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Detrás de los deportistas

Los clubes se convierten en el salvavidas

Los clubes, de larga tradición en Cataluña, se convierten en el salvavidas Muchos deportistas españoles han fichado por clubes extranjeros, a veces para continuar compitiendo

Ramon Besa
La familia Amat, generaciones dedicadas al hockey hierba.
La familia Amat, generaciones dedicadas al hockey hierba.VICENS GIMÉNEZ

El presupuesto del Consejo Superior de Deportes (CSD) ha pasado en un año de 166,37 millones de euros a 111,37 cuando en 2010 ascendía a 181,1. El recorte para 2013 se prevé todavía más severo que el del 32% de la temporada en curso de acuerdo con las previsiones del presidente del CSD, Miguel Cardenal, quien ya ha anunciado a las 66 federaciones españolas que determinadas partidas pueden reducirse hasta el 50%. Ya no se atenderá a criterios históricos para repartir el dinero disponible, las distintas federaciones deberán generar recursos por sí solas y su continuidad no podrá depender de la ayuda oficial. Hay un dato revelador al respecto: solo 10 de las 30 federaciones olímpicas cuentan en sus presupuestos con un porcentaje de ingresos propios superior al procedente de la subvención del CSD.

Ante la falta de dinero público, se impone la austeridad y adecuar las estructuras a los tiempos de crisis. Hay que reducir los gastos y limitar la competición. Algunas federaciones negocian ya la fusión de sus estructuras para centralizar servicios y ahorrar en la gestión, sobre todo en las nóminas del personal, y son muchos los clubes que han renunciado a participar en torneos internacionales o a disputar una categoría superior, por falta de dinero. El CSD se plantea dejar de financiar las competiciones internacionales que se disputen en España a partir de 2013, año en que están previstos los campeonatos del mundo de natación (Barcelona), balonmano y ciclismo, mientras que la organización de los Juegos Mediterráneos de 2017 se adjudicó a Tarragona.

Muchos deportistas españoles han fichado por clubes extranjeros, a veces solo para continuar compitiendo, nada que ver con las figuras que se incorporan a la NBA, el torneo por excelencia de baloncesto. Varias de las ligas españolas son incapaces de absorber a sus estrellas y ya se sabe de la poca importancia que tiene el deporte universitario. Incluso algunos técnicos y directivos han aprovechado el momento para pedir que se replantee el modelo y el poder de los presidentes de federaciones. Los críticos sostienen que el deporte es víctima de la misma burbuja que lo fue la construcción.

Han menguado las subvenciones de las distintas Administraciones, la aportación de las cajas de ahorro y la obra social han desaparecido en muchos casos y ya no se cuentan mecenazgos que permitían la creación de equipos, más que de clubes, con intereses mediáticos o de promoción personal. Y, por otra parte, la venta de los derechos de televisión, así como la obtención de patrocinadores, cada vez resulta más complicada. La mayoría de entidades están amenazadas por déficits difíciles de corregir porque no pueden asumir unos costes que, con el argumento de la profesionalización, se habían excedido en infraestructuras, personal o licencias, ni que fuera por atender las demandas de la patronal. Las condiciones generadas en su día para aumentar la calidad del deporte son imposibles de mantener y se impone rebajar las aspiraciones y recuperar el carácter más local con el que fueron creadas. El lema es hagamos el deporte que nos podamos permitir.

La situación avala de alguna manera la trayectoria que ha seguido el deporte catalán, fiable en situaciones de bonanza, de entretiempo o de depresión colectiva como la actual. El propio presidente del CSD anunció después de los Juegos Olímpicos de Londres que el éxito del deporte español no se podría entender sin el asociacionismo de los clubes en Cataluña. Las cifras reafirman la opinión de Cardenal: el 44% de las 17 medallas españolas fueron conseguidas por atletas formados en el CAR de Sant Cugat del Vallès. Y 8 de las 17 medallas corresponden a deportistas de Cataluña (aportó hasta 74 atletas sobre un total de 278), la mayoría vinculados a los clubes, el motor del deporte del país.

Al CN Sabadell, que en Londres contó con una representación de 16 deportistas, perteneció la nadadora Mireia Belmonte, ganadora de dos medallas de plata, y la mitad del equipo femenino de waterpolo, finalista ante Estados Unidos. No es una novedad en un club con 40 olímpicos y cinco medallistas en unos Juegos. Actualmente, con unos 30.000 socios que abonan 30 euros mensuales, es la tercera entidad privada de Cataluña en número de afiliados, solo superada por el RACC y el Barça, proveedor olímpico en deportes de equipo y en atletismo. El CN Sabadell tiene 19 secciones, dispone de unas excelentes instalaciones y cuenta con un presupuesto de 13 millones de euros, de los que destina 1,2 millones a la formación y competición.

Hay más ejemplos como los clubes de hockey hierba, la mayoría radicados en Terrassa; los de waterpolo, muy extendidos por Cataluña, o los de natación y natación sincronizada, cuya cuna sería el Kallipolis. Adscritos a 69 federaciones, se cuentan 8.285 clubes catalanes de distinta tipología. El 68% tiene menos de 35 años y, por tanto, se fundaron durante la democracia, mientras que el 11% son anteriores a 1936. Algunos han celebrado ya o están a punto de conmemorar su centenario. Herederos del modelo inglés de finales del siglo XIX, la mayoría presenta una oferta complementaria a la federada y orientada a la mejora de la salud y el ocio, de manera que son los socios los que financian la competición de los deportistas.

A todos les mueve el colaboracionismo. El 39% de las personas involucradas en el funcionamiento de los clubes son voluntarios, una cifra que traducida en euros significa unos 213 millones anuales. El 74,3%, por otra parte, utiliza equipamientos de titularidad pública, mientras que el 18,7% dispone de instalaciones propias. La supervivencia se ha puesto cara y clubes históricos como el Joventut de Badalona, cuna del baloncesto, compiten con 1,5 millones de euros de presupuesto.

Muchas ciudades han dejado de pagar para salir en el mapa deportivo y el calendario ha adelgazado después de unos años en que los acontecimientos se multiplicaban por la onda expansiva de Barcelona 92. Los beneficios fiscales garantizados a las empresas colaboradoras se restringen y se suceden las inspecciones laborales a los clubes. La situación económica obliga a repensar el deporte y la coyuntura política exigirá un posicionamiento a entidades emblemáticas como el FC Barcelona.

El cántico de “Visca el Barça i visca Catalunya!” en el Camp Nou se ha sustituido últimamente por el grito de “¡Independència!”. La entidad azulgrana, que muchas veces edificó sus secciones a costa de los clubes del país, se expone a un proceso de desnacionalización por su constitución en marca global. Ya no es necesariamente la selección catalana oficiosa, sino que una parte de la población aspira a contar con selecciones nacionales. Nadie discute, sin embargo, su identidad futbolística. El estilo forjado a partir de la cantera le da una personalidad única y, de alguna manera, le reconcilia con la idiosincrasia de muchos clubes catalanes menos mediáticos y sin tantos recursos y, sin embargo, igualmente reconocibles por su juego desde los tiempos en que no habían subvenciones, ni ayudas, ni televisión, sino que se alimentaban del placer de los socios por hacer deporte y salud

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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