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Basterretxea cree que las tendencias actuales no han superado “lo que existe”

"Cuando veo que todavía puedo hacer cosas nuevas, me ayuda mucho", dice el artista

Néstor Basterretxea.
Néstor Basterretxea.Juan HERRERO (efe)

Néstor Basterretxea sigue en activo e imparable a sus 88 años, atento a lo que hacen las nuevas generaciones, a ese mundo de las instalaciones en las que no encuentra "el contenido suficiente como para hablar ya de un cambio que supere lo que existe".

Basterretexea (Bermeo, 1924) asegura en una entrevista que las nuevas expresiones artísticas que están "de moda" son "como gestos", obras que "duran poco" y que están "bien como ejercicios", pero que "tienen que ver más con la poética". "Y como eso no exige ni dibujar ni pintar, ni nada, se ha abierto a mucha gente. Y pasa lo de siempre, que quien tiene talento las hace buenas y, quien no lo tiene, no puede hacerlas", señala el artista, a quien el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicará una exposición antológica en febrero de 2013.

No obstante, asegura que le parece bien que "haya progresos", de la misma forma que Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Remigio Mendiburu y él, entre otros, buscaron "invalidar" lo anterior con el grupo Gaur. Pero las nuevas generaciones observan el trabajo de esos creadores, pilares del arte vasco contemporáneo, como "de una cosa muy, muy pasada", comenta. De esa "ruptura importante" de hace casi medio siglo, nacieron obras de "estructuras muy poderosas" y "lentas de movimientos", "con un cierto hieratismo, como queriendo hacer que las cosas duren".

"Eso nos une, esa densidad nos es común. Ya es algo, ya es mucho", asegura el escultor, que habla de su desencuentro con Chillida, mucho menos aireado que el que el escultor donostiarra mantuvo con ese personaje "contradictorio" que fue Oteiza. Afirma que le resultó "imposible" ser amigo de Chillida, a quien no cuestiona como escultor, sino como "persona". "Él tenía una cosa difícil de soportar, la superioridad sobre todos los demás, y era vejatorio para nosotros. Él no podía soportar que no fuera el primero del grupo, cuando el primero para mí y otros era Oteiza. Para otros no", destaca el artista.

Chillida tenía una cosa difícil de soportar, la superioridad sobre todos los demás

Guarda algunos recuerdos de Chillida que "no puede pasar por alto", episodios que dice que ocurrieron a una edad en la que ya no cabía considearlos como pecados de juventud y con los que afirma que el autor de El Peine del Viento dio "la medida" de ese afán que le atribuye por erigirse en "el gran artista vasco".

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Basterretxea sigue entregado al arte, a las hojas en blanco donde hace los dibujos con los que inicia cada proyecto, sin "miedo" y sin "pavor", porque en ese espacio "está el mundo entero, esperando a ver cómo lo entiendes, cómo inventas ángulos de visión nuevos". Trabaja todos los días, a veces de noche, como "una defensa contra la idea de la muerte". "Siempre he sido una persona ganada por el drama de la muerte y cuando ves que te falta poco, tienes que tener fuerza para que eso no te venza", agrega.

Pero tras su actividad, persiste también la "obsesión" por ese trabajo "apasionante" de explorar para "crear una naturaleza nueva". "Es verdad que tengo una obsesión y cuando veo que todavía puedo hacer cosas nuevas, me ayuda mucho", afirma el artista en su caserío de Hondarribia, donde vive desde hace 30 años y donde estos días técnicos del Bellas Artes ya trabajan para la exposición de febrero entre las esculturas de su taller. "Si tienes la suerte de poder avanzar, te alejas del favor del público. La gente quiere entender y nosotros no estamos por eso", precisa.

Una deuda y un compromiso

Cuando la pasada semana las maquetas de la serie Cosmogónica Vasca de Néstor Basterretxea quedaron expuestas con carácter permanente en las Juntas Generales de Gipuzkoa, el escultor dio por cumplido un compromiso que tuvo su origen hace 20 años en una deuda tributaria.

Cuando supo que podía hacer frente a esa deuda con sus obras, entregó a la Hacienda foral las esculturas talladas en madera que habían servido de base a la serie que posteriormente donó al Museo de Bellas Artes de Bilbao, pero con la condición de que éstas se mostraran en un lugar público.

"Me engañaron", asegura Basterretxea, pues explica que, tras el incendio del edificio de Errotaburu en 2005, "se descubrió que las esculturas estaban en el despacho del director de Hacienda". "Oye no, el director de Hacienda recibe a cuatro amigos al día y yo eso no quiero", fue la reacción del creador vasco, según recuerda ahora.

Además, seis de ellas se quemaron y hubo que rehacerlas, por lo que volvió a encontrarse "en posesión" de parte de algo que ya no era suyo y que ha estado en sus manos hasta su traslado a la que se ha convertido en su sede permanente, explica. Esas 16 piezas se encuentran desde el 9 de noviembre en la Cámara foral, tres en el salón de plenos y las otras 13 en ese espacio "fantástico" que es el vestíbulo del edificio.

"Cuando fui allí y vi esa entrada dije: aquí sí. Además, no es una galería, son las Juntas Generales y mande quien mande tiene ese nivel", dice el artista, que de esta forma considera cumplido el acuerdo al que llegó hace dos décadas.

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