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El periodista que imagina la jugada

Nacionalista desde la cuna de una familia humilde, político de vocación, es un estratega afable que se acompaña de persuasión

25 de septiembre de 1977. San Miguel de Aralar (Navarra). Primer Alderdi Eguna (Día del Partido) del PNV. Mientras Carlos Garaikoetxea, Xabier Arzalluz o Juan Ajuriaguerra, entre otros líderes del nacionalismo, desfilaban entre los aplausos de una enardecida afiliación, unos jóvenes ataviados con kaiku (típica prenda vasca) y boina cumplían ufanos las improvisadas tareas de seguridad. Uno de ellos, Andoni Ortuzar (Sanfuentes, Bizkaia, 1962), hoy presidente del EBB. Y a su lado, buena parte del denominado grupo de jóvenes burukides (dirigentes) vizcaínos —apelación ideada por Ramón Mur— que con los años han acaparado el poder y marcado el rumbo de este partido.

En realidad, Ortuzar, como su predecesor Iñigo Urkullu, nació ya del PNV. Lo hizo en el seno de una humilde familia, por supuesto nacionalista, asentada en un barrio obrero y de acento socialista. Y nunca ha ocultado sus señas de identidad. “Siempre ha sido amigo de sus amigos con una lealtad absoluta y desde que empezó a trabajar cuando todavía estaba en la facultad no tuvo reparos en decir que era del PNV”, recuerda un amigo periodista.

Ortuzar es licenciado en Ciencas de la Información, está separado y tiene dos hijas. Amante de la montaña, a donde acude en solitario para recoger setas, encendido seguidor del Athletic, en su vida ha entrelazado periodismo y política porque son sus principales pasiones, y posiblemente las que han tallado su personalidad. Tras su corto paso por Radio Popular de Bilbao, emisora ligada al Obispado, entró en Deia, diario de propiedad nacionalista, en sus años de universitario. “Siempre sabía qué información no iba a gustar en Sabin Etxea y ya lo creo que acertaba”, rememora uno de sus jefes de la redacción, en el que Ortuzar, afiliado a ELA, llegó a presidir el comité de empresa, y donde trabó fieles amistades como la de Juan Carlos Urrutxurtu.

Esta intuición le acompaña ahora en la política. “Es quien sabe ver la jugada que se avecina, el que huele lo que viene, parece un ajedrecista”, dice uno de sus colaboradores. Acompañado de un trato afable, conversador interminable, divertido sin reparos —siempre elige una alegría política para disfrazarse cada Carnaval—, se acompaña del don de la persuasión. “Cuando empieza a intervenir en una asamblea del partido (PNV) lo hace de manera jocosa, como frívola, pero acaba dictando doctrina”, apunta un veterano exdiputado foral de Bizkaia. “Se hace escuchar”, remata un portavoz del PNV.

Siempre ha estado en situación de servicio al partido, sin abrir heridas

Quienes han seguido su rastro aseguran que “Ortuzar siempre ha sido así, acaba persudiandote de sus ideas porque lo dice convencido y al final te gana”. Intuitivo para elegir sus compañías, sobre todo dentro del partido, nunca pasa desapercibido. Le ocurrió en Deia, su trampolín para llegar precozmente en 1987 a la política institucional. En un Gobierno vasco de coalición PNV-PSE colaboró con el consejero Juan Ramón Guevara, primero, y directamete con el lehendakari José Antonio Ardanza, después, siempre vinculado al área de Acción Exterior.

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Mientras se volcaba en aprender euskera, Ortuzar, dicharachero, siempre supo tejer complicidades en el día a día, hacer equipos y no entrar en guerras absurdas, y así sigue. “Forma parte de un grupo  Los jobubi que empezaron poniendo sillas en los mítines y que tuvieron muy claro qué partido querían y cómo lo iban a conseguir”, admite un curtido dirigente nacionalista.

