El almacén de Villa: centro de acogida para objetos desahuciados
El espacio municipal alberga objetos y enseres de desahucios y ventas ambulantes ilegales En la actualidad, el complejo industrial custodia más de nueve mil depósitos Los propietarios tiene un plazo de dos años para recuperar sus posesiones
Por fuera, el almacén de Villa parece un complejo industrial cualquiera: feo, gris y desangelado. La sorpresa espera dentro, donde existe un pequeño mundo en el que conviven todo tipo de objetos y enseres. Muebles, electrodomésticos, cuadros, bolsos falsificados o CDs piratas comparten techo con carteles de promoción, maniquíes vestidos de flamenco, instrumentos musicales callejeros, cabinas de rayos UVA, quioscos de prensa o incluso carrozas de procesiones, en este espacio de casi cinco mil metros cuadrados alquilado por el Ayuntamiento de Madrid para servir de ‘trastero municipal’. El almacén alberga más de nueve mil depósitos procedentes de desahucios, ventas ambulantes ilegales o ‘mudanzas’ municipales.
Está ubicado en Coslada porque es “más barato que la capital”, ha explicado la delegada de Hacienda Concepción Dancausa, quien lo ha descrito como “un servicio que el Ayuntamiento de Madrid ofrece a los ciudadanos para almacenar sus muebles o enseres cuando son desahuciados”. A lo largo de los siete primeros meses de 2012, se han registrado 44 entradas procedentes de desahucios, casi la mitad de las contabilizadas en el mismo periodo de 2011, según el vicealcalde madrileño, Miguel Ángel Villanueva. Una cifra no muy elevada si se tiene en cuenta la media de 80 lanzamientos diarios que se han ejecutado en la Comunidad de Madrid durante el primer trimestre de este año, según datos del Consejo del Poder Judicial.
Los objetos no sólo proceden de desahucios de domicilios particulares y de locales de comercios, sino también de retiradas de terrazas de bares y quioscos por infracciones administrativas. Así, a pocos metros de lo que podrían ser los muebles de un salón cualquiera, se puede encontrar un langostino gigante anunciando un restaurante o un cartel publicitario ofreciendo “12 tapas + sangría” por 23 euros. En otra de las 22 salas del complejo, hay mesas, sillas y cuadros que parecen sacados de un palacio del siglo XVIII y que en realidad proceden de la tienda de un anticuario, algunos valorados en miles de euros, como muestra la etiqueta original que todavía les acompaña.
La mayoría de los depósitos proviene, no obstante, de las intervenciones por venta ambulante no autorizada. Del total de nueve mil, más de ocho mil están compuestos por bolsos, monederos, gafas, relojes, cinturones, películas y CDs falsificados que la policía decomisó en operaciones contra la venta ilegal en la calle. Estos artículos son siempre transportados hasta la planta tecnológica de Valdemingómez para ser destruidos, excepto en el supuesto de que fueran robados y se identificara al dueño original para devolvérselos.
En el resto de los casos, los propietarios tienen, en teoría, dos meses para reclamar sus posesiones antes de que sean subastadas, aunque en la práctica, el Ayuntamiento espera dos años. Para retirarlos es necesario abonar una tasa de 147,20 euros en concepto de transporte – a los que hay que sumar 18,39 euros por cada metro cúbico que exceda el límite de ocho – y 0,41 euros por cada metro cúbico y día de almacenaje. En caso de desahucio judicial, el servicio es gratis.
No son muchos los que se deciden a recuperar sus depósitos, ya que entre enero y julio de 2012, sólo 29 los retiraron. Por este servició, el Ayuntamiento lleva recaudados 2.404 euros en estos siete meses, una proporción pequeña comparada con los 12.648 euros que ingresó el año pasado. Cuando los dueños no los reclaman, los objetos pueden tener varios destinos. Si tienen valor económico, son tasados y puestos a la venta en subasta pública; si se puede hacer uso de ellos en alguna dependencia municipal, son reubicados; si están en buen uso, pero no son de utilidad para el Ayuntamiento, se donan a una ONG; y en cuanto al resto, se trasladan a Valdemingómez, donde son clasificados según el tipo de residuo para su posterior destrucción.
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