Zoido bloquea la salida a la huelga de limpieza al negarse a negociar
El Ayuntamiento rechaza el diálogo por supuestos actos "vandálicos" Los trabajadores acusan al alcalde de "persecución" policial
El conflicto de la recogida de basura de Sevilla se estanca. Las dos partes se culpan del bloqueo de las negociaciones: por una parte, al Ayuntamiento se niega a negociar porque acusa a los trabajadores de “coacciones” y “amenazas” a través de actos vandálicos. Por el contrario, los empleados de la empresa municipal de limpieza (Lipasam), acusan al alcalde, Juan Ignacio Zoido (PP), de ordenar la persecución policial de la plantilla en huelga y le insta a sentarse a dialogar. Mientras, más de 2.000 toneladas de basura se acumulan en las calles de la capital andaluza, especialmente en los barrios.
El Ayuntamiento ve cómo hora tras hora la ciudad, que depende en gran parte del turismo, presenta unas calles repletas de basura. El concejal delegado de Urbanismo y Medio Ambiente, Maximiliano Vílchez (PP), reclamó ayer al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que, aunque sea de forma cautelar, se amplíen los servicios mínimos. La Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo ha establecido que a diario se recoja un 30% de la basura durante los primeros 15 días. A partir de la tercera semana, los servicios mínimos serán de un 40%. Las calles tienen unos servicios mínimos similares, pero cinco puntos por debajo. Los centros sanitarios, mercados de abastos, colegios y mataderos no sufren el paro en los servicios.
La existencia de basura esparcida en algunos puntos de la ciudad ha servido de excusa al Ayuntamiento para argumentar su negativa a negociar con el comité de empresa “si el vandalismo, los sabotajes, el chantaje y las coacciones siguen”.
El secretario general de la sección sindical de UGT en la sociedad Limpieza Pública y Protección Ambiental (Lipasam), Fernando Castilla, respondió con acusaciones al alcalde de ordenar la persecución policial de los huelguistas al mandar a los agentes locales a que identifiquen a los trabajadores durante las jornadas de protesta. “Parece que estamos en el régimen dictatorial de hace unas décadas”, se quejó Castilla, quien reclamó al alcalde, Juan Ignacio Zoido, que “negocie ya”.
El paro comenzó la noche del pasado domingo por la reducción salarial del 5% y la ampliación de la jornada laboral a 37,5 horas semanales. El recién pasado año, esta medida fue aplicada reduciendo el capital global destinado al capítulo de personal en las cuentas de Lipasam, con lo que el recorte en cuestión fue diluido en diferentes aspectos, pero no tuvo incidencia directa sobre las nóminas de los trabajadores. Sin embargo, la dirección de Lipasam pretende aplicar en 2013 “una reducción salarial pura y dura” en la paga, según los sindicatos. Además, los representantes de la plantilla también se oponen a la fórmula diseñada por la dirección de Lipasam para aplicar el aumento de jornada, que supondrá, según la plantilla, la no contratación de 400 eventuales y la acumulación de las dos horas y media semanales en jornadas festivas de Semana Santa, Feria o Navidad.
El Gobierno municipal argumenta que las medidas que se intentan establecer ya estaban previstas en el acuerdo firmado el pasado año, que incluía la reducción salarial y la ampliación de la jornada laboral.
“Pedimos que los trabajadores recapaciten. Si vemos un compromiso de la plantilla y sus representantes sobre el cese de estas actuaciones, nos sentaremos a hablar inmediatamente”, afirmó Vílchez antes de detallar que los daños ocasionados en el patrimonio público y supuestamente conectados con el paro técnico suman aproximadamente “7.000 euros”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.