días un estudiante para cumplir su sanción en Navarrés. Acompañado por un familiar, claro.

"Hasta ahora, todos los padres han aceptado, menos uno", explica la concejala de Navarrés.  "Hacer una jornada laboral les molesta más que la expulsión", argumenta Amparo Bono. La reacción en general es buena, aunque hay algunos casos de reincidencia en la mala conducta.

Inmaculada Grau recuerda que hablaron de la experiencia a la consejera de Educación, María José Catalá y a la directora general con motivo de una visita de éstas a la vecina población de Bolbaite. "Vimos que la iniciativa podía enmarcarse en nuestro plan de choque para luchar contra el fracaso escolar, y en particular en el objetivo de implicar a las familias", explica Beatriz Gascó. Y dentro de este objetivo, el llamado "contrato familia-tutor". Con ese marco, la Consejería de Educación tiene  intención de generalizar la experiencia el próximo curso. Para ello, se dirigirán a todos los ayuntamientos por carta. Los ayuntamientos que acepten deberán facilitar a la consejería una carpeta de servicios. "La participación en el programa requerirá la voluntariedad de las familias y los ayuntamientos, pero la última palabra la tiene la familia", subraya. "Queremos a final de curso estudiar los resultados de Navarrés", puntualiza Gascó. "El objetivo fundamental es que las conductas no se vuelvan a repetir", reitera.

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