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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Entre la degradación y el estallido social

"Asistimos a una enorme fractura entre la realidad social y los intereses de los políticos"

La sociedad española está soportando aun con cierto estoicismo la tortura económica a la que se la está sometiendo con tanta soltura. Somos muchos los que nos hemos preguntado cómo es posible que un país soporte tal grado de destrucción de sus pilares básicos para la cohesión social y la convivencia, y además de forma tan rápida.

Los mismos índices de paro, de proliferación de nuevas tasas y subidas de precios para pagar en parte lo robado, los execrables casos de corrupción y cómo se conducen, el aumento de la pobreza, de la exclusión social, la impunidad y en especial de la banca que tanto ha estafado, a buen seguro que ya habrían tenido una mayor reacción social en otro país. Esto no quiere decir que España no se halle al borde de un estallido social, ya lo escribí hará más de un año: basta con que salte un caso que termine de indignar al imaginario colectivo, que se acaben las ayudas del paro y a los más pobres, que sobrevenga una inflación insostenible, o que ocurra alguna desgracia personal, como para que se encienda la mecha, pues el ambiente social está ya gaseado.

Lo peor de todo es que la corrupción que vemos emerger es tan solo la punta del iceberg, y no se castiga ejemplarmente, hasta el punto de que uno acaba por obtener la sensación de que España ha abonado el terreno para el triunfo de todo tipo de corrupción y de golfillos, y se lo pone muy mal sin embargo al honrado y trabajador. Y el mismo juego de repetición con los sistemas de reclutamiento en administración, empresas, y como no, en la política, donde a menudo se promociona al menos preparado y se penalizan la preparación e independencia.

Hay una cuestión que he visto mencionar poco, la pérdida de la interlocución social, que casi me atrevería a afirmar que acabó con el gobierno de Felipe González. Cada vez más los legisladores tienden a no abrir sus proyectos a la sociedad, rondas de diálogo y consultas con colectivos de afectados antes de aprobar las leyes, admitir propuestas de estos, pues al fin y al cabo son los principales destinatarios de las materias llamadas a legislar. Pero sin embargo poderosos lobbies ejercen su influencia a la hora de legislar, y ésta se articula de forma muy opaca. En otros casos se encargan informes de forma dudosa y poco profesional, y no siempre a los más indicados para formular sobre esas materias. El resultado final es que se está legislando para servir a otros intereses, pero pocas veces teniendo en cuenta los de los colectivos a los que van destinadas esas regulaciones.

Asistimos pues a una enorme fractura entre la realidad social y los intereses de los políticos -que no sirven a los intereses de la sociedad-, una desconexión total que lleva a un divorcio entre clase política y ciudadanos y entre elites decisorias y colectivos de profesionales. Los mejores no están en puestos directivos y éstos están copados de los peores en muchos casos, en parte porque se ha optado como método de selección por la cooptación y no por la competencia. Este reparto desigual es otro de los motivos del declive español en muchos campos, el no haber apostado por sistemas competitivos de reclutamiento y sí por la opacidad, el clientelismo y la fidelidad, cuando no obedeciendo a objetivos espurios para llevar a cabo un proyecto de corrupción y no de servicio al ciudadano. ¿Cómo quieren si no que ostentemos bajos puestos en los ranking de productividad?. No se incentiva el talento, no se trabaja por resultados, no se evalúa, no se promociona al preparado si no la docilidad con falta de preparación para no hacer sombra. Ojo, porque esto es desde hace tiempo un factor que ahuyenta a la inversión extranjera, y cada vez más las firmas rehúyen de invertir en donde se enchufa a familiares como un índice más de poca fiabilidad.

Pocas veces me he desviado de escribir sobre mis relaciones internacionales para hacerlo sobre la realidad española como en estos dos últimos años en que veo peligrar la trayectoria de un país que una vez fue ejemplo de desarrollismo (al menos en infraestructuras y Estado del bienestar), y que ahora se sumerge en un proceso de conversión de nuestras joyas de la corona –sanidad y servicios sociales- en pura beneficencia. Y me gustaría aportar un valor añadido: ¿qué podría ocurrir?, ¿a dónde vamos?, ¿van a dejarse atracar aún más los españoles?, ¿qué se puede hacer?...

