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¡Son Goku vive y que viva Son Goku!

Sensacional ambiente en el Salón del Manga de Barcelona, marcado por ‘Bola de Drac’

Jacinto Antón
Aficionados al manga (otakus) disfrazados de personajes de 'Bola de Drac', ayer en el 18º Salón del Manga de Barcelona.
Aficionados al manga (otakus) disfrazados de personajes de 'Bola de Drac', ayer en el 18º Salón del Manga de Barcelona.CARLES RIBAS

Me acerqué con prevención al chico de pelo pincho, torso desnudo y espada de aquí te espero, y le hice la pregunta de la tarde: ¿y tú de qué vas? Me miró preguntándose, sin duda, a su vez de qué extraño manga había salido yo. Es cierto que yo era de los pocos adultos a la vista y que, en el reino de los otakus, iba vestido exóticamente de calle, una excentricidad, vamos. “Soy Gray Fulbuster, de Fairy Tail”, dijo bajando el arma. Qué gran ambiente, intimé. Estuvo de acuerdo. ¿Qué es lo más este año? “Sin duda, Dragon Ball; fue el primero y siempre estará, todo ha salido de él. Los más pequeños siguen entrando por ahí”. A su lado, Omoi, ninja de Kumosakure, de Naruto, asintió. Les dejé para irme en pos de una impresionante jovencita enfundada en un compresivo traje de cuero negro estilo la erótica bruja Bayonetta de Hideki Kamiya y que estaba pidiendo a gritos una entrevista.

El ambiente en el Salón del Manga era ayer sensacional, pintoresco y excitante. Llenaba el palacio 2 de la Fira de Montjuïc una multitud de personas, muchas de ellas disfrazadas, en general de personajes de manga, pero también de cosas tan poco japonesas como Gandalf o Winnie the Pooh. Una niña iba ataviada de Boba Fett. Incluso vi al Capitán América. Me reservo la opinión sobre las adolescentes con pantaloncitos y katanas a imitación de Soum, el tórrido manga de Kenny Ruiz, que tiene videoclip y todo (y del que se exhibe la moto). “El nivel es buenísimo”, me dijo un tipo caracterizado de Jiraiya, que reveló ser un periodista disfrazado (¡eso es competencia desleal!).

Es difícil estar al día de los abigarrados caracteres del manga moderno, algunos de los cuales te hacen pensar que te has pasado de gin-tonics; así que resultaba tranquilizador ver que el mundo no ha olvidado a las tortugas Ninja, los caballeros del Zodiaco ni a Pikachu. Ni a Son Goku, por supuesto, al que se le homenajea al cumplirse 20 años de la edición de Dragon Ball, nuestro Bola de Drac, en España. La jornada tuvo, precisamente, su momento culminante a la una de la tarde cuando 307 otakus se juntaron para batir el récord Guinness de personas disfrazadas de personajes del universo de Son Goku. Bastaban 250. Es lógico que luego te encontraras un desparrame de Vegetas, Gohanes, Piccolos y Bulmas.

El Salón está lleno de sorpresas y atracciones. En el escenario pillé un concurso de karaoke. Hay talleres de cocina y origami, y una feria japonesa. En un rincón, solitaria y llorosa, con el maquillaje corrido, nada Candy, una adolescente en corpiño sujetando un globo negro parecía una viñeta viva. Se formó una larga cola donde firmaba Toshiyuki Kubooka (Berserk). Cinco chicas iban vestidas de colegialas de Sailor Moon, habían venido así de casa: “La gente por la calle flipa”.

“No soy friki”

Cantidad de camisetas ilustradas con lemas llamativos. Mi favorita: “No soy friki, soy un guerrero de nivel 21”. En las casetas, aparte, claro, de mangas —incluso una especie de adaptación de Sven Hassel (RIP), Kampfgruppe, de Koyabashi—, puedes comprar cosas tan interesantes como la capa akatsuki (30 euros), kimonos, falditas, disfraces, incienso, un viaje al Japón, un útil paraguas-katana (28 euros) y hasta una chaqueta de oficial de la marina imperial japonesa que me estaba de cine.

“En mi país no he visto nada así”, me señaló Tomo, un estudiante japonés, de Nagoya. Le pregunté si es un fan del manga. Miró a su alrededor: “No tanto”.

A la salida unos jóvenes disfrazados practicaban esgrima con sus espadas de pega. Bajo la Luna, la estatua del Forjador de Josep Llimona ponía una nota de reconfortante sobriedad a la jornada.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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