#madrid
El abrupto desplome de la cubierta de Las Ventas acabó siendo leve ante la tormenta por los papeles de Bárcenas

Metáfora en la plaza. La semana arrancó con el coso de Las Ventas cubierto a una altura inadecuada, muchos metros más abajo de lo comprometido hace meses por la autoridad competente, tras desplomarse de madrugada la estructura que iba a proporcionar techo y negocio a una empresa de espectáculos con el beneplácito de la Comunidad de Madrid. Fue un abrupto recordatorio de que la marca España sigue teniendo en la capital un bochornoso sumidero de credibilidad que mantuvo alimentada la conversación en las redes durante horas. Entre el estupor, la broma y la súbita toma de distancia de la clase política regional, una conclusión se abrió paso: falta consistencia, y no solo en la estructura metálica vencida.
De encierro. Para hacer visible la marea blanca una semana más, los profesionales y usuarios que siguen plantando cara al plan privatizador sanitario del Gobierno regional convocaron el miércoles un encierro de 24 horas en todos los hospitales públicos madrileños con la etiqueta #meencierro. Más de 13.000 menciones en Twitter dieron cuenta de la movilización y diseminaron en la red fotos y testimonios de otra velada reivindicativa.
Brotes indignados. La defensa de la raíz pública de la sanidad ya no es el único gran movimiento que une voces de protesta en redes y calles de Madrid. La publicación en EL PAÍS de las anotaciones contables del extesorero del Partido Popular ha activado esta semana nuevos resortes de indignación contra la clase política que se han hecho notar en las inmediaciones de la sede nacional de Génova desde el jueves. Los ecos y lemas del 15-M, encendidos de nuevo en la red, dieron la bienvenida a febrero con un #volvemos1F que augura más paseos colectivos a voz en grito.
Probando. Pasada la sobreexposición mediática de hace 15 días, Esperanza Aguirre decidió gestionar con algo más de sigilo la crisis abierta en su partido por la difusión los papeles de Bárcenas. Quizá ayudó que el asunto estalló mientras ella cultivaba su drive en el Caribe, probablemente el mejor refugio posible para sobrevivir a otra semana horribilis si uno es alto cargo del PP. Lo curioso llegó a su vuelta, cuanto sus seguidores en Twitter se enteraron por un aviso automático no desactivado a tiempo de que la expresidenta usa una de esas herramientas que te informan de los followers a quienes has dejado de interesar. A los pocos minutos, el tuit desapareció de su timeline. Quizá no es este un buen momento para hacer tan visible el recuento de adhesiones y desapegos. —@guiomardelser
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