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Mas-Colell restringe el gasto público hasta que se apruebe el Presupuesto

Los departamentos dispondrán del 28% menos que en 2011 Solo se mantienen las partidas para nóminas e intereses El consejero de Economía advierte de nuevos “sacrificios”

Lluís Pellicer

Francesc Homs y Andreu Mas-Colell, los dos hombres fuertes del Gobierno de Artur Mas, comparecieron ayer tras el primer Consell Executiu de la legislatura para dar cuenta de las medidas que tuvieron que ser adoptadas con premura. Y lo urgente era poner coto al gasto de las consejerías mientras no se aprueben los que ya se antojan los Presupuestos más duros de toda la recesión y reformar el impuesto de patrimonio para aumentar la recaudación a partir del 1 de enero.

Hasta que no entren en vigor las cuentas de 2013, los departamentos contarán con un presupuesto un 28% inferior al del año pasado y muy limitado en cuanto a finalidades, salvo en los capítulos de personal e intereses. Y en el mejor de los escenarios, con el calendario en la mano, eso no ocurrirá hasta mediados de abril. En los cuatro próximos meses, por ejemplo, no se convocarán subvenciones, salvo las que se sufraguen con fondos de Administraciones o deban darse por norma. Las restricciones de la prórroga anticipan la dureza de los ajustes que deberá afrontar el Ejecutivo catalán este año si no logra que el Gobierno de Mariano Rajoy abra la mano y flexibilice los objetivos de déficit.

Mas-Colell ayer cerró filas con el Gobierno central para reclamar a Bruselas que suavice las metas marcadas a España. Pero acto seguido exigió al Ejecutivo de Rajoy que las comunidades puedan beneficiarse de ese mayor margen. “Lo razonable sería el 1,5% del PIB”, en lugar del 0,7% actual, aseguró Mas-Colell. El consejero recordó que el objetivo que ahora está vigente supone que la Generalitat debería cerrar 2013 con un déficit de 1.600 millones de euros, y solo en intereses de la deuda ya afronta unos pagos de 2.300 millones. En la práctica, eso significa que al Ejecutivo catalán se le está exigiendo acabar el año con superávit primario, que excluye los intereses bancarios. Es decir, que los ingresos corrientes deberían ser 700 millones superiores a los gastos. “No tiene ni pies ni cabeza en la situación actual de recesión”, denunció.

La Generalitat no descarta, sin embargo, que ni Bruselas ni Madrid se muevan finalmente ni un ápice. Y aunque lo hagan, advirtió, la situación seguiría siendo crítica. En una clara alusión a los empresarios, quienes han rechazado las subidas impositivas acordadas con ERC e insisten en una reforma de la Administración, Mas-Colell avisó de que actuando sobre el sector público “no bastará”. Con un semblante serio, advirtió de que la situación requerirá de “sacrificios” y advirtió de que estos deberán ser asumidos tanto por el sector público como por la sociedad civil.

Mas-Colell admite que los ajustes “no son razonables a largo plazo”

A la espera de que el Gobierno central dé su brazo a torcer, Mas-Colell debe rebajar el gasto no financiero de 23.941,8 millones de euros a un tope de 20.000 millones. Esa cifra equivale, por ejemplo, a casi la mitad de lo que gasta la Consejería de Salud o prácticamente todo presupuesto para enseñanza. Y tras agotar la posibilidad de subir impuestos, advirtió, los recortes serán inevitables.

Aumentar los ingresos tributarios en plena recesión ya es una tarea complicada. Las medidas fiscales acordadas con ERC en el mejor de los casos —si se aplica el gravamen sobre los depósitos bancarios— permitirán ingresar 1.000 millones de euros más, mientras que las privatizaciones son más complejas por las dificultades para acceder al crédito y, admitió el consejero, porque tienen un límite. Con ese panorama, el cumplimiento de los objetivos de déficit —que presentó como inevitable sean cuales sean—, Mas-Colell anunció que deberá ejecutar nuevos recortes. “Este mal trago lo tendremos que pasar entre todos”, insistió.

Pero a diferencia de otras ocasiones, ayer el consejero admitió que esas “medidas dolorosas” no son “razonables a largo plazo”, por lo que se comprometió a que estas serán “reversibles”. “Por el camino que sea, los ingresos fiscales aumentarán en el futuro”, dijo. Y cuando ello suceda, Mas-Colell dio su palabra de que se recuperarán gastos que el año que viene, que definió de “excepcional” y “transitorio”, deberán suprimirse. Aun así, el consejero se comprometió a dar prioridad al “gasto social” y a los “estímulos a la economía productiva”, aunque la ley de Estabilidad Presupuestaria ciñe los márgenes en los que puede moverse el consejero y obliga a atender primero los vencimientos de la deuda y las nóminas de sus empleados públicos. Y buena parte de esas obligaciones, además, se atenderán con los fondos procedentes del Fondo de Liquidez Autonómica.

El Gobierno aprueba la reforma del impuesto de patrimonio

Precisamente, dentro de ese nuevo paquete de medidas de austeridad que prepara Mas-Colell está la reforma del impuesto de Patrimonio. Para que la recaudación pueda realizarse en 2013, el Ejecutivo catalán tuvo que aprobar ayer el decreto para modificarlo. El mínimo exento pasará a partir del 1 de enero de los 700.000 euros actuales a 500.000 euros. El gravamen seguirá constando de ocho tramos, pero todos los tipos aumentan en un 5%, salvo el más alto, que afecta a grandes patrimonios de más de 10 millones de euros. En este caso, el tipo se incrementa el 10%. Con esa reforma, el Ejecutivo catalán espera recaudar 93,8 millones de euros.

El consejero de Economía también admitió por primera vez que la Administración catalana cerrará 2013 con un déficit superior al previsto. “Todos sabemos que quedaremos por encima del 1,5% del PIB, pero no demasiado”, aseguró el consejero, quien añadió que, en todo caso, la cifra reflejará “el notabilísimo esfuerzo de contención del gasto”.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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