Botella despide a seis trabajadores por dañar su imagen con una protesta sindical
Los empleados leyeron un comunicado antes de una función en diciembre, lo que provocó que decenas de espectadores se sumaran a sus reivindicaciones
El responsable de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid, Fernando Villalonga, ha firmado de su puño y letra el despido de seis empleados de la empresa municipal Madrid Arte y Cultura (Macsa), “en venganza”, según denuncia Comisiones Obreras, por un despido colectivo frustrado hace un mes por la presión sindical. Los trabajadores despedidos participaron en una protesta en diciembre en el teatro Fernán Gómez, al que estaban adscritos, que contó con la complicidad y refrendo de parte del público asistente a la función. Villalonga no es concejal, pero forma parte del Gobierno municipal por designación de la alcaldesa, Ana Botella, desde enero de 2012.
Macsa presentó el expediente de despido colectivo de 75 trabajadores el 22 de noviembre. El acuerdo final anunciado un mes después, tras las negociaciones con los sindicatos, y refrendado por los trabajadores, contemplaba el traslado de 42 empleados a otras áreas del Ayuntamiento, y la salida de cinco más mediante bajas voluntarias incentivadas. Durante esas negociaciones, los trabajadores de Macsa realizaron varios días de huelga. Uno de ellos, el sábado 15 de diciembre, subieron además la protesta a las tablas de varios teatros, entre ellos el Fernán Gómez.
Un grupo de trabajadores leyó un comunicado antes de la función (un espectáculo de góspel) para denunciar que el director del teatro había contratado a personal externo para reventar la huelga, e incluso había ordenado a los técnicos de sonido que dejaran en marcha la compleja maquinaria el día anterior. Lo primero fue negado por el Ayuntamiento; lo segundo, lo admitió.
Tras la protesta de los trabajadores, los responsables de la función aseguraron al público que el espectáculo no se resentiría por la protesta, algo que, según Comisiones Obreras, sí sucedió. Fue entonces cuando parte del público (se habían vendido unas 280 entradas; el sindicato asegura que se fueron entre 80 y 100 personas; el Ayuntamiento lo reduce a 35) se levantó de sus butacas indignado y, entre aplausos de los trabajadores, exigió que se les reembolsara la entrada.
El pasado martes, Villalonga firmó el despido de seis trabajadores, una decisión “soberbia y prepotente”, según el líder de Comisiones Obreras para asuntos municipales, Pedro Delgado, que asegura que repercutirá en las negociaciones sindicales abiertas en otras áreas del Ayuntamiento. El sindicato se ha mostrado además “sorprendido” por la “celeridad” de los despidos, “cuando el director municipal de Artes Escénicas, Natalio Grueso, está imputado por un delito societario” por su gestión anterior al frente de la Fundación Niemeyer de Oviedo.
En la carta de despido, Villalonga acusa a los trabajadores de causar “un perjuicio económico” a Macsa, “al tener que devolver el importe de algunas entradas”. Si fueron 35, tal y como asegura el Ayuntamiento, ese perjuicio ascendería a unos 700 euros. Pero además, según Villalonga se ocasionó “un serio y grave perjuicio de imagen, al ser recogido el incidente al día siguiente en numerosos medios de comunicación”. Villalonga considera esos hechos como falta muy grave, motivo de un despido disciplinario (sin indemnización alguna).
El líder municipal socialista, Jaime Lissavetzky, considera que “la decisión de Villalonga es una clara provocación a los trabajadores para evitar cerrar el acuerdo que ya habían alcanzado, pone en grave riesgo la firma del convenio colectivo y demuestra su incapacidad para dirigir adecuadamente esta empresa”. Lissavetzky ha pedido a la alcaldesa que retire los despidos, “que parecen más propios de etapas anteriores a la democracia”, y demuestran en su opinión que “Villalonga cree que Macsa es un reino feudal”.
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