Grandes colas para ver el libro recuperado
La exposición se amplía hasta el jueves debido "a la gran afluencia de público durante las dos primeras jornadas de apertura"
El Arzobispado quería aprovechar la desventurada fama del Códice Calixtino para dar a conocer la obra y su significado y el público formó una larga cola para verlo en sus primeras horas de vida pública. En libro, el original, el que resistió un año al frío y la humedad envuelto en periódicos en un garaje de O Milladoiro, estará expuesto hasta el próximo jueves en el Palacio de Xelmírez, día en el que una copia facsímil lo sustituirá como principal reclamo de la muestra. El alto coste de mantenerlo a la vista de todos obliga al Cabildo, que corre con todo el gasto de la exposición, a devolverlo al mismo lugar de donde se lo llevó el electricista Manuel Fernández el julio del pasado año pero con la salvedad de que, esta vez, estará protegido por fuertes medidas de seguridad.
El deseo del arzobispo de Santiago, Julián Barrio, era mostrar el Códice y eso, como dijo el deán, José María Díaz, “son órdenes”. Así, se preparó en un “tiempo récord y en verano” la exposición para aprovechar la publicidad que generó el robo y recuperación del valioso libro del siglo XII para dar a conocer el contenido y la significación del códice en una muestra que desgrana el contenido de los cinco libros que componen la obra y se completa con otros documentos del archivo de la catedral. “El robo ha impulsado el interés de todo el mundo y muchos se enteraron entonces de que existía”, explicó Díaz. Mientras el códice vuelve a su lugar de custodia, la exposición, gratuita, se mantendrá hasta finales de año y después recorrerá ciudades españolas.
El libro reposa en una urna blindada y antibalas, abierto por las páginas de la historia de Turpín, la que narra la leyenda del apóstol Santiago y la que tiene las miniaturas más bellas, en palabras del nuevo archivero de la Catedral, Segundo Pérez. Pese a su año de cautiverio, la conservación del códice es “magnífica”. Está “completamente intacto”, repitió el deán. Así, dijo, fue reconocido por los técnicos de Cultura de Madrid, del archivo del Reino de Galicia y de la Universidad de Santiago.
El Códice se guardará en “donde ha estado 800 años y donde los técnicos han dicho que debe estar”, en el archivo de la Catedral, pero con medidas de seguridad “completamente insuperables”: muros de tres metros de grosor “que no son fáciles de horadar”, puerta blindada con llaves de combinación y una antecámara. “Hay que marcar tres códigos para entrar”, explicó Pérez, que quiso demostrar la efectividad de las medidas con su ejemplo: “Hoy mismo \[por ayer\], para sacarlo para traerlo aquí, durante tres veces ha saltado la alarma, porque se ve que no le daba bien, y hubo que esperar a que llegasen los técnicos del archivo”. El propio deán, al que la desaparición del Códice obligó a alejarse del cargo de archivero —“Yo soy el archivero que fue y que verdaderamente pereció en la quema”, metaforizó ayer—, reconoció que las preocupaciones por la seguridad de los volúmenes hasta ahora no tenía en cuenta los posibles robos. “A los archiveros se nos enseñó a vivir en guardia contra humedades e incendios, pero hoy los peligros son otros”, explicó. El deán y el archivero abrieron la posibilidad, como deseo lejano, de que en un futuro se puedan hacer visitas guiadas para grupos reducidos.
El arzobispo Barrio insistió —en una inauguración en la que también intervinieron el conselleiro de Educación, Jesús Vázquez, y el delegado del Gobierno, Samuel Vázquez— en que la Iglesia “está empeñada en mantener el patrimonio histórico artístico en su función originaria: la indisoluble conexión con la proclamación de la fe y con el servicio de la promoción integral del hombre”. Una manera de zanjar la polémica sobre si el mejor lugar para guardar el Códice es la Catedral. Barrio abrió la muestra con el alivio de quien “realiza un sueño después de un año de incertidumbre y de esperanza”. En el acto estaba también el juez instructor del caso, José Antonio Vázquez Taín, quien avanzó que en el principal acusado, Manuel Fernández, abandonará la prisión provisional en septiembre una vez que se han terminado las diligencias y no preocupa ya que pueda destruir pruebas. El electricista está acusado por los delitos de robo continuado con fuerza en las cosas, hurto, blanqueo de capitales y contra la intimidad de las personas, mientras que su mujer y su hijo, ya en libertad, se les imputa el delito de blanqueo (a ambos) y varios contra la intimidad a la esposa. El juicio se podrá celebrar a finales de año o, por lo menos, entonces ya tendrá fijada una fecha.
El Códice solo había abandonó la cámara de seguridad del archivo un par de veces antes, con ocasión de dos exposiciones, la última en 1993, y el breve momento en que el presidente Mariano Rajoy escenificó la devolución del volumen. En esta muestra, estará acompañado por un facsímil del Tumbo A y el original de la Historia Compostelana de Diego Xelmírez, del siglo XV, abierto por la página en la que habla del Códice, traducciones de la pieza y estudios sobre la misma.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.