Javier Atutxa, entonces presidente del PNV de Bizkaia, lo entendió enseguida y los proyectó con cautela. “Ortuzar nunca ha herido la sensibilidad de Arzalluz” en los tiempos de éste como líder indiscutible del partido. El resto de sus compañeros de viaje, tampoco. “Por edad y por situación de cada cual, nunca han tenido una especial relación, pero era evidente que no estaban en la onda de Arzalluz”, reconoce quien ha vivido esta transición desde dentro de los órganos de dirección.

Revestido ya de esta confianza directa desde la dirección de la poderosa territorial de Bizkaia, Ortuzar fue propuesto por el PNV en 1999 como director general de EiTB, el ente público de la radio y televisión vasca, y a nadie le sorprendió. Pero la mayoría requerida en el Parlamento para su elección obligó al gobierno de Juan José Ibarretxe, en coalición con Eusko Alkartasuna (EA), a pactar su nombramiento con Euskal Herritarrok (EH), que había conseguido 14 escaños en las recientes autonómicas, con Arnaldo Otegi de cartel electoral. ETA había declarado otra tregua al abrigo del pacto de Lizarra y quedaban todavía varios meses para el asesinato del teniente coronel Pedro Antonio Blanco, que no condenó HB y abrió un cisma entre nacionalistas y abertzales.

Su llegada a EiTB necesitó del pacto entre el PNV y EH, de Arnaldo Otegi

Quienes esperaban en EiTB la llegada del nuevo director general que sustituiría al también nacionalista Iñaki Zarraoa en un período político efervescente, todavía recuerdan las conversaciones entre los radicales Otegi, Juan José Petrikorena y Jone Goirizelaia con la delegación del PNV, que encabezaba Joseba Egibar. Ortuzar obtuvo el placet.

“Llegó recordando que había sido presidente del comité de empresa de Deia, que entendía la labor sindical, que era un proyecto para sacar adelante entre todos, pero no tuvo una relación directa con la plantilla, de eso se encargaba el resto del equipo directivo”, señala uno de los representantes de la plantilla de ETB.

Este mandato de nueve años de Ortuzar, que interrumpió en 2008 para ser elegido presidente del PNV de Bizkaia, coincidió con “la etapa de vacas gordas del sector” y, permitió, incluso, el cambio de sede en 2007, recuerdan en el ente. El traslado de la Feria Internacional de Muestras de Bilbao a sus nuevas instalaciones de Barakaldo (BEC) permitió que fueran cedidos al grupo EITB dos pabellones, con una superficie de 32.000m² y alturas entre 8 y 12 metros.

Pero el efecto estratégico del director general era otro bien distinto. Ortuzar, que se empeñó en un diseño de grandes ventanas similar al que luego trasladó a Sabin Etxea, centró sus esfuerzos en adecuar una intencionada estructura organizativa capaz de atrapar a sus sucesores, el equipo formado durante el mandato del PSE-EE en el Gobierno de Patxi López. “Creó la figura de los gestores, unas cien personas con cargos de responsabilidad sin pasar ninguna oposición, que cambió la historia del funcionamiento interno”, recuerdan críticamente en el ente televisivo.

Atutxa apostó por el futuro interno del sector ‘jobubis’, al que pertenece

Y no se quedó ahí. Ortuzar apuntaló la plantilla ofreciendo 80 contratos mercantiles que hace año y medio la Inspección de Trabajo consideró fijos. EiTB aglutina ahora a 1.034 personas en nómina.

Así las cosas, Ortuzar siempre tuvo asegurado el control de EiTB, junto a un compenetrado equipo directivo, de su máxima confianza. Por eso, cuando el PNV necesitó del recurso urgente de Iñigo Urkullu para relevar a Josu Jon Imaz en un abandono que todavía escuece en el partido, ahí volvía a estar Andoni Ortuzar dispuesto para cubrir la emergencia en la presidencia del BBB. Lo hizo con vocación de servicio, a la que siempre se acostumbró, para así ganarse sin alardes el reconocimiento de un partido que, sobre todo, le quiere y respeta.

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