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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De Adelson a Carrillo

Desconozco las razones que han movido a Esperanza Aguirre a dimitir como presidenta de Madrid. En verdad que tampoco me interesan mucho, salvo que sean asuntos de salud, porque creo que en la salud no hay adversarios y porque, además, creo en la sanidad universal, aunque ella no crea en ella. No sé si tiene que ver con la búsqueda de un final feliz, es decir, con el “triunfo” sobre Catalunya en la lucha por Eurovegas, la última batalla ganada por Espe y precisamente en un momento en que Catalunya y Madrid afrontan una serie de derbis políticos que han obligado incluso al Rey a convertirse en un bloguero y a alertarnos de que no somos conejos discutiendo sobre si son galgos o son podencos.

Lo que me tiene a mí maravillado del caso Eurovegas no es ni lo territorial, ni lo económico, ni lo político, que seguramente es muy importante (aunque de fastuosos fiascos está España llena). Lo que me interesa, me inquieta, me alegra —parezco la del horóscopo de Telecinco, ¡qué horror!— es cómo se va a resolver el asunto del tabaco en los casinos del señor Sheldon Adelson. A ver si ha dimitido por eso Esperanza Aguirre... Yo os dejo Eurovegas y que Rajoy resuelva lo del tabaco, quizás pensó la proclamada reina del liberalismo (en el siglo XXI cuando alguien se define como liberal salgo huyendo como Unamuno de los militares).

Me imagino el panorama: si le vamos a dar al magnate americano todas las ventajas fiscales habidas y por haber, si le vamos a poner el suelo a precio de huerta, si hasta las relaciones laborales tan sui géneris (tanto que sindicalmente no existen en su cabeza) tendría narices (qué fino estoy, es el síndrome postveraniego) que toda la operación se arruinase por la ley antitabaco.

Me hubiera gustado pulsar la opinión de Santiago Carrillo, el fumador empedernido que desafió a la medicina, que fumó en la terracita de la habitación tras ser tratado del corazón, con 92 años. Pero Carrillo nos ha dejado solos, es decir, sin sus opiniones sensatas, sin su socarronería juvenil, el perdedor que perdió todas las batallas políticas y militares y, sin embargo, fue el triunfador del diálogo, el último de los políticos de antes, de los que ya no quedan. ¿Qué pensaría él del tabaco en Eurovegas? Seguro que algo inteligente. De hecho, ni siquiera sé qué pensaba de la ley antitabaco de Zapatero, aún vigente. Sé que se la saltaba, como lo demuestra su anécdota del hospital. Siempre fue políticamente incorrecto.

Conozco a varios hosteleros que, ante la orfandad que ha dejado Carrillo, miran de reojo a Adelson, al que mira de soslayo Rajoy —desconozco si Ana Botella se interesa y le importa el asunto, porque es etérea—. Hasta en eso fue socarrón Carrillo: el experto fumador se llevó al mar de Gijón el secreto del tabaco. Y Esperanza tuvo que dimitir. Anda que si se fue navegando su velero en el humo de un cigarro, que cantaba Horacio Guarany... Sería genial.

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