Se ha roto la histórica barrera de la desmovilización, pero faltaría pasar a un segundo grado: la formulación de propuestas, de un proyecto integral. Y ahí no está tan claro, primero porque el PSOE está muy flojo y con una profunda crisis de identidad, mientras tiene la obligación de reaccionar a los casos tan graves que están aconteciendo, y tampoco se atreve a ser tan reformista. Y por otro lado la mentalidad española, somos aun un país desunido y poco organizado, en fase de experimentación de nuevos modos de organización y de forma muy sectorial. Y creo que Rajoy se agarra a esto cuando aprueba muchas medidas dolorosas, sabe hasta dónde puede llegar a estrangular, porque sabe que no habrá tanta reacción social y es al mismo tiempo consciente de esa tradicional división española.

Será muy difícil romper el excesivo poder otorgado a los partidos, la partitocracia que lo inunda todo, hasta la gestión sanitaria. Pero esas reglas de la transición, que tras una prolongada ausencia de pluripartidismo dio tanto poder a los partidos y lo limitaron para el ciudadano, cambiarlas está casi exclusivamente en manos de esos mismos políticos. ¡A menos que una revolución social lo fuerce!!, pero ya he comentado los inconvenientes para que ésta eclosione: tímida movilización, desunión, y falta de una mayor organización. A veces, cuando veo salir a la palestra más casos de corrupción veo la misma situación que se cocía en el Túnez pre-revolucionario, pero el diferencial español es que, al menos hasta ahora -situación de crisis grave- la corrupción no ha sido nunca penalizada por los ciudadanos. No es solo tener unas fuerzas de oposición tradicionales, es también una notable desunión a la hora de organizarse y obtener resultados, sin olvidar que se han perdido el diálogo, el pacto y el consenso.

Recortes versus estímulo de la economía como si fueran incompatibles, tortura social, abismo psicológico (porque son pocos los que no están desorientados y perdiendo perspectivas de futuro, en especial los jóvenes), y si encima las autocomplacencias/humillaciones gubernativas vienen acompañadas de desafortunadas declaraciones hacia quienes lo están pasando mal o se manifiestan, que además de denotar un lamentable enanismo político contribuyen a caldear aún más el ambiente, el cóctel está servido. Por otro lado, significativo que venga otro gobierno con toda una maquinaria de capacidades legales, en este caso el ecuatoriano, a cuestionar y reclamar al español ante los tribunales de Estrasburgo por la injusta ley hipotecaria que ha desahuciado a 15000 ecuatorianos en España, y a tantos españoles igualmente... Cada día estoy más convencida de que menos mal que tenemos Estrasburgo para cuando aquí no haya justicia, un encomendarse a Europa casi como hicieron los del 98 ante el paroxismo del hundimiento español como potencia colonial. Pero hoy Europa ya no es la panacea, es un proyecto frágil y lleno de incertezas.

Que un país no derogue una ley tan desajustada como la hipotecaria, ¡de 1909!!, y no condone la deuda tras la entrega de la casa, con una afectación masiva a consecuencia de una grave crisis económica, nos dice mucho sobre las posibilidades de una actualización institucional y del reformismo necesarios antes un nuevo tiempo global. Si esta grave crisis, que obliga a replantearnos todo el sistema, no la modifica, poco podemos esperar sobre otros cambios sustanciales. Insisto, a menos que una masiva reacción social lo fuerce.

El abandono social por parte de las políticas gubernamentales viene en gran parte de estar priorizando de forma exclusiva el salvar la macroeconomía y no la protección social de los más vulnerables en tiempos de emergencias. Pero también por tener una oposición muy pasiva y nada reactiva, sin programa alternativo y que se limita a narrarnos lo que está pasando -para eso ya tenemos periodistas-. Otro motivo es la ausencia total de un plan de emergencias, que bien podría funcionar desde el ámbito local hasta el nacional y en mayor coordinación con organizaciones benéficas. Un plan de emergencias integral, que incluya las necesidades alimentarias, de vivienda, cuidado de enfermos y dependientes, y contra la exclusión sanitaria. Desgraciadamente, ¡estas materias no se han priorizado ni están coordinadas!! Con ello vamos hacia una destrucción social y una crisis demográfica en aumento que van a reconfigurar el panorama social del país para siempre. Ante esta reconfiguración del mapa social el PP no volverá a obtener mayoría absoluta, y es posible que los votantes dispersen el voto a la griega y fuercen el pacto entre partidos. Si el PSOE quiere aspirar a gobernar tendrá que terminar de mojarse y desprenderse de una vez por todas de seguir privilegiando a grandes corporaciones como la Iglesia (que se echa en falta apoyando más a los pobres como lo hace con la educación de unas aulas que hoy son ya pluriconfesionales), y a las grandes fortunas. Y en ese sentido hay que ser audaz para querer maniobrar sobre el fondo de los problemas, ponerle el cascabel al gato: “el control de los mercados desde la política” como gran lema ante una ciudadanía que espera sufridamente señales de esperanza.

