La oposición en pleno planta a Feijóo en su toma de posesión
El reelegido presidente gallego ofrece esperanza a los parados mientras planea más ajustes
En los grandes tiempos del PP gallego, Manuel Fraga convertía sus tomas de posesión en ceremonias triunfales en las que se paseaba escoltado por una falange de miles de gaiteiros. La única comitiva que esperaba ayer a Alberto Núñez Feijóo a las puertas del Parlamento de Galicia, en Santiago, era la formada por medio millar de afectados por las participaciones preferentes, que se manifestaron durante horas bajo la lluvia para acusar al PP de incumplir sus promesas y arrojaron huevos a algunos de los invitados. Lejanos los días de gloria y abundancia de Fraga, Feijóo quiso ser coherente con esa leyenda de austeridad que le han forjado los suyos y se limitó a prometer su cargo por segunda vez, ante decenas de autoridades, en una sala de la Cámara autónoma con un solo gaiteiro para interpretar el himno gallego.
Pese al resonante triunfo electoral del PP, el pasado 21 de octubre, ni en los discursos ni en el ambiente se deslizó la menor concesión a la euforia. Mientras Feijóo y la representante del Gobierno central en el acto, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, leían sus discursos, desde fuera llegaba la incesante matraca de las bocinas que hacían sonar los que clamaban contra la “estafa de los bancos”. Ante las principales autoridades de Galicia, el presidente de la Xunta no se cansó de reclamar “unidad” para salir del agujero de la crisis durante su segundo mandato. Pero los líderes de la oposición no estaban allí para escuchar la oferta. Pachi Vázquez, del PSdeG, Xosé Manuel Beiras, de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), y Francisco Jorquera, del BNG, dieron plantón a la ceremonia institucional. Los socialistas estuvieron representados por varios diputados, alcaldes y los expresidentes Fernando González Laxe y Emilio Pérez Touriño. El plante de la coalición de Beiras y del Bloque, sin embargo, no tuvo excepciones.
Tras anunciar durante la campaña que Galicia ya había aplicado los recortes más duros y se aprestaba a vivir una nueva era de crecimiento, Feijóo volvió a la tierra durante el debate de su investidura, concluido el pasado jueves. Ante el nuevo Parlamento, el presidente no tuvo más remedio que admitir que las penurias económicas durarán dos años más. Y aunque prometió algunas medidas de impulso, sin la menor concreción, dedicó más de la mitad de su discurso de presentación del programa de Gobierno a cantar las bondades de la reducción del déficit. Puro continuismo de los cuatro años anteriores, una dosis más de ajustes a la vista de que los gallegos, lejos de castigarle, acaban de ampliar la mayoría absoluta del PP, por mucho que perdiese 120.000 votos.
La letanía de la austeridad, sin embargo, desapareció ayer del discurso de Feijóo, que prefirió ofrecer “esperanza” a los que sufren el “asfixiante drama” del desempleo y son “víctimas de una situación que no han provocado”. Los motivos para la esperanza que esgrimió el presidente se quedaron más bien en el terreno de lo abstracto: el autogobierno de Galicia, la pertenencia a España y a la Unión Europea y el hecho de que los gallegos formen una “gran familia” en la que “se pueden hacer las cosas juntos”.
Si Feijóo prefería no hablar ayer de austeridad, allí estaba la vicepresidenta Saénz de Santamaría para reparar la omisión. La representante de Rajoy abonó la idea de que Galicia ha constituido el laboratorio de ensayos del PP antes de su llegada al Gobierno central. Feijóo, señaló la vicepresidenta, no solo ha sido “pionero” de algunas de las “reformas” de Rajoy, sino que en Galicia “dieron sus primeros pasos políticas que hoy son indiscutibles en España y en el mundo”. Los elogios de Santamaría a la actitud de Galicia frente al resto de España sonaron como un contraejemplo del soberanismo catalán, aunque se cuidase de citarlo expresamente. La comunidad que preside Feijóo, ilustró la vicepresidenta, se caracteriza por “huir de la confrontación y desalentar el rupturismo”, ya que es consciente de que el “crecimiento económico no se logra poniendo límites ni fronteras”.
El presidente gallego dará a conocer hoy su nuevo Gobierno, en el que imperará el continuismo. Su primera tarea también volverá a ser la misma que en los últimos años: reducir de nuevo el presupuesto para 2013.
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