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Feijóo busca a Pachi Vázquez

El presidente persigue el refrendo del PSdeG a algunos de sus recortes tras ningunear a su líder durante cuatro años. El PP intenta huir de la soledad parlamentaria

Feijóo y Pachi Vázquez, antes de entrar al plató de TVG para el último debate electoral, en octubre pasado.
Feijóo y Pachi Vázquez, antes de entrar al plató de TVG para el último debate electoral, en octubre pasado.ANXO IGLESIAS

La fiesta de la mayoría absoluta acabó en la sede del PP gallego la misma mañana del 22 de octubre. El triunfo aplastante y los 41 diputados logrados la víspera sirven sobre todo para mantener el poder, proporcionar algo de moral a la tropa en forma de titulares grandilocuentes y evitar las apreturas parlamentarias del anterior mandato, en el que la mayoría podía bailar por un solo escaño. Pero en plena espiral de crisis y recortes apenas garantizan algo más. A diferencia de lo que ocurría en los tiempos de presunta bonanza económica entre inauguraciones y subidas salariales acordes con el IPC, la mayoría absolutísima equivale ahora a asumir en solitario el malestar de un número creciente de colectivos y a aparecer ante la opinión pública como responsable de cada nuevo tijeretazo al Presupuesto. El último y más drástico lo sufrirán otra vez los funcionarios, a quienes Feijóo baja el sueldo este 2013 como hicieron antes Rajoy y Zapatero.

El presidente gallego asume que vienen al menos dos años más de desgaste hasta que la economía empiece a crecer —su pronóstico asegura que no lo hará antes de 2015— y por eso ha iniciado la legislatura con constantes guiños al PSdeG y a su líder, Pachi Vázquez —a quien ninguneó durante todo el anterior mandato culpándolo de la famosa “herencia recibida”— para que ejerza de cara amable de la oposición y ambos puedan escenificar algunos acuerdos. Desde el mismo debate de investidura, Feijóo ha ofrecido al resto de partidos ocho pactos que van desde la reclamación de más fondos europeos al “blindaje de los servicios públicos”, pasando por la financiación autonómica, la búsqueda de fórmulas de crecimiento, la permanencia de Novagalicia Banco, el futuro del rural, la ordenación del territorio o un nuevo mapa municipal. Hasta se ha ofrecido a consensuar la reducción de diputados que incluyó en su programa y que primaba el peso de Lugo y Ourense, zurrones tradicionales de votos para la derecha gallega. En esta nueva era, los populares tienden la mano a negociar ese recorte de escaños sin que eso implique reforzar el voto de ourensanos y lucenses, según anunció el presidente el domingo en una entrevista con este diario.

Esas ofertas abstractas, la mayoría sin contenido, las repite Feijóo en el hemiciclo y fuera de él mientras mira al líder socialista, Pachi Vázquez, quien ya le ha hecho ver que no piensa sonreír en la foto para que Feijóo presuma de consensos. Y menos en temas tan candentes como el de los recortes sociales o la fusión de las cajas que ha derivado en un monumental fiasco que aboca a Novagalicia Banco a la subasta, con todo el dinero de los inversores perdido por el camino cuando por fin la gestión de la entidad será investigada en el Parlamento en una comisión que empezará a trabajar previsiblemente este febrero.

En el debate de investidura y también en la primera y única sesión de control celebrada hasta el momento en la Cámara e incluso en su discurso televisado de fin de año desde la casa de Rosalía de Castro, Feijóo ha realizado llamadas insistentes al PSdeG para que se distancie de la guerra total  anunciada por la Alternativa Galega de Esquerdas liderada de Beiras y por contagio también el BNG, que amenazan con avivar las protestas, si la calle vuelve a incendiarse por los recortes. No sea usted como ellos, vino a decirle a Vázquez en el único Pleno parlamentario del anterior período de sesiones en el que el presidente ya pudo comprobar la soledad parlamentaria que le espera si sigue porfíando únicamente en el mantra de la austeridad.

Uno de los conselleiros a los que el presidente escucha y tiene en cuenta sostiene que la mano tendida a los socialistas es sincera y que no sería bueno repetir el clima de la anterior legislatura en la que Gobierno y oposición apenas alcanzaron acuerdos de calado. “La crisis va a seguir estando ahí y la sociedad exige la unión de todos para hacerle frente”. La misma fuente admite que políticamente sería más sencillo si el PP lograse incorporar el apoyo de los socialistas a algunos de sus ajustes “tan necesarios como impopulares”. Otros dirigentes del PP creen que se trata de una estrategia para hacer ver que Feijóo “sigue enfrentándose sin ninguna ayuda a los problemas económicos” y de dar continuidad a uno de sus lemas de la campaña que tantos réditos le deparó. Ayer fue el portavoz parlamentario Pedro Puy quien tendió la mano al resto de partidos pero sobre todo al PSdeG para lograr acuerdos y citó el compromiso que tenían ambos partidos para diseñar el futuro de la Compañía Radio Televisión de Galicia para los próximos nueve años.

Sea con el objetivo de apaciguar las protestas o de erigirse en víctima de ellas, no parece que las llamadas al acuerdo hayan calado en el PSdeG que en las últimas elecciones vio desertar a miles de votantes suyos persuadidos por las soflamas antisistema de Beiras e Izquierda Unida. Vázquez sostiene que cualquier pacto con el PP pasa por las subidas de impuestos a las rentas altas que él ha propuesto y que no está dispuesto a facilitar oxígeno al presidente durante sus últimos meses al frente del PSdeG. Será la persona que le sustituya en la secretaría general —los soscialistas barajan los nombres de José Ramón Gómez Besteiro, José Blanco y el de Francisco Caamaño para el congreso extraordinario que elegirá a la nueva dirección previsiblemente en primavera— quien decida si opta por mantener la oposición dura al PP o por conceder espacios para el acuerdo.

Los dirigentes socialistas consultados coinciden en que aparecer de la mano del presidente en los recortes les abocaría al suicidio político, como el que ha experimentado el PASOK griego, en caída libre después de que sus votantes lo abandonasen por considerarlo cómplice de los duros ajustes sociales impuestos por la troika y que la derecha de aquel país bendice. Aventuran que los electores que prefirieron a Beiras el 21 de octubre no van a volver porque se aplauda las medidas de Feijóo aunque admiten que los socialistas deben modular su discurso y aportar alternativas “porque el PSdeG no puede permitirse las formas ni el fondo de una coalición sin vocación de Gobierno”.

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