Dejémonos de tonterías con la sanidad pública, ¿queremos salvarla de intereses espurios?, ¡esa es la cuestión!! Y en función de la voluntad de convertirla en un negocio o en un servicio decente para el ciudadano se privatizará o no. Es sin duda el mayor ejemplo de como el poner cuestiones tan fundamentales en manos de gestores políticos la ha arruinado, al igual que ha ocurrido con las cajas de ahorro. Si queremos salvarla debe de ser gestionada por profesionales acreditados del sector y no por políticos, debemos liberarla de su excesiva politización y marcar unas líneas rojas. Deben blindarse ciertas cuestiones por consenso -contando con colectivos de profesionales y con la sociedad civil-, como una financiación equitativa, el acceso universal, la calidad, sus coberturas, la agilización de listas de espera, la racionalización del gasto, someterla a controles externos independientes e introducir evaluaciones hasta del personal médico, prohibir oligopolios en las externalizaciones, y en definitiva, adaptarla a los cambios demográficos y necesidades del nuevo siglo. Lo mismo con las cajas, ¡totalmente despolitizadas y sometidas a verdaderos controles!!. Estoy segura de que puede haber dinero para servicios nocturnos y otros menesteres sanitarios básicos si se racionalizara bien el gasto y los gestores sanitarios estuvieran libres de intereses bastardos, y no se les permitiera usar sus puestos como plataformas políticas o de negocio, y por su puesto si no hubiera este latrocinio generalizado… Todas las instancias que han estado innecesariamente politizadas se han arruinado.

Otras peculiaridades de España respecto al tratamiento de la corrupción son por un lado los elevados índices de impunidad, si no queda castigada le ponemos la alfombra roja, y por otro lado que han fallado los mecanismos de control, y lo peor de todo es que lo han hecho deliberadamente (más conocido como “hacer la vista gorda”). La connivencia entre política y grandes corporaciones, la influencia de los lobbies en los legisladores y el cómo controlarlo, van a ser caballos de batalla de este siglo. Pero superar esto va mucho más allá de introducir nuevos mecanismos, como seguir delimitando los campos de las incompatibilidades para evitar casos como las bochornosas “puertas giratorias” que hemos visto con la sanidad y otros ámbitos, y que bien podrían llegar a ser considerados legalmente como la prevaricación y el cohecho, requerirá también de una buena dosis de “mentalidad” por parte de todos (sociedad y políticos). Porque mientras la corrupción siga siendo tolerada en cada rincón de nuestras vidas, a pequeña y a gran escala, y tampoco influya en el voto ni se penalice, poco podremos avanzar. Y España quedará obsoleta y tomando una deriva subdesarrollista ante una nueva modernidad que están imponiendo los cambios globales de la nueva economía, de un siglo marcado por la multipolaridad, un nuevo orden mundial, la emergencia del SUR, y de una exigencia ciudadana en aumento por dejar atrás el modelo de democracia delegada y elitista por otro más participativo y ciudadano. En este sentido, si España quiere alcanzar un mayor saneamiento y nivel de su política tendrá que moverse hacia un modelo de dedicación a la política más plástico, de vaivén, sin permanencias excesivas y reclutando a personas con bagaje y que tengan una profesión a la que regresar, abandonando la cooptación y las listas cerradas.

En definitiva, y en pleno convencimiento: ¡la tolerancia con la corrupción arruina, impide el progreso, genera incompetencia y nos hace improductivos!!

Amparo Tortosa es consultora en política y seguridad internacionales

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