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MÚSICA

Ritmos que mueven los pies

Kepa Junkera imparte un cursillo sobre la música vasca de fiesta Las charlas se basan en el fandango, el ‘arin arin’ y la ‘martxa’

Kepa Junkera, ayer, con su 'trikitixa' con los participantes en el cursillo sobre música vasca de fiesta.
Kepa Junkera, ayer, con su 'trikitixa' con los participantes en el cursillo sobre música vasca de fiesta.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Una pequeña sala del Teatro Campos Elíseos, en Bilbao, se ha convertido en un aula de música. Una trikitixa, una txalaparta y el ordenador ocupan el lugar central del cursillo de música para las fiestas que imparte el trikitilari Kepa Junkera. Seis personas le escuchan hablar de los ritmos de la música vasca tradicional que mejor se adaptan a la fiesta. Junkera salta del fandango al arin arin y a la martxa, de los instrumentos al ordenador, de la música a la palabra en sesiones de trabajo que sobrepasan los horarios preestablecidos.

Clases, profesor o maestro no son términos con los que Junkera se sienta cómodo. “Es un encuentro entre personas en el que intercambiamos experiencias”, explica. “Me da la posibilidad de repasar una trayectoria y me permite disponer de tiempo para descubrir otras facetas del trabajo y transmitirlas. Hay experiencias que no llegan con un disco, un concierto o una entrevista, pero se comunican en estos encuentros”, dice.

Seis personas asisten a la cita en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao

Los asistentes al cursillo se interesaron por las fuentes de inspiración de Junkera para componer, por las referencias anímicas que toma como punto de partida de la composición o los problemas para ajustar la interpretación de otro instrumentista. “Hablamos de sensaciones y de aspectos más técnicos”, señala. “Pero no se trata de emplear el tiempo de un encuentro en explicar lo que puedes encontrar en un libro sino de contar las experiencias y transmitir cómo he aplicado yo esos conocimientos que vas acumulando”.

El tercer paso es ver los que se ha hecho con los ritmos del fandango, arin arin y martxa, unidos a la fiesta en el País Vasco de forma tradicional y contraponerlo a nuevas propuestas que pueden surgir de las mismas raíces. Ayer con las aportaciones de todos los asistentes compusieron un fandango. “No está cerrado ni estructurado con rigidez. En cualquier momento surge un comentario o un camino nuevo a seguir”, indica el profesor Junkera.

“No está en tus manos que una canción arraigue; la gente tiene la llave”, dice

Los límites de la cita están marcados por la música de fiesta de raíz tradicional vasca, pero no hay barreras para llegar a puntos muy lejanos. Ayer, por ejemplo, Junkera acabó hablando del arpa de bambú que se toca en Madagascar.

Con una veintena de discos a sus espaldas y colaboraciones con músicos de todo el mundo, Junkera confiesa que no sabe que es lo que más cuenta para lograr que una canción se identifique como música de fiesta. Badator Marijaia, el himno que compuso en 1997 para la Aste Nagusia, lo consiguió. “Fue como un juego, una música muy intuitiva”, recuerda. “No está en tus manos lograr que una canción arraigue. Es la gente la que tiene la llave, interactuando con el que ha creado la canción. De repente surge un click y la gente la hace suya”, concluye.

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