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La Complutense quiere eliminar las capillas de las facultades

La universidad se reúne mañana con el Arzobispado por una petición de traslado de oratorio Aprovechará para proponer cambios en el convenio que ampara los oratorios católicos

Pilar Álvarez
Cacerolada en la Facultad de Geografía contra las capillas universitarias, en 2011.
Cacerolada en la Facultad de Geografía contra las capillas universitarias, en 2011. Cristóbal Manuel

Aquella profanación o gamberrada, según se mire, volvió a poner las capillas en el mapa. En marzo de 2011, un grupo de alumnas bajó en procesión por el camino que lleva a la Facultad de Psicología de la Complutense. Entraron como “vírgenes” y salieron como “putas”, según explicaron algunas de ellas entonces. Virginales por la actitud y el recogimiento al entrar. Prostitutas porque se desnudaron de cintura para arriba y comenzaron a besarse junto al altar del oratorio universitario. Y se armó el escándalo: detenciones, manifiestos de laicidad, misas multitudinarias en el campus, pronunciamiento del Arzobispado, de los políticos, de los rectores...

La polémica se calmó con el paso de las semanas y las ocho capillas de la Complutense, recogidas en un convenio firmado en 1993, siguieron en su sitio. Hasta ahora. La Complutense quiere darle la vuelta al acuerdo que cerraron hace casi 20 años el entonces rector Gustavo Villapalos y el arzobispo titular de aquella época, Ángel Suquía. Su intención es cerrar las capillas o convertirlas en salas ecuménicas abiertas a otros cultos, según las fuentes consultadas por EL PAÍS.

Incumplimientos del convenio de 1993

P. Á.

La Universidad Complutense de Madrid tiene ocho capillas distribuidas en sus campus, según consta en la web de la patronal universitaria: Ciencias de la Información, Derecho, Ciencias de la Educación, Farmacia, Geografía e Historia, Filosofía, Psicología y Químicas.

>El acuerdo firmado en 1993 por el entonces rector Gustavo Villapalos y el Arzobispo de Madrid, Ángel Suquía, contemplaba la apertura posterior de tres oratorios más que no se habilitaron en Físicas, Medicina y Veterinaria.

El convenio, al que ha tenido acceso EL PAÍS, recoge también "una cantidad global en concepto de remuneración" de los capellanes, con un sueldo equivalente al salario medio del personal no docente "con titulación de diplomado o análoga". La Universidad Complutense no paga esa cantidad, al menos desde el mandato del anteriror rector Carlos Berzosa, según las fuentes consultadas. Tampoco se paga la partida para gastos de equipamiento, que asume el Arzobispado.

El anterior rector, Carlos Berzosa, dejó aparcado el debate tras la polémica aunque defendía que las universidades públicas no debían albergar capillas. El actual, José Carrillo, asumió el cargo y se mostró partidario de discutir si “son necesarias en el ámbito público”, aunque aparcó el debate por no considerarlo un tema “prioritario”.

Todo parte de la petición de una de las facultades con oratorio. El decano de Geografía e Historia, Luis Enrique Otero, impulsó una iniciativa —respaldada y aprobada por la junta de facultad, en la que participan todos los estamentos universitarios— para trasladar la capilla actual a una sala más pequeña. Tras intentar sin éxito su cierre en 2010, la nueva propuesta aduce problemas de espacio.

El Arzobispado de Madrid lo rechaza y alerta de que supondría un “grave e irreparable perjuicio a los cristianos de esa facultad” y del riesgo de “nuevos incidentes y ataques nada deseables”, según la carta que enviaron al decano cuando conocieron su propuesta, aprobada el año pasado. El Arzobispado defendía también en aquella misiva que la capilla es “muy frecuentada y presta servicio a un creciente número” de fieles mientras el Decanato señala que casi no tiene público. Y una cuestión más: la “desacralización” de los oratorios, según explicaba el portavoz del Arzobispado en su carta, se debe hacer “por parte de la autoridad competente”, que en este caso sería el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela.

El correo del Rectorado lleva días colapsado con la entrada de miles de mensajes promovidos desde la asociación antiabortista HazteOír. Cualquier persona puede firmar una reclamación que será automáticamente enviada para pedir al rector que “deje de acosar a los católicos con decisiones intolerantes, cumpla el acuerdo con el Arzobispado de Madrid y desista del cierre de los oratorios que han servido a la comunidad de la Universidad Complutense a lo largo de su historia”.

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Lo cierto es que el convenio ratificado en 1993, al que ha tenido acceso EL PAÍS, ya se incumple en algunos de sus apartados. El acuerdo recogía el establecimiento de “asistencia religiosa católica” en ocho facultades y su apertura a cuatro más. Solo una de ellas (Químicas) abrió capilla después del acuerdo mientras que las otras tres (Físicas, Medicina y Veterinaria) no tienen. Tampoco se cumple lo convenido en cuanto a sueldos de los capellanes —que debía abonar la Universidad, pero paga el Arzobispado— ni en la partida prevista para “gastos de equipamiento, material y actividades” en los oratorios, que también debía pagar la Universidad y asume la Iglesia católica, según las fuentes consultadas. Sí se mantienen la atención a miembros católicos de la comunidad universitaria y la celebración de actos de culto y administración de los sacramentos, con horarios de misa y atención pastoral diarias en casi todos los casos, según informa la web de la Pastoral Universitaria de Madrid.

HazteOír mostraba ayer en su página web más de 32.000 firmas recogidas contra el cierre de las capillas de la Complutense. Al participante que rellena el formulario y le envía la petición al rector, le llega un correo de respuesta con la siguiente reflexión: “Primero cerrarán las capillas y luego, ¿qué harán? ¿Expulsar a los cristianos de las aulas? ¿Impedirles optar a una plaza de profesor o de personal no docente? ¿Marcarles con una cruz, como a los judíos?”.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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