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Peregrinación a la Franja de Ponent en busca de carburante más barato

Cientos de leridanos repostan gasolina en los vecinos pueblos de Aragón para ahorrarse el céntimo sanitario

Repostar en una gasolinera u otra puede suponer un ahorro importante para los ciudadanos. Lo saben bien muchos leridanos que han encontrado la solución en Aragón, donde no se aplica el llamado impuesto del céntimo sanitario de la gasolina, que en Cataluña supone un recargo de 4,8 céntimos por litro.

Los pocos kilómetros que separan a pueblos leridanos de pueblos de la Franja de Ponent hacen que salga a cuenta recorrer un trecho para repostar. Por ejemplo, en Almacelles (Segrià, Lleida), el litro de gasóleo es 17 céntimos más caro que en Altorricón (Llitera, Huesca), a 9 kilómetros de distancia. “Te puedes ahorrar unos 12 euros si llenas el depósito”, explicó Marc Plaza, leridano y usuario habitual de las gasolineras oscenses.

La fuga constante de clientes hacia Aragón ha puesto contra las cuerdas a las gasolineras de Lleida. Al no poder competir en precios, más de una decena han colgado el cartel de se vende, lo que representa el 10% de las estaciones de servicio de Ponent. Otra vía de escape es el alquiler de las instalaciones como ha hecho el propietario de la gasolinera de Benavent de Segrià, quien regentaba un negocio familiar desde hacía más de 40 años. “Perdíamos un 40% de las ventas por la dura competencia, sobretodo de las cooperativas agrarias”, explicó.

A los vecinos del pirineo leridano les queda lejos la Franja, pero no Andorra, donde las diferencias de precio se acentúan más. Hasta 22 céntimos de diferencia hay entre parar en una gasolinera andorrana o en una del Alt Urgell. “Cualquier excusa es buena para acudir en familia a Andorra, hacemos cuatro compras y llenamos el depósito”, declaró María Prunera, residente en Organyà.

La estación de servicio San Cristóbal de Tamarite de Litera vive en una pequeña burbuja. Las largas colas de camiones y vehículos particulares son una estampa habitual en la que es la estación de servicio más barata de la Península, ahora cerrada por reformas.

El origen es un pleito que los arrendatarios ganaron a Repsol en 2007. El propietario, Gerardo Laplana, vendió su gasolinera a Campsa (luego Repsol) en 1987 aunque acordó con la empresa que los precios de los carburantes solo se alterarían si se pactaban entre ambas partes. Sin embargo, todo se torció en 1996 cuando se liberalizaron los combustibles y la petrolífera decidió, unilateralmente, fijar los precios de venta sin tener en cuenta al arrendatario. “Los precios de Repsol nos arruinaban, eran más caros que los de la competencia”, explicó Gerardo, quien se negó a modificarlos.

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Así, llevó a Repsol a los tribunales y le dieron la razón 12 años después al concluir que ninguna parte podía alterar los importes sin la autorización del otro.

Y como no se ponen de acuerdo, la gasolinera mantiene los precios congelados desde 2006. El gasóleo A está a 1,05 euros el litro y la gasolina a 1,11 euros, muy por debajo de lo que marcan los paneles del resto de las estaciones de toda España. Repsol llegó incluso a cortar el suministro pero el juez obligó a abastecer a la gasolinera. “Hago 40 kilómetros de más para venir a repostar pero vale la pena el paseíllo”, afirmó Fernando Pueyo, transportista de la zona.

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