Capitán y jefe de máquinas del ‘Prestige’ niegan que el buque fuera inseguro
“Era un buen buque”, aseveró el capitán, Apostolos Mangouras a preguntas de su abogado
El Prestige era “una chatarra flotante”, sentenció hace unos días el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Falso, claman el capitán y el jefe de máquinas del petrolero, principales acusados en el juicio por la catástrofe que hace una década tiñó de fuel 1.600 kilómetros del litoral gallego, cantábrico y del atlántico francés. Los dos marinos griegos, de 77 y 73 años de edad respectivamente, se esmeraron ayer en sus interrogatorios, durante la vista que se celebra en A Coruña, en desmentir que el estado del viejo barco de casco único afectara a su seguridad para transportar, en aquella última y fatídica travesía, 77.000 toneladas de fuel.
“Era un buen buque”, aseveró el capitán, Apostolos Mangouras a preguntas de su abogado. “Tenía capacidad para aguantar” el temporal con vientos de fuerza 8 y 9 como los que soplaban cuando sufrió un golpe frente a Fisterra, aquel 13 de noviembre de 2002. “Nunca fue detenido por inseguridad” en ningún puerto, y pasó con éxito todas las inspecciones, revisiones y reparaciones a la que sometieron distintas autoridades, su clasificadora, la estadounidense ABS, o su compañía de seguro. Incluso días antes del accidente que causó la catástrofe, no se detectó “ninguna anomalía” a su paso por Ouessant, en el Finisterre francés. “No había nada que afectara a su seguridad”, remachó Mangouras.
Al no prosperar la demanda de la defensa de impugnar la traducción al español de su declaración en este juicio por considerarla errónea, el capitán insistió en cambiar por el término de “herrumbre”, o sea óxido de hierro, la corrosión que dijo haber detectado, durante “un control visual con linterna”, en uno de los tanques del petrolero antes de la última travesía.
Una tesis que también se esforzó en corroborar el jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos, al responder a la Fiscalía. El marino negó que el dispositivo que reclamó cambiar al armador “influyera en el funcionamiento de la máquina” o la seguridad del barco. “Era auxiliar”, precisó. Y tanto Mangouras como Argyropoulos, para los que se piden hasta 18 años de cárcel para cada uno en este juicio, hicieron hincapié en negar con insistencia las acusaciones de desobediencia y resistencia a las autoridades marítimas españolas tras el accidente del Prestige. Aseguraron una y otra vez que se quedaron a bordo las 48 horas siguientes pese al riesgo por sus vidas para “ayudar” e intentar reducir el vertido de fuel.
Mangouras, que pasó 83 días en prisión tras abandonar el barco y lleva 10 años en libertad condicional, fue el más expresivo: “Me trataron como a un criminal”, acusó. “He sido el único capitán que fue a la cárcel por un accidente, incluso en los que hubo error humano”. “Quedar a bordo fue una heroicidad que pagué muy cara”, agregó.
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