La última cosecha si se planta Eurovegas
Los agricultores siembran alcachofas con el temor de quedarse sin tierras Hay rumores de venta de terrenos que nadie acierta a concretar
Albert Bou es un ferviente opositor a la construcción de Eurovegas en los terrenos del Parque Agrario del Llobregat, la ubicación propuesta por el Gobierno catalán para seducir a los promotores del proyecto y traerlo a Cataluña. A sus 52 años, cree tener sobrados argumentos para rechazar el complejo y los explica con entereza. Solo pierde la compostura cuando, emocionado, intenta imaginar su vida expulsado de sus campos de cultivo. A pocos metros, su padre, 26 años mayor que él, mantiene perdida la mirada mientras reposa sobre unos sacos de pienso. Ambos representan a la cuarta y la tercera generación de una familia que no ha vivido de otra cosa que de labrar esas fincas.
“Ahora no tenemos ilusión por nada, continuamos trabajando porque no nos queda otro remedio”, lamenta. Las inversiones pendientes esperan. El suyo es un sentir mayoritario entre las 1.500 familias que viven de la agricultura en el delta del Llobregat, una de las zonas más fértiles de Cataluña. Temen la decisión que tome la impulsora del proyecto, la compañía estadounidense Las Vegas Sands, durante la primera quincena de septiembre, cuando se conocerá la decisión sobre si opta por los terrenos de Barcelona o de Madrid para poner una pica en Europa.
Temor al macrocasino
Mientras en la Generalitat esperan una decisión firme para iniciar todos los cambios normativos que exige el magnate Sheldon Adelson, los payeses se apremian estos días a plantar alcachoferas, embrión de uno de los productos más emblemáticos de la zona. Es una tarea propia de esta época, pero este año es diferente. Muchos de ellos no saben si lo volverán a poder hacer en las mismas tierras. Y muchos repiten: “Yo solo sé hacer de payés” (Jo només sé fer de pagès).
El temor es palpable. Tanto como la incertidumbre por la desinformación al respecto. Pere Herrero, otro agricultor de la zona, señala que el parque, una zona protegida creada al amparo de las ayudas de la Unión Europea hace más de una década, está señalada desde hace años. Los campos de cultivo han ido desapareciendo víctimas de los polígonos industriales y de la construcción de la autopista Pau Casals (C-32) y de la ampliación del aeropuerto. Ahora temen el fin definitivo si se permite instalar cualquier infraestructura que no tenga nada que ver con la agricultura. Y Eurovegas dispondrá de unas 800 hectáreas del total de 3.500 con las que cuenta el Parque Agrario del Llobregat.
Los grandes negocios se hacen así, aseguran que dijeron desde la Generalitat
Joan Castany se dedica al campo desde hace 25 años, cuando decidió vivir de la agricultura y huir de Barcelona, adonde solo vuelve para vender fruta y verdura en una tienda que explota en el barrio del Raval. No entiende que desde las Administraciones quieran destruir lo que, en cierta medida, es una despensa de la capital y, sobre todo, siente todo el proceso actual como una “traición en toda regla de la clase política”. No tanto porque Eurovegas decida instalarse en Barcelona o Madrid, sino por la disposición de los gobernantes de “saltarse una planificación a la torera solo por dinero”.
Los agricultores no son optimistas, Ni tan solo han cambiado de opinión con las últimas investigaciones que se han iniciado en Estados Unidos contra Las Vegas Sands y su principal accionista, el magnate Sheldon Adelson. “Es una pesadilla que nadie le diga que se ha equivocado de lugar. Solo se trata de aplastar al más débil”, agrega con tristeza Joan Castany.
Diferentes miembros de la dirección de Unió de Pagesos del Baix Llobregat repiten por separado dos frases que parecen tener grabadas a fuego en su recuerdo. “Los negocios son los negocios y los grandes negocios se hacen así”. Aseguran que la lanzó Damià Calvet, secretario de Territorio de la Generalitat y uno de los principales negociadores con la delegación de Las Vegas Sands en una de las reuniones que mantuvo con el sindicato para argumentar la elección del emplazamiento del macrocasino.
El mutismo es general y los propietarios que trabajan en el área donde se levantaría el macrocasino dan por hecho que serán víctimas de la expropiación. “Estos llegaran [en referencia a Las Vegas Sands], nos expropiarán y a mí me partirán por la mitad”, afirma Agustí García, con 32 años y uno de los payeses más jóvenes de la zona. Teme que eso suceda y no quiere oír hablar ni de ser expropiado ni de vender terrenos. “Solo los que se han quedado obsoletos desean que se haga Eurovegas, pero yo me gano bien la vida”, sostiene.
Joan Estruch, un payés septuagenario, se estremece cuando piensa en dejar sus terrenos. Desde hace meses, entre los agricultores no cesan de circular las historias de supuestos corredores de fincas que visitan los terrenos y hacen ofertas por ellas. Sin embargo, nadie acierta a dar el nombre de algún potencial vendedor y todos niegan que se haya firmado venta alguna. Por el momento, los rumores ganan fuerza en el municipio de Viladecans. “No sabemos si vendrá Eurovegas, pero seguro que esto ha sido el primer paso para echarnos”. Estruch, como Bou y García, vive en una de las masías que hay dentro del terreno. “Si me expropian, ¿a qué precio me pagan esta casa?”
El proceso expropiador les da miedo por su lentitud y por la fijación del precio. Xavier Giménez teme que un juez determine el precio del metro cuadrado de tierra teniendo en cuenta la rentabilidad económica del terreno, lo que jugaría en su contra teniendo en cuenta el uso definitivo que se daría a las fincas.
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