Los sindicatos agradecen a Botella que desautorice al delegado de Cultura
El delegado municipal echó a nueve trabajadores por una protesta sindical autorizada por el propio Ayuntamiento
El delegado municipal de Las Artes, Fernando Villalonga, que no fue elegido en las urnas sino designado hace un año por la alcaldesa, Ana Botella (Partido Popular), ha concitado esta mañana la repulsa unánime de todos los grupos políticos excepto el suyo (aunque no son pocos los que cuestionan al menos sus formas dentro del Ayuntamiento), y de los tres sindicatos mayoritarios.
Villalonga despidió de manera fulminante hace unos días a nueve trabajadores de la empresa municipal que gestiona las actividades e instalaciones culturales, por una protesta sindical realizada en diciembre en el curso de la negociación de un expediente de regulación de empleo. El responsable de Las Artes alegó que se había realizado sin permiso, aunque los trabajadores tienen pruebas de que sí contaban con autorización oficial. Por ello, ayer Botella rectificó esos despidos, que afectaban también a miembros del comité de empresa, un hecho inédito en democracia.
Lo hizo tras unas horas de conversaciones cruzadas entre alcaldesa, delegado y representantes sindicales, tras el anuncio de estos de que realizarían una comparecencia pública esta misma mañana. Bien entrada la noche, y en conversaciones informales con periodistas, Villalonga tuvo que rectificar y anunció que cambiaría esos despidos por una sanción de “unos días” de suspensión de empleo y sueldo. El líder municipal de Comisiones Obreras, Pedro Delgado, ha denunciado que, al contrario que los despidos, esa decisión no se les ha comunicado por escrito; además, insiste en que los trabajadores no deben ser sancionados porque no cometieron ninguna irregularidad.
El pasado 15 de diciembre, en el tercer día de paro consecutivo de los trabajadores de Macsa, un grupo subió al escenario del teatro Fernán Gómez antes de un espectáculo de góspel para denunciar que el director del teatro, Miguel Munárriz, había contratado a personal externo para reventar la huelga, e incluso había ordenado a los técnicos de sonido que dejaran en marcha la compleja maquinaria el día anterior (esto fue admitido por el Ayuntamiento). Parte del público (se habían vendido unas 280 entradas; el sindicato asegura que se fueron entre 80 y 100 personas; el Ayuntamiento lo reduce a 35) se levantó de sus butacas indignado y exigió que se les reembolsara la entrada.
En la carta de despido, Villalonga acusa a los trabajadores de causar “un perjuicio económico” por ello (que debe rondar los 700 euros), y “un serio y grave perjuicio de imagen” al Ayuntamiento. Aseguraba que la protesta no contaba con permiso del director del teatro, al que ponía de testigo, junto a un guarda de seguridad. Sin embargo, Comisiones Obreras tiene pruebas de que sí tenían autorización de Munárriz para la protesta.
"No se puede echar a la calle a nueve personas por leer un comunicado”, ha dicho esta mañana el líder municipal socialista, Jaime Lissavetzky. “Es una manera de gobernar como en una ciudad sin ley, con prepotencia y soberbia. Estamos hartos de estos llaneros solitarios, dan miedo sus métodos y actuaciones”, añadió. Lissavetzky agradeció a Botella que “le haya obligado a rectificar”.
El líder municipal de Izquierda Unida, Ángel Pérez, denunció que la actuación de Villalonga se “basa en el miedo y el autoritarismo”, y constituye “un paso más en el nuevo modelo de relaciones de demolición del Ayuntamiento”. “Es una vuelta a modelos políticos pasados que defendía un señor bajito y con bigote y que tenía muy mala leche. Nosotros defendemos otro modelo que creemos básico y fundamental para esta sociedad”, ha añadido.
El portavoz de Unión Progreso y Democracia, David Ortega, que no ha participado en la rueda de prensa pero ha emitido después un comunicado, ha señalado: “Lo sucedido es muy preocupante. El delegado de Las Artes no tiene ningún respeto por las garantías laborales de la representación sindical. Quería ejecutar un tipo de despidos, totalmente arbitrarios, que no se veían en el Ayuntamiento en democracia. Ahora queda desautorizado, pero nos preocupa especialmente lo que pueda suceder a medio plazo”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.