Greenpeace denuncia que otros ‘Prestige’ siguen navegando en España
“Las raíces del problema continúan vigentes”, aseguran los ecologistas
Responsabilidades políticas, legales y económicas inexistentes, permisividad con “chatarras” flotantes que siguen surcando los mares transportando mercancías peligrosas, seguridad marítima sin reforzar. Diez años después, “otro Prestige es posible”. A una semana de cumplirse una década de esta catástrofe ecológica y de reanudarse en A Coruña el macrojuicio por esta causa ambiental, la mayor jamás instruida en España, Greenpeace lanza esta nueva alerta con una acción protesta en el puerto de Bilbao contra un petrolero perteneciente a un entramado empresarial muy similar al Prestige y con un extenso informe sobre lo mucho que aún queda por hacer para evitar mareas negras como la que azotó 1.600 kilómetros de costa de España y Francia.
“Nuestro mejor aliado es que no se olvide lo que pasó” y poner de nuevo sobre la mesa las múltiples razones por las que podría volver a ocurrir un desastre de las enormes dimensiones del provocado por el Prestige “porque sus raíces siguen vigentes”, denunció el director en España de la asociación ecologista, Mario Rodríguez. Y en primer lugar está la nula asunción de responsabilidades. De cualquier tipo, subrayó.
Es el gran interrogante de la vista judicial en la Audiencia Provincial de A Coruña, tras casi 10 años de instrucción, un retraso que también pone en evidencia “la imposibilidad técnica del sistema judicial” : ¿cómo se van a depurar responsabilidades por daños que la Fiscalía cuantifica en 4.442 millones de euros si en el banquillo de acusados sólo hay dos ancianos marinos del Prestige y el exdirector general de Marina Mercante, funcionario también jubilado? “Un juicio bonsai, limitado, con muchas sillas vacias”, en palabras del escritor Manuel Rivas, integrante de la plataforma ciudadana Nunca Máis.
Para Greenpeace, el hecho de que no haya responsables por la gestión política de aquella catástrofe más allá de un exdirector general, pero ninguno de sus superiores directos, “demuestra que se priorizan los intereses personales y políticos sobre los sociales y del medio ambiente”. Y refuerza el convencimiento de las autoridades de que “se hizo todo bien”. “Ni siquiera reconocieron que hubo una marea negra, estamos como en la prehistoria”, ahondó Rivas.
Responsables impunes
Con su acción-protesta el pasado domingo en el puerto de Bilbao, Greenpeace quiso poner el dedo en una de las principales llagas del Prestige que siguen abiertas una década después: la imposibilidad de exigir responsabilidad alguna a los entramados empresariales internacionales que están detrás de muchos petroleros que navegan todos los días frente a las costas europeas con toda impunidad.
Prueba de ello, el Searacer, atracado ese día en el puerto vasco y ante el cual los activistas ecologistas desplegaron banderas con los lemas Otro Prestige es posible o Evitemos el petróleo. Ese petrolero tiene, como el viejo barco que causó la catástrofe de 2002, dueño de Liberia, armadora griega y cuenta con certificados para navegar emitidos por la estadounidense ABS. Y al igual que el Prestige, de bandera de las Bahamas, es pabellón de conveniencia, en este caso de Malta. Y su compañía aseguradora es de Bermudas.
Otro elemento fundamental que sigue pendiente, pese a haber sido una de las causas fundamentales del accidente del Prestige frente a la Costa da Morte: los viejos petroleros de casco único ahora ya no pueden atracar en puertos de la Unión Europea. Pero no están prohibidos y continúan navegando en aguas comunitarias. Siguen existiendo, denuncia Greenpeace, “enormes deficiencias de la legislación y del régimen de responsabilidades en el transporte marítimo”. Prima la protección de la industria petrolera, denuncia la entidad ecologista al reclamar cambios profundos en el régimen de responsabilidades en la seguridad marítima y protocolos claros y concisos para preservar y prevenir accidentes. El abandono del uso del petróleo por energías más eficientes es el objetivo final de la campaña de los ecologistas.
Aunque también hubo consecuencias y medidas adoptadas a raíz del Prestige, sobre todo gracias a la fuerte movilización ciudadana, “los primeros indignados”, remarcó Rodríguez. “Marcó un antes y un después en la causa ambiental”, añadió al subrayar, por ejemplo, que hubo cambios sustanciales en dotación de medios y planes de contingencias para combatir una marea negra. Pero no se hizo un gran evaluación de los impactos ambientales, en la salud y los recursos marinos provocadas por el Prestige que “permita tomar medidas adecuadas” para evitar estas catástrofes. El descenso sustancial de especies como el pulpo o el gallo en las zonas más afectadas y la desaparición de coquina en la Costa da Morte siguen en la lista de grandes asignaturas pendientes 10 años después